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PPLL
Lunes, 13 de agosto 2007, 10:50
INMA 'La Bruja'. Suena bien.
Bueno, hay gente que directamente le quita el Inma y me llama Bruja. Todo viene porque tuve la extravagante idea de querer hacer teatro en la calle, con gente que no conocía absolutamente de nada.
¿Y eso?
Llegué a San Pedro y no conocía a nadie, pero un día fui al lugar adecuado y pregunté: «¿Queréis hacer una obra de teatro?». «¿Claro que sí!», dijeron. Aquella misma noche nos fuimos a montar. Aquello continuó, nadie se rajó y todas las noches éramos los mismos actores y el mismo público. De las tres Inma que había, yo era la que hacía de bruja, y con Inma 'La Bruja' me quedé.
¿Y qué tiene Inma de bruja?
La intuición.
¿Y de cómica?
La genética.
¿Los ancestros?
Totalmente. Mi padre, que es mi maestro, dice que, si no hubiera sido por la guerra, él habría sido caricato. Payaso. Hacer reír de manera fina es muy difícil. Yo ironizo, pero no maltrato. Tengo un discurso bastante particular. En un espectáculo que tengo hablo de cómo un día me estaba peinando, se me fueron los ojos para adentro y vi mi interior.
¿Y qué vio?
Me vi en dos veces. La primera vez me sorprendí cuando vi que mis vísceras eran geométricas. El hígado era un trapezoide, el corazón un romboide y el intestino un dodecaedro. Como me interesó lo que vi, me volví a mirar más para adentro y entonce vi cómo mis órganos se ponían de acuerdo entre sí y hacían asambleas y cómo el corazón le decía al intestino: «Quédate unos días en mi lugar, porque yo tengo que resolver asuntos propios».
¿Y?
El intestino se quedó en el lugar del corazón y yo estuve tres o cuatro días pensando que la vida era un asco (risas). Ése es el discurso irónico al que me refiero.
Y de flamenca, ¿qué tiene Inma?
Más genética todavía. Descubrí mi espíritu flamenco en la infancia. Me tocó vivir en un pueblecito...
Casares.
En Casares nací. He oído a los niños cantar el 'dos por uno: dos' en la escuela, he visto a mi abuela hacer el contrabando de jabón, tabaco y café, y todo llevado por una serie de expresiones: «En la calle arriba, Francisco casi mata a la mujer. Por celos, porque los celos son una faca»; «El hijo de María bebe los vientos por la hija de Juanita, la de la calle abajo», «¿Mírala, ahí viene! No te la lleves a ningún 'lao', que se quede 'roando' por las calles», «Ten 'cuidao' con lo que haces que tú eres más inocente que un sueño», «Tengo delirio por verte».... He crecido con esas cosas.
Esas frases configuran un universo creativo que guía sus montajes.
Sí. Luego me fui a Manilva, rodeado de viñas, que generan alegría y, más expresiones si cabe. Allí me di cuenta de que el flamenco era una forma de vida, de que comportaba generosidad, pasión, ducas... De una pena se puede sacar un pedazo de letra: «Te busco por los rincones/ pero como no te encuentro/ te confundo a maldiciones».
Así, de esas maneras, es cómo se le mete José 'El Negro' dentro.
Cuando oí por primera vez en boca de José 'El Negro' el 'Romance de los cuatrocientos' me quedé muda. ¿Vaya cosa más surrealista! ¿Qué manera de coger un romance castellano; traerlo aquí, a la baja Andalucía y darle la vuelta entero! Me llama la atención porque pertenezco también a ese ámbito de: «¿Y había un gigante, y lo cogió y 'lo cortó' la cabeza! ¿zas!».
Y usted se encoge y se transforma en 'El Negro'.
¿Claro! Poseída por José 'El Negro'.
¿Y qué tiene Inma de histriónica?
Toda yo. En algunas ocasiones me ha dejado un poco confusa, sobre todo en el amor, porque claro, tú te enamoras y te entregas, pero con histrionismo. Entonces, el elemento en cuestión, el que tienes enfrente dice: «¿Para! ¿Es que eres muy intensa conmigo!» ¿Contigo, no! ¿Con el mundo! Donde me he sentido más sorprendida con el tema del histrionismo ha sido en el aspecto amoroso.
¿Qué cosa sale del diafragma?
Paisajes guiados todos por la respiración. Saber respirar forma parte de mi disciplina. En el escenario y fuera de él. Es toda una técnica, que aplicas luego sin darte cuenta. Entonces sale del diafragma un aire que tú controlas, del que tienes conocimiento. Llevado a mi lenguaje, salen paisajes, emoción y ¿música!
Y del corazón, ¿qué sale?
Es la cueva del alma. Del corazón te sale el pulso, el ritmo. Ya sabemos que tiene un ritmo binario, que se lo pregunté yo a un profesor de música. El corazón está lleno de habitaciones; de muchísimas habitaciones. La más delicada es la del recuerdo; pero, si le haces frente, el mal recuerdo se marcha para siempre. Cuando lo sacas, hasta el recuerdo te da las gracias: ¿Me evaporé!
¿Qué sale de las manos?
Me gusta mucho hablar con las manos. Escenifican, hacen el gráfico de la palabra. Los cantaores dicen un montón de cosas con las manos. Cuando el aire no les llega, aprietan los puños. Los cantaores ponen a veces esa cara tan fea porque hay un choque de vísceras. Te chocan los pulmones con el riñón. Hay una convulsión y una entrada de aire que tienes que dosificar. Ahí hay mucha comunicación, ahí hay mucha novela.
¿El flamenco es protestón?
¿Muy protestón!, y cabezota. Hace sentencias: «Esta noche mando yo / mañana mande quien quiera».
Y usted, ¿es protestona?
¿Bastante!, aunque tengo tendencia a la comprensión. Soy comprensiva porque tengo una enfermedad que se llama empatía galopante, pero sí protesto por muchas cosas que no me parecen justas. También protesto por el mal humor de la gente.
'Cambiaste el oro por plata'. ¿Lo ha hecho alguna vez?
No, pero a mí si me lo han hecho.
Esa es mala alquimia.
Se pueden cometer errores. Lo que no vale es cambiar el oro por plata a través de la traición.
Antes de salir al escenario ¿se encomienda a alguien?
Yo me acuerdo de 'tos' mis muertos. Le pido a mi amigo Lolo, un payaso. Nos llevábamos muy bien y se fue. Y le pido a mi madre, a mi suegro, que me quería mucho.... Cada vez la lista es más grande. Yo digo: «Va por vosotros, no me dejéis sola». De ahí partió un poco el título del montaje: 'Qué los muertos no se han ido'.
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