
El juez Torres huye de la fama
El instructor del 'caso Malaya' abandona Marbella con la misma discreción con la que actuó durante su labor judicial
TEXTO: HÉCTOR BARBOTTA
Miércoles, 1 de agosto 2007, 13:28
SIN apartarse del guión seguido durante el último año y medio, desde que el 'caso Malaya' lo catapultó a una fama que asegura detestar. Así ... abandonó ayer el juez Torres los juzgados de Marbella. Con gesto serio, hablando por su teléfono móvil y sin dirigir la mirada a los periodistas que lo esperaban a la salida.
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Era la última vez que salía por la puerta de la que ha sido su segunda casa en los últimos años, y en la que ha cumplido con interminables jornadas de trabajo.
Alguna vez reconoció en privado que su aparente antipatía no es más que una expresión de timidez, y que si no dirige la palabra a los periodistas que suelen hacer guardia a la puerta de los juzgados es para evitar recibir preguntas inconvenientes. El juez respeta a los periodistas, pero detesta a los paparazi. Y a las puertas de los juzgados suelen esperar mezclados unos y otros. Ayer, una vez más, el magistrado simuló no escuchar ni ver a nadie.
El último día de Miguel Ángel Torres en Marbella no fue muy diferente a cualquier otra jornada. Los funcionarios del hasta ahora su juzgado, que le profesan una auténtica devoción, ya le habían organizado la semana anterior una comida de despedida. Ayer, el juez llegó a las nueve menos diez, intentó hacer una maniobra de distracción para evitar al único fotógrafo y los dos cámaras de televisión que lo esperaban, pero finalmente desistió y entró por la puerta principal. Después cumplió con una jornada de trabajo aparentemente normal, aunque recorrió despachos para despedirse.
Granada
Ahora, tras las vacaciones, se hará cargo de su plaza en el Juzgado de lo Penal número 5 de Granada, después de que la toma de posesión se aplazara más de un año por la instrucción del 'caso Malaya'. Allí espera disfrutar de una vida más normal, sin el acoso que asegura sufrir cada vez que sale a comer o a pasear con su esposa y su hijo. Admirado por funcionarios judiciales y policías, y denostado por no pocos abogados que le acusan de prácticas poco ortodoxas y de haber instruido un sumario que hace aguas desde el punto de vista procesal, Torres ha marcado un antes y un después en los juzgados de Marbella. Primero con el caso 'Ballena Blanca', que destapó una red de blanqueo de dimensiones desconocidas hasta entonces. Después con la 'operación Malaya', un caso que, además de cambiarle la vida a peor, según reconoce, torció también, a mejor, la historia de Marbella y puso fin a 15 años de indecencia en el Ayuntamiento de la ciudad. 86 procesados, tres de ellos en prisión, y ocho causas paralelas a 'Malaya' esperan ahora las decisiones de su sucesor.
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