LA CIUDAD Y SUS ÁRBOLES: Colaboración ciudadana
JOSÉ ANTONIO DEL CAÑIZO
Sábado, 30 de junio 2007, 03:40
LA lucha contra la plaga que está atacando masivamente en el litoral andaluz a las palmeras canarias (Phoenix canariensis), y en muy pocos casos a las datileras y las washingtonias, resulta complicada, tal como comentaron varios ponentes durante la Jornada Técnica Sobre el Escarabajo Picudo Rojo de las Palmeras, recién celebrada en el Instituto de Formación Agraria y Pesquera de la Junta de Andalucía, en Campanillas, de la cual ya conté algo el sábado pasado.
Tomás Cabello, catedrático de Zoología de la Universidad almeriense, lleva estudiándola desde que apareció en Almuñécar, donde empezó atacando a palmeras muy pequeñas y excavando galerías hacia las raíces para alimentarse de ellas. El panorama actual es mucho peor, pues se está cebando fundamentalmente en ejemplares grandes, en los que penetra por los cortes de poda u otras heridas de la parte alta del tronco, para alimentarse con el palmito o yema apical y seguir hacia abajo. En ocasiones hay quinientos individuos dentro de un tronco, e incluso mil o dos mil.
Trituran los tejidos, y a veces se les oye. Sería una gran suerte que ese ruido ayudase a su detección precoz, pues lo más peliagudo de esta plaga es que cuando aparecen síntomas externos de amarilleo y deterioro ya es demasiado tarde.
Asunción Gómez Vives, de la Estación Phoenix de Elche, concretó que allí han comprobado que una datilera puede estar atacada y sin embargo no mostrar síntomas durante algunos meses o un año, e incluso hasta tres veranos. Del ruido dijo que unas veces se oye y otras no, y que hay un sistema acústico que permite oír sonidos que el oído humano no percibe; pero que se entremezclan con otros que el fibroso interior de la palmera capta y trasmite pero no tienen nada que ver.
Recomendó evitar los cortes de poda y los pinchazos con espuelas para subir por el tronco, pues ambas cosas facilitan que una kairomona atraiga a los insectos que vuelan por los alrededores. Y añadió que si no hay más remedio que cortar hojas verdes se haga por un punto algo alejado del tronco, para que aunque haya ataque no prospere porque esa base de la hoja que se ha dejado se va secando y el insecto no sobrevive.
El primer síntoma manifiesto es el amarilleo de las palmas, pero como puede deberse a otras causas conviene avisar al 951 920 482 (de Sanidad Vegetal de la Junta de Andalucía), al 670 944 039 (Desarrollo Agrario y Pesquero), o al 902 079 078 (Parques y Jardines del Ayuntamiento de Málaga).
En nuestra capital solamente ha habido que arrancar ocho, y todos tenemos que colaborar avisando de las sospechosas, para intentar evitar contagios, dentro de lo posible.
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