Lo que hay que Wert

¿Han eliminado el Senado, ese cementerio de elefantes, antes de eliminar profesorado y becas? ¿Ha eliminado siquiera el gasto en traducciones simultáneas en el Senado, donde cada sesión supone seis mil euros para traducir Español-Otras Lenguas de España y Otras Lenguas de España-Español?

¿Han eliminado las duplicidades de las administraciones, los solapamientos inútiles entre autonomías, diputaciones, mancomunidades y ayuntamientos? ¿Y las diputaciones cuyo presupuesto equivale a todo el decretazo de Sanidad?

¿Han eliminado los viajes irrenunciables en 'primera clase'? ¿Y las partidas de protocolo, como esas del Poder Judicial para disfrutar fines de semana de lujo haciendo 'semanas caribeñas' sin justificar los gastos?

En definitiva, aceptando el argumento de Wert, algo queda claro: el primero en incumplir ese argumento es él, o su Gobierno, con demasiados gastos superfluos mientras recortan partidas esenciales de Educación. Los datos son elocuentes: veinte por ciento menos de presupuesto, más alumnos por aula, más horas lectivas, menos profesores, más tasas, menos investigación.. Y va de suyo que hay que racionalizar la Educación para reducir gastos; pero esto no es racionalizar sino recortar a destajo, como un cimarrón abriéndose paso a machetazos por el presupuesto, devaluando casi todos los parámetros internacionales de calidad educativa.

Pero el argumento de Wert, además de inconsecuente, resulta insidioso. Claro que a estas alturas eso ya sorprenderá poco en el catálogo del ministro peor valorado, que tal vez no llegue a disputar a Ana Mato el papel de 'La Bibiana del PP', pero desde luego ya es 'el Pajín de Rajoy'. Sí, sin duda habrá familias que gasten en cosas superfluas antes que en Educación, pero la mofa de Wert tiene mucho de chisme de pijo malcriado ante una sociedad con más de dos millones de menores en un entorno de miseria, más del veinte por ciento en el umbral de la pobreza ya sólo superadas por Letonia y Rumanía en el continente, más de millón y medio de familias enteramente en paro, doce millones frisando la exclusión social, cincuenta mil familias desahuciadas de su casa cada año. Así que tiene usted razón, sr. Wert, es lamentable que todos esos mileuristas y parados no sean capaces de privarse de sus gastos accesorios para gastar más en educación. Muy lamentable.