El 'ambient' del metro
La música 'ambient' tiene su origen en un aeropuerto, un lugar de tránsito como el metro, pero aquí de momento no se permite
PPLL
Viernes, 1 de agosto 2014, 01:08
N o sé si la inauguración del metro será histórica, pero sí ha generado un divertido toque de histeria colectiva ante la novedad. Esta ha ... sido una inauguración histérica, no sólo por el tsunami de 'selfies' de políticos que han tumbado las redes sociales, sino también por los nervios de los ciudadanos por comprobar si se hacía realidad aquello que por un momento parecía que no íbamos a ver nunca. Son muchas, más de cincuenta mil personas, las que se han acercado estos días a «montarse en el metro», una expresión que he oído en dos ocasiones en estos días y que no he decidido todavía si me gusta o me horroriza. El caso es que ha sido lo más reseñable de lo que escuché en mi primer viaje en metro. Me explico.
Atraído como todo el mundo por la curiosidad y, por qué no decirlo, por esa milagrosa tarjeta para viajar por el metro que regalaban durante el primer día, como si fuera mi boleto al paraíso, me asomé por allí. El comienzo no fue demasiado complaciente; una señorita muy amable me aseguró que no podía regalarme la tarjeta «porque le quedaban pocas». Mi incredulidad le hizo rectificar, y me hice con la ansiada tarjeta de plástico que, por otra parte, no me servía para nada porque ese día no había que pagar. Sólo quería tenerla porque era gratis. Sé que no soy el único. Además de disipar algunas dudas (ni hay wifi ni se puede ir sin camiseta, aunque ya veremos en Feria) quería saber qué se escucharía en este nuevo medio de transporte. Y nada. Sólo escuché comentarios con acento malagueño como el de antes, y ruido. Todo eso, tamizado por el color gris que es imperativo en esta infraestructura, me sumió en una leve decepción. Todo por olvidarme los auriculares. Ya escribió ayer en estas páginas Regina Sotorrío un interesante reportaje que señalaba que la actividad de música en directo en el metro no está regulada, sino más bien proscrita. Es una lástima.
Brian Eno y el aeropuerto
Lo mismo está usted en una terracita chill-out disfrutando de la vida y le apetece saber de dónde viene esa música que escucha. O quizá esté bajo un sol de justicia y simplemente quiere saber qué tiene que ver el metro con la música 'ambient'. Pues bien, el origen está en un aeropuerto, en un lugar de tránsito, lo mismo que el metro. Un lugar como ése sirvió para concebir un nuevo estilo de música. Sucedió a mediados de los 70, cuando el compositor y artista británico Brian Eno -cofundador de Roxy Music- se quedó atrapado durante varias horas en el aeropuerto de Colonia, Alemania, por una mala conexión entre vuelos. Durante ese tiempo perdido, se dio cuenta de que no se escuchaba nada más allá de los avisos de megafonía. Se lamentó de que se levantaran estas grandes infraestructuras para el tránsito de millones de personas sin pensar en qué sonido escucharían los pasajeros, convencido de que aquello que escuchamos tiene una incidencia directa en nuestro estado de ánimo.
Poco tiempo después, Eno compuso 'Música para aeropuertos', un trabajo que ha pasado a la historia no sólo por el contenido de su libreto, sino por ser el primer disco que emplearía la etiqueta 'ambient', música ambiental, capaz de crear atmósferas. Inauguró un estilo que hasta entonces sólo habían sugerido a principios de siglo vanguardistas como Erik Satie (con su 'música de mobiliario') y que surge, además, como una respuesta inteligente a la música enlatada, el 'easy listening' de los 50, que incluía subgéneros de lo más variopinto como música para ascensores, música 'lounge' (para vestíbulos) o músicas de fondo, en general. La aportación de Eno fue crear un sonido de atmósfera que permitieran varios niveles de atención, también el más profundo y activo, induciendo la calma y un espacio para pensar. Donde la música ligera, como la de la sala de espera del dentista, simula y tamiza la atmósfera, el ambiente pretendía subrayas esas cualidades. El metro, como no-lugar y espacio de tránsito, también puede ser un escenario de creación trascendente.
Belleza fuera de contexto
Al hilo de esto, el diario 'The Washington Post' hizo un experimento: pusieron al violinista Joshua Bell -considerado uno de los mejores del mundo- a tocar con un Stradivarius durante una hora y obtuvo 35 dólares y un puñado de personas se pararon a escucharlo unos minutos. Quizás, fuera de contexto, la belleza pase desapercibida. Lo mismo hay que exigir al paseante un poco menos de atención. Por ahora, basta con llevar auriculares. No se les olvide cuando se monten en el metro.
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