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A esta vecina de San Andrés estuvo a punto de caerle encima la ventana. / SALVADOR SALAS
MÁLAGA

«Nunca he visto algo igual»

Los vecinos vivieron unos momentos de angustia y de pánico. Veían volar objetos por el aire sin llegar a identificarlos. Cristales, cierres de aluminio y paredes dejaron al descubierto algunas de las viviendas. El Ayuntamiento abre hoy tres oficinas para tramitar el informe de daños

A. ROCHE

Lunes, 2 de febrero 2009, 03:55

«Ha sido horroso. Me he asustado cuando he visto de salir volando por la ventana muebles de un noveno piso», afirmó Teresa Retamero, una representante vecinal de Nuevo San Andrés. En la avenida principal, el viento arrancó de cuajo enormes árboles que cayeron como fichas de dominó sobre un centenar de vehículos que se encontraban estacionados.

«No creí que fuera un tornado. Pensé que era un terremoto y bajé asustadas por las escaleras», comentaba aún nerviosa esta mujer. Un hombre, Eduardo, se asustó cuando vio de caer los aparatos de aire acondicionado. «No sé cómo no ha pasado una desgracia. Había pocas personas en la calle», dijo.

No sólo Nuevo San Andrés sufrió las consecuencias del paso del tornado. También se hizo notar en la Cruz del Humilladero. «El ruido fue horrible, nunca habíamos vivido algo así». Remedios, una vecina del sector de la calle La Unión, no tiene palabras para describir la sensación de miedo y estupor que creó en ella, como en otros miles de vecinos, el tornado a su paso por la barriada de Cruz del Humilladero.

En pocos segundos, la fuerza del viento se llevó por delante contenedores y árboles hasta el punto de arrancar algunos de un porte considerable que quedaron tendidos sobre los coches. «Fue cuestión de segundos, no sabíamos si lo que sonaba era el agua o el viento. Sentí un ruido en la cocina y vi que era un trozo de uralita que había roto el cristal. Había llegado volando», relata esta mujer, que vive en la cuarta planta de un edificio en la calle Reboul.

Los vecinos no daban crédito. La fuerza del viento rompió los cristales de decenas de viviendas y negocios. En algunos casos, se llevó por delante el cerramiento de las cocinas y las zonas de lavadero de los pisos, que quedaron totalmente abiertas a la calle. En la avenida de Juan XXIII, un restaurante chino se quedó prácticamente sin cristales y las casetas de algunas obras de la zona quedaron volcadas o desplazadas.

De primera mano

Los primeros en comprobar los daños causados por el tornado fueron los propios vecinos que, pese a lo arriesgado, salieron a la calle para ver de primera mano los destrozos provocados en segundos. A la espera de que llegaran los equipos del Cuerpo de Bomberos, colapsados por los avisos de otros puntos de la ciudad, intentaron despejar la calzada de los restos de cubiertas y árboles que podían impedir el paso a los vehículos de emergencias. Algunas personas no dudaron en utilizar sus cámaras digitales para tomar fotografías de los desperfectos y otras se afanaron en buscar plásticos con los que cubrir los coches.

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