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I. L.
Jueves, 21 de noviembre 2013, 13:04
La versión más extendida en la comunidad científica acerca de la llegada del picudo rojo a España fija el inicio de la plaga en una partida de palmeras importadas desde Egipto. Los insectos se localizaron por vez primera en la Península en 1994, y fue muy cerca de Málaga, concretamente en Almuñécar. Tanto en aquella ocasión como en sucesivas invasiones en puntos de Andalucía oriental, Murcia y la Comunidad Valenciana, el foco siempre es el mismo, esto es, árboles infectados procedentes del norte de África.
En realidad, la alarma saltó en el 2005, cuando se detectó en el palmeral histórico de Elche, el mayor de Europa. Ese mismo año apareció en la provincia y, solo en la capital tumbó medio millar de ejemplares. Las Islas Canarias son el entorno donde esta plaga se vigila con mayor intensidad, ya que la palmera endémica (Phoenix canariensis) es su preferida, y estaría en serio peligro.
El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es un coleóptero originario del sureste asiático, según la definición disponible en Wikipedia. Es de gran tamaño (entre dos y cinco centímetros), con un color rojizo y una especie de trompa muy característica.
Las larvas tienen capacidad para perforar galerías de más de un metro de longitud en los troncos, de los que se alimenta. Entre las especies más susceptibles de sufrir el ataque están el cocotero, la palmera del aceite, la canaria y la datilera. En cambio, no suele atacar tanto a las washingtonias. Los árboles afectados sufren en primer lugar un amarilleamiento, seguido de la pérdida de las palmas y los cogollos. En los casos más graves la planta muere.
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