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Manolo Rubio, Chris Navas, Antonio Luis Gil y Javier Ojeda posan a las puertas de una cafetería cercana a su estudio de grabación, en Torremolinos . :: SALVADOR SALAS
Danza Invisible: carretera y mantra
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Danza Invisible: carretera y mantra

'Danza total' condensa en 36 canciones la trayectoria de estos cuatro músicos que mantienen intactas «las ganas de dar caña» La banda malagueña publica un recopilatorio de grandes éxitos y el concierto de su treinta aniversario

ANA PÉREZ-BRYAN En Twitter: @anaperezbryan

Martes, 5 de marzo 2013, 10:46

Los momentos importantes en la vida de cualquier persona acaban midiéndose por los pequeños detalles. Por esos que ponen en contexto lo inolvidable de la fecha. 28 de abril de 2012. Ese es el guarismo que une a los cuatro miembros de Danza Invisible. Aquella noche ofrecieron un concierto de tres horas en la Sala París 15 de la capital con el que celebraban sus tres décadas en la música. Manolo Rubio, guitarra y teclado del grupo, no olvidará, por ejemplo, aquel último cigarro antes de saltar al escenario. «Salí a fumar a la calle y vi la cola que había en la puerta. ¡Aquello estaba 'petao'!», exclama. Antonio Luis Gil aún se ve «tocando como un loco la guitarra» con David Quintero, del Trío del Saco, y Chris Navas -bajo- se aferra a la versión de 'Por ahí se va...' que Javier Ojeda se marcó con Mario Díaz. Javier se lo piensa un momento. Apura el último sorbo de un chupito de Cutty Sark y se le ilumina la cara: «Sin duda me quedo con el final de 'Naturaleza muerta', con todo el mundo cantando sobre el escenario. O cuando ya habíamos acabado y me quedé a solas con Carlos Segarra, de Los Rebeldes. Empezamos a improvisar y quedó una cosa chulísima. Hasta mi mujer que estaba entre bambalinas me preguntó que por qué no habíamos seguido...», recuerda el cantante.

La excusa de aquel concierto vuelve a reunir a los miembros de Danza en torno a la mesa de un bar, unas cuantas cervezas y mil anécdotas. Eso, y el recopilatorio que está a punto de publicar el sello Warner con un resumen de aquella noche mágica en la Sala París 15. La oferta discográfica, que estará disponible entre finales de marzo y principios de abril, incluye, además del DVD con el concierto, dos discos recopilatorios que hacen parada en los éxitos imprescindibles del grupo. Tanto los temas originales grabados en estudio (disco 1) como los directos, versiones y canciones en solitario (disco 2) quedan condensados en 36 canciones y un título más que sugerente: 'Danza total'. En una segunda versión, más sencilla, también se pondrá a la venta un compacto con el concierto en audio y el DVD.

Banda sonora sentimental

Más allá de la música, el disco se presenta como esa banda sonora sentimental que ha logrado enganchar a varias generaciones en torno a Ojeda y los suyos: desde 'Catalina' a 'La estanquera del puerto', pasando por '¡A sudar!', 'Reina del Caribe' o 'Al amanecer', el recopilatorio no se olvida por supuesto del 'Sabor de amor'. «¡La habremos cantado miles de veces, ésa no puede faltar!», admite Navas, que aporta sin embargo una curiosidad que suena (casi) a rebeldía: «No es la que abre el disco, de hecho no está entre las cinco primeras...». «Es como sin John Lennon estuviera vivo y le pidieran que cantara el 'Imagine' a cada momento», añade Ojeda.

'Danza total' condensa la esencia de un grupo que a pesar de los «treinta tacos» que cumplen siguen con hambre de carretera y de escenario. «Seguimos dando mucha caña, y las ganas son las mismas», observa Gil buscando la mirada cómplice de sus compañeros de mesa. Javier, Manolo, Antonio y Chris ya no son unos chavales, pero viven la experiencia de la música con la ilusión del que empieza, como un mantra que en su caso también destila una generosa ración de buen rollo. Entre ellos se adivinan lazos casi familiares, y esa química indudablemente se traslada tanto al escenario como al local de ensayo. Ahí tienen previsto volver en apenas unos días para preparar el repertorio que ofrecerán en Granada, Córdoba y Estepona los días 14, 15 y 16 de marzo, respectivamente.

La agenda de bolos y conciertos ya ha comenzado a moverse «algo» de cara a la temporada que entra, confirma Rubio, que además de la guitarra y los teclados también asume el capítulo de las cuentas y las contrataciones del grupo. El bajón en los últimos años ha sido «espectacular», aunque ellos se saben afortunados por poder vivir de la música a pesar de todo. «Es un milagro que sigamos». La frase sale de boca de Antonio Luis Gil, que ahora firmaría «sin dudar» veinte galas al año, cuando esa cantidad «era bastante mala hasta no hace tanto». El guitarra del grupo abre un debate al que sus compañeros se suman con diferentes grados de vehemencia: «Esto no es como la crisis. Podremos salir de ella, pero lo que ha pasado con la música no se va a recuperar nunca más», reflexiona Navas. «Le ha tocado al cine, nos ha tocado a nosotros y hasta los escritores están sufriéndolo», se queja Ojeda, que ilustra la situación con la que refleja la película 'Viaje a ninguna parte', de Fernando Fernán Gómez. Ellos, sin embargo, no cejan en su auténtica pasión. «Seguimos tocando y renovando el repertorio, y eso Internet no nos lo puede quitar», zanja Navas.

Ni eso, ni el calor de la gente que les sigue. Basta un detalle: su último disco, 'Treinta tacos', fue una autoproducción del grupo realizada al margen de compañías discográficas y de campañas convencionales de márketing. Sólo podía comprarse en la web de la banda y en sus conciertos. La tirada de medio millar de ejemplares que encargaron no tardó en acabarse. «La verdad es que fue un acierto», se felicita Ojeda. Gran parte de aquellos discos se vendieron en la noche mágica del 28 de abril, en la Sala París 15. Quién sabe, seguro que muchos de los incondicionales de Danza compartieron con ellos la sensación de que vivían un «momento histórico». De esos que se recuerdan cuando se tira de los pequeños detalles.

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