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IÑAKI ESTEBAN
Miércoles, 12 de diciembre 2012, 02:21
El matrimonio entre la Fundación Guggenheim de Nueva York y el Deustche Bank llega a su fin. Han sido quince años en los que juntos han gestionado una sala de exposiciones de 350 metros en el céntrico bulevar berlinés Unter del Linden, que se inauguró un mes después que el museo de Bilbao. En este tiempo, unos dos millones de visitantes han visitado las 61 exposiciones programadas en el Deutsche Guggenheim Berlin, en las que se han colgado obras de los más grandes de la modernidad, como Cézanne, Kandinsky y Picasso, y de los más prometedores de los tiempos actuales, como el keniata Wangechi Mutu, el franco-marroquí Yto Barrada y el eslovaco Roman Ondák.
Al parecer, las dos partes han quedado como amigos, aunque hay disparidad de opiniones sobre las causas de la separación. Mientras que unas fuentes insisten en que el contrato tenía esa fecha de caducidad de quince años, y ninguno de los dos había previsto extenderlo, otras apuntan a que el Deutsche Bank, uno de los bancos más afectados por la crisis de las hipotecas 'subprime', prefiere a partir de ahora un proyecto más modesto.
Así, desde la primavera de 2013, la sala se dedicará a promocionar a los valores jóvenes. Como el paquistaní Imran Qureshi, el artista que ganó el premio este año el premio convocado conjuntamente por las entidades ahora en proceso de separación. Además, el Deutsche Bank también quiere exponer con más asiduidad sus propios fondos: más de 56.000 obras de firmas tan deseadas como Gerhard Richter, Georg Baselitz, Sigmar Polke, Andreas Gursky y Hanne Darboven, sólo por citar a los contemporáneos.
Último día
El problema está, cómo no, en el reparto de bienes. En el contrato entre el Guggenheim y el Deutsche figuraba la creación de obras concebidas expresamente para el espacio de Berlín, que pasaron a formar parte de una colección conjunta. Entre los que han participado en ese programa se encuentran Jeff Koons, Anish Kapoor, James Rosenquist y el videoartista Bill Viola, creadores que salvo en el último caso también figuran en los fondos del museo de Bilbao. Si la propiedad es compartida, ¿quién se quedará con qué? El trato ya está cerrado, pero se desvelará el último día en que se abra el Deutsche Guggenheim, el 17 de febrero del próximo año. Hasta entonces las dos partes prometen silencio.
La exposición de despedida se titula 'Visiones de la modernidad', un recorrido por las colecciones que han ido formando los fondos de la fundación neoyorquina, desde la propia del fundador Solomon R. Guggenheim a las posteriores de los marchantes coleccionistas como Karl Nierendorf, Justin K. Thannhauser o la propia sobrina de Solomon, Peggy Guggenheim.
Con este privilegiado recorrido por el impresionismo y el expresionismo, y más allá, se cierra el círculo que empezó hace quince años con la muestra 'Visiones de París', centrada en el pintor cubista Robert Delaunay, y que en 2002 acogió una muestra que planteaba un diálogo entre la obra de Eduardo Chillida y la de Antoni Tàpies.
Con esta sala se abría otro capítulo en la historia museística de la capital alemana, una gran potencia en cuanto al arte clásico se refiere, con la cabeza de Nefertiti como atracción popular, si bien más discreta en cuanto a la creación contemporánea. Como Berlín se ha erigido desde la reunificación alemana en un centro de atracción para jóvenes artistas por la vitalidad de sus galerías y de sus centros de creación, ahora el Deutsche Bank quiere apostar por los jóvenes valores sin olvidar los tesoros de su colección. Y este es el capítulo que a partir de febrero de 2013 empezará a tomar cuerpo.
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