Borrar
Feria

Rafael de Paula

ANTONIO ROCHE

Domingo, 12 de agosto 2012, 03:33

Rafael es la esencia pura del toreo. Gitanería de Jerez. El capote del siglo XX. La estampa contemporánea de la Tauromaquia. Los ángeles morenos metidos en los pespuntes de la franela. Esa barbilla hundida en el pecho para componer un cuadro eterno, único. ¡Ole, ole y ole!

Creo que no es necesario confesar que soy paulista hasta la médula. Ha sido mi torero y el de mucha gente. Ha sido el matador que me ha hecho saltar en los tendidos, el artista que en cada muletazo me ha dado en las entrañas, el que me ha hecho sentir la grandeza del toreo, el que me pellizcaba en cada lance y me ponía los vellos de punta con esa media .

Admirado y discutido, Rafael no dejaba a nadie indiferente, ni en los días de gloria ni en las malas tardes, que de todo ha habido. Sólo verlo hacer el paseíllo con ese tan singular -la lesión de rodilla ha sido un lastre en su carrera-, con ese , ya merecía la pena ir a la plaza a verle. Esa admiración sin límites me hizo acercarme a él, a su toreo y a su persona, y ahí descubrí un torero genial, único, y muy interesante en esa relación humana que establecimos.

Compartí con él muchos momentos de la postcorrida en el hotel. Cuando había triunfos, la habitación se llenaba de gente, de muchos de Sevilla y de Jerez. Cuando las cosas no salían bien, la soledad se apoderaba de la estancia. Rafael meditaba semidesnudo después de la corrida y ambos, con las miradas perdidas, observábamos a Eugenio, su mozo de espadas, recoger calladamente las cosas.

Rafael, generosamente, me brindó su amistad -era yo un chaval- y me atendió en algunos compromisos en los que le puse. Por ejemplo, el que me hizo ese buen aficionado que es Enrique Recio, otro de los grandes admiradores de Rafael de Paula. Enrique me trasladó su ilusión de que el gitano de Jerez visitara su casa, una de esas antiguas villas situadas en los alrededores del Camino de Antequera. Dicho y hecho. Me encargué de recogerlo y llevarlo en un vetusto R-5. Cuando Enrique vio traspasar el umbral de su casa a ese figurón del toreo, las lágrimas le afloraron. Echamos un rato muy agradable en su bodeguilla, donde Rafael se quedó prendado de unas fotografías de estudio de Joselito y Belmonte, entre otros. No tardó en tener copias de ellas, naturalmente.

Paula ha aportado a los toros un concepto de profundidad y de belleza estética muy difícil de igualarle. En su carrera ha ofrecido grandes tardes, especialmente en La Malagueta. Todavía hay gente que cuando recorre el Parque va pegando muletazos imaginarios al aire embrujada por aquellas recordadas faenas que dejó Rafael sobre el albero de nuestra plaza.

Una de las últimas fue en la alternativa de Pepe Luis Martín, con Curro Romero de padrino. ¡Vaya cómo estuvieron los dos y qué poquita compasión tuvieron del toricantano!

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Rafael de Paula