

Secciones
Servicios
Destacamos
PALOMA GOÑI find@diariosur.es
Viernes, 30 de septiembre 2011, 03:45
Esta localidad gaditana es la puerta de la famosa ruta de los pueblos blancos y marca el acceso natural a la sierra de Grazalema. Situada en la cumbre y la ladera de una peña, en el margen derecho del río Guadalete y a 195 metros sobre el nivel del mar, Arcos es un bello pueblo blanco muy peculiar con más de mil años de historia a sus espaldas.
Algunos restos arqueológicos encontrados indican que hubo ocupación humana en la zona en épocas prehistóricas, sobre todo después de la era paleolítica. Sin embargo, el momento de máxima ocupación en Arcos de la Frontera fue la época romana. Posteriormente, los musulmanes dejaron su importante impronta en la localidad, lo que puede observarse al pasear por sus calles. El trazado del pueblo, el alcázar militar, la muralla, los molinos... todo nos recuerda a la época musulmana, cuando incluso Arcos llega a ser reino de Taifas. Alfonso X el Sabio conquistó definitivamente la villa a los árabes en 1264, pasando entonces a formar parte de la cadena de fortalezas establecida por los cristianos. Es entonces cuando Arcos pasa a ser 'de la frontera'.
Belleza sobre la peña
Esta localidad del interior de la baja Andalucía posee un conjunto histórico-artístico declarado de interés turístico en 1962. Podemos empezar la visita en la céntrica plaza de Cabildo, donde se halla el ayuntamiento, el castillo y la iglesia de Santa María, principales atractivos de la localidad. Una buena parte de la historia de Arcos de la Frontera trascurrió en torno a esta plaza, donde se adiestraron soldados y jinetes, jugaron los nobles, se lidiaron toros, se celebraron mercados y veladas a la patrona... Esta plaza es también uno de los miradores que tiene esta localidad que, al estar emplazada sobre un peñón, cuenta con unas vistas asombrosas. Hay miradores dispersos a los largo de todo el pueblo, desde los que observar el río que rodea la peña y la campiña. Para contemplarlo, podemos acercarnos al mirador de la Peña, al Paseo de Boliches, al mirador de Abades o al de San Agustín.
Los palacios y casas señoriales abundan en Arcos. Un buen ejemplo es el Palacio de los Condes de Águila, construido en el siglo XV y que mezcla un estilo del gótico tardío con la tradición mudéjar. Otras casas a destacar son la del marqués de Terrosoto, la de Pedro Gamazo, la de los Virules y el palacio Mayorazgo, todas cerca del castillo. Este último palacio, el del Mayorazgo, fue constuido en el siglo XVII y actualmente es la Casa de la Cultura. La iglesia de San Pedro es, sin duda, otra de las joyas de Arcos. La construcción es principalmente de estilo barroco y fue realizada en el siglo XVIII. La basílica de Santa María, con sus escalinatas de piedra del siglo XVIII, ha estado seis siglos en construcción. Es otro de los monumentos que el visitante no puede perderse. El estilo gótico puede observarse en esta construcción, mezclado con el renacentista. Otra iglesia a destacar es la de San Miguel, que fue fortaleza musulmana hasta que en el siglo XV se convirtió en ermita. Actualmente está cerrada al culto y se utiliza como salón de conferencias y exposiciones.
El convento de las Mojas Mercedarias es el último convento de clausura que queda en Arcos en la actualidad. El convento de la Caridad, de estilo colonial, fue construido en el siglo XVIII como iglesia octogonal con dos amplios patios cuadrados en sus extremos. Otro de los antiguos conventos de Arcos es el de la Encarnación. Fue capilla, hospital y cofradía en el siglo XV. El castillo Ducal también merece una visita. Compuesto de cuatro torres almenadas, alcázar militar en el periodo musulmán, aunque fue reformado posteriormente y actualmente es de propiedad privada.
Pasear por las calles de este pueblo blanco es un ejercicio muy recomendable. La calle Corredera estuvo poblada de espesos castaños y molinos de aceite, aunque en la actualidad no queda ni rastro de estos vestigios. En la cuesta de Belén estuvo una de las tres puertas de acceso a la ciudad, que fue derruida en el siglo XIX. La calle Nueva fue antiguo foso del castillo hasta que el terremoto de Lisboa en 1755 se hizo notar en Arcos y la muralla se desplomó. La cuesta del Socorro, llamada así por la existencia de la ermita del Socorro, hoy desaparecida, es una empinada cuesta que nos guarda alguna que otra sorpresa.
Pueblos blancos
En Arcos se inicia la famosa ruta que recorre diecinueve pueblos que tienen en común la arquitectura típica de casas encaladas, las calles estrechas y laberínticas y los castillos e iglesias medievales. La artesanía de Arcos de la Frontera es rica y variada y está en constante desarrollo. Los telares y la cerámica son un buen ejemplo de ello. Arcos cuenta con pequeños talleres alfareros donde se elaboran cerámicas de diversos estilos, desde lo más tradicional hasta una vertiente más innovadora. Los talleres de cerrajería mantienen su tradición de varios siglos trabajando el hierro forjado, elemento imprescindible en la arquitectura andaluza.
La gastronomía de Arcos también es digna de mención. La alboronía, por ejemplo, es un plato elaborado con productos de la huerta, a base de calabaza, tomates y garbanzos. El abajao se hace aprovechando el pan del día anterior y añadiéndole mucho ajo y espárragos. El ajo molinero, en vez de espárragos, incluye tomate y pimiento para acompañar al pan. Y de potre, la poleá o espoleá, elaborada con leche, harina, azúcar y pan.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.