Secciones
Servicios
Destacamos
REGINA SOTORRÍO
Jueves, 18 de agosto 2011, 03:46
De los 20 grados de la oficina, se topa de golpe con los más de 35 que marca el termómetro de la calle. Aprovecha el buen día para darse un último baño en la playa cuando el sol empieza a caer. Y, antes de dormir, se toma un helado. Con tanto contraste de temperatura, bajan las defensas... y los virus se aprovechan de la situación. El resfriado existe también en verano, hasta el punto de representar entre un 15 y un 20% de las consultas en los centros de salud. Son frecuentes y, además, tardan más en abandonar al paciente.
«Ahora se curan peor porque se ve como algo más banal que cuando ocurre en invierno. Si no hay fiebre, los afectados hacen una vida normal y no cambian su rutina: no hay reposo domiciliario, no se deja de tomar bebidas frías, de ir a la playa...», detalla Enrique Vargas, vocal de Atención Primaria del Colegio de Médicos de Málaga y médico de familia del centro de salud Portada Alta. Por eso, un resfriado que suele durar cuatro o cinco días se alarga hasta los diez o doce en los meses estivales. «Los cogemos en la playa y los seguimos perpetuando en la playa porque se abusa del contraste frío-calor», añade Aurelio Grondona, médico de familia del centro de salud Las Delicias.
El «mal uso» del aire acondicionado está detrás de muchos de los casos, según Grondona. Recuerda que la temperatura óptima oscila entre los 22 y 24 grados, evitando siempre el frío directo. Además, la sequedad de la mucosa que provoca favorece que los virus ataquen. También el estrés y el agotamiento merman las defensas. «Llegamos a las vacaciones cansados de meses de trabajo, no nos cuidamos... y aparece el resfriado», señala.
De riesgo
Los médicos advierten de que hay un colectivo «especialmente predispuesto» a sufrir estas infecciones: los niños de corta edad, los mayores de 65 años y aquellos con una enfermedad respiratoria crónica. «Ellos tienen que extremar las precauciones», avisa Grondona.
Cuando el catarro ya está encima, los expertos aconsejan evitar las corrientes, no hacer cambios bruscos de temperatura y beber mucho líquido, pero no frío. Además, es conveniente llevar ropa ligera, abrigarse no sirve de nada ante un catarro de verano. El agua del mar sería buena para hacer lavados nasales «si estuviera limpia», por eso los expertos recomiendan usar suero fisiológico o agua de mar esterilizada de venta en farmacia. Alternar cada cuatro horas paracetamol e ibuprofeno alivia los síntomas. Nunca se debe tomar antibiótico sin consultar a un facultativo. Si la fiebre persiste durante más de tres días, acudir al médico.
El sol como tal «no resulta perjudicial para la infección» -aclara Vargas-, lo negativo es la bajada brusca de los grados al entrar después en una habitación con aire acondicionado o darse un chapuzón en la playa. Y no hay que bajar la guardia. Un catarro mal curado, sobre todo en los grupos de riesgo, puede acompañarse de una coinfección bacteriana y derivar en bronquitis, otitis, sinusitis o neumonía. Ya saben: más vale prevenir...
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una luna de miel que nunca vio la luz
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.