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Los ficus no necesitan una poda tan drástica, pero tampoco este es el emplazamiento adecuado para esta especie de grandes dimensiones. :: SUR. ARCHIVO
Manual de estilismo arbóreo
MÁLAGA

Manual de estilismo arbóreo

La poda de árboles, las alineaciones o hileras y qué emplazamientos son adecuados para determinadas especies son los puntos básicos La Academia Malagueña de Ciencias saca a la luz un código de buenas prácticas

PILAR R. QUIRÓS

Sábado, 9 de julio 2011, 03:33

Su sensibilidad estallaba en cólera cada vez que veía cómo cortaban las ramas gigantescas de árboles centenarios casi de un tajo en vez de podar o terciar los ejemplares de Málaga. Así que un buen día, como si de un tratado de buenas costumbres se tratara, muy al estilo del siglo XIX, inició su pequeña pero gran obra. Pequeña porque sólo ocupa cuatro páginas (para que se la lean los políticos) y grande, porque si surte efecto el paisaje de la ciudad mejorará ostensiblemente.

Ernesto Fernández Sanmartín, biólogo de profesión y miembro de la Academia de las Ciencias, ha sido el 'padre' del 'Código de buenas conductas en la arboricultura urbana', lo que se podría llamar un manual de estilo sobre cómo deben disponerse los árboles en la ciudad, en alineaciones o en hileras, qué espacio deben o pueden ocupar, qué alcorques deben tener según su porte y cómo se deben podar. Si de moda se tratara no tendría nada que ver con modistos como Lagerfeld o Gaultier, es un tratado más al estilo de Armani o Carolina Herrera, con líneas depuradas y patrones de toda la vida pero hechos a conciencia.

El diseño y la elección de una alineación de árboles es esencial para configurar un buen enclave. Y una alienación sencilla pero con encanto es, por ejemplo, la de naranjos al norte del Parque, justo en la Cortina del Muelle. Cuando la primavera asoma y el sol empieza a picar, la sombrita y el azahar hacen que el paseo sea digno de reyes.

Paseo marítimo de Levante

También es interesante, en palabras de Fernández Sanmartín, la alineación del paseo marítimo de Levante, que combina palmeras washingtonias, con cycas revolutas, schefleras y aves del paraíso. Y aunque no lo diga, porque él tuvo mucho que ver en su elección, quedó sencillamente espectacular la alineación de almencinos en el paseo principal del Parque de Málaga, que ocuparon con mucha dignidad el espacio que habían dejado los debilitados plátanos de sombra. Así se cumplía la premisa inicial: árbol de hoja caduca alternado con otro de perenne (palmeras canarias), tal y como lo proyectaron Joaquín Rucoba y Tomás Brioso, que plantearon el Parque como una colección botánica de especies de todo el mundo. Como ejemplo de su atrevimiento: ningún parque público posterior (sin contar la Concepción, que está cerrado), y ya ha pasado más de una centuria, ha llegado a ser tan espectacular. Estas cosas dicen mucho de una ciudad.

Hay que tener muy presente que el mejor mobiliario urbano que tiene una urbe es su arboleda. Solo hay que pensar por un momento que no existieran los ficus de la Alameda o que la alineación de palmeras canarias de Ciudad Jardín no se hubiesen plantado. ¿Sería lo mismo? De ahí el estilismo arbóreo, esencial para que una ciudad tenga encanto. Algunos pasan y ni se dan cuenta cuando una arboleda es armoniosa, pero seguro que harían críticas si se encuentran un descampado.

«Lo que nunca debe hacerse es plantar ficus microcarpa, que acaban teniendo un gran porte, unos pegados a otros y en un espacio pequeño, como por ejemplo, los del paseo de Reding. Un árbol que haya que podar cada dos años no es un árbol urbano», subraya Fernández Sanmartín.

Cómo se debe podar

Otro capítulo que merece detenimiento son las podas salvajes. Algunos pensarán: ya que se pagan, que corten. Pero de eso no se trata. Los árboles no son arbustos, si se los poda brutalmente acabarán «con sus copas deformadas y llenas de horrorosos muñones, quedando árboles antiestéticos, y lo que es peor, con menos reservas nutritivas y energéticas, menor crecimiento, menor vigor y menor defensa a los ataques de organismos patógenos», como subraya Fernández Sanmartín.

«No deben podarse ramas de más de tres centímetros», según indica este veterano paisajista. Otro asunto a tratar es cuando los árboles ya plantados acaban siendo más grandes del sitio que se había dispuesto, como por ejemplo los ficus microcarpa de la avenida de Andalucía, que sufrieron un desmochado horrible, «pero que era necesario para que no se metiesen dentro de los carriles de los coches, ya que los alcorques que tienen son muy pequeños para aguantar las raíces y por eso los han tenido que dejar casi hechos bonsáis», indica este biólogo, que ya promete una segunda parte con la ayuda de sus compañeros de la Academia Malagueña de Ciencias, en la que se explicará dónde y cómo deben plantarse más de 100 especies óptimas para el clima de Málaga.

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