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Antonio Gómez Rufo, escritor: «La mujer ha sido un objeto al servicio del hombre hasta hace 20 minutos»
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Antonio Gómez Rufo, escritor: «La mujer ha sido un objeto al servicio del hombre hasta hace 20 minutos»

Antonio Goméz Rufo Escritor El autor madrileño viaja al siglo XIII para mezclar novela histórica, amor e intriga en 'La abadía de los crímenes'

MARINA MARTÍNEZ mmartinez@diariosur.es

Jueves, 21 de abril 2011, 04:19

A Antonio Gómez Rufo (Madrid, 1954) no le gusta encasillarse. Ha tocado prácticamente todos los géneros de la narrativa. Desde teatro, a artículos de prensa, relatos cortos, biografías, guiones de cine y televisión, y, por supuesto, novelas. Premio Fernando Lara con 'El secreto del rey cautivo' (2005), ahora se sumerge en el género histórico en 'La abadía de los crímenes' (Planeta), obra con la que se adentra en una oleada de crímenes ocurridos en 1229 en la abadía de San Benito. El hecho inquieta al rey Jaime de Aragón, que junto a su esposa, Leonor de Castilla, intentará esclarecer las muertes 'in situ' con la ayuda de una monja. Una mezcla de novela histórica, amor e intriga que presentaba recientemente en Marbella.

-¿Por qué una abadía de crímenes y el siglo XIII?

-Me interesaba especialmente la figura de Jaime I, un personaje histórico muy promocionado en calles y estatuas, pero poco conocido como ser humano. Quería reivindicar su figura como el personaje más importante de la cristiandad del siglo XIII. Me pareció interesante introducirle en una abadía de clausura femenina para que, rodeado de mujeres, pudiese manifestar un poco más sus emociones y sentimientos.

-Pero lo envuelve en una novela de intriga.

-Sí. Por un lado, buscaba la intriga y, por otro, una novela de amor, en ese momento en el que don Jaime el Papa le concede la anulación de su matrimonio para unirse a Violante de Hungría. Pero también lo envuelvo todo en un gran sentido del humor para que la novela sea entretenida, enseñe y para que el lector se divierta, que en estos tiempos me parece muy importante.

-Y para ello convierte en una especie de detective a Jaime I.

-Bueno, él en realidad lo que hace es pedir la colaboración de una monja del monasterio, Constanza de Jesús, que se supone que es una monja muy sagaz, con mucha capacidad deductiva, y al mismo tiempo entrañable, muy locuaz, muy simpática, muy divertida. Ella será la culpable de la humanización del personaje de don Jaime, y ahí es donde yo quería conducir la historia.

-'El discurso del rey' también lo ha hecho, cosechando un gran éxito. ¿Está de moda la monarquía?

-Yo creo que los personajes históricos siempre están de moda. Lo que ocurre es que de la inmensa mayoría de ellos conocemos cuatro hechos muy puntuales y no su verdadera personalidad. Cuando los estudias te das cuenta de que más allá del protocolo, de las vestiduras reales y de toda esa imagen que proyectan, detrás lo que hay en realidad son seres humanos con los mismos defectos, las mismas virtudes, y las mismas debilidades que cualquiera.

-Y también le da un papel protagonista a la mujer

-Sí, porque en realidad, hasta hace veinte minutos, la mujer no ha sido más que un objeto al servicio del hombre, carecía de poder. Sin embargo, yo quería situar la acción en una abadía femenina porque era el único espacio en el que no solo tenía todo el poder doméstico sino todo el político, ya que las abadías femeninas tenían jurisdicción sobre todo el monasterio pero también sobre la comarca que lo rodeaba. Era el único lugar en el que la mujer manifestaba todo su poder y toda su capacidad de gobierno. Me traslado así a un hecho histórico lejano para hablar de la capacidad de la mujer para el gobierno, una capacidad que ha sido denegada a lo largo de la Historia. Por eso meto a don Jaime en ese entorno, para dar protagonismo a la mujer en igualdad de condiciones que un hombre, aunque sea rey.

Conectado con la actualidad

-Se traslada al siglo XIII, pero habla de temas muy actuales...

-Es que, para mí la novela histórica, no es más que una excusa para identificar un hecho del pasado con la actualidad y reflexionar sobre ello. En 'La abadía de los crímenes', lo que he pretendido no es solo reivindicar un personaje para que lo conozcamos mejor y lo valoremos en su contexto sino también para establecer un debate sobre lo que ya se producía hace siglos: la reivindicación de los nacionalismos con finalidades exclusivamente económicas, del mismo modo que en este momento los nacionalismos de todos los países reivindican un mayor poder como instrumento par alcanzar ese mayor poder económico. Esto que ya hicieron los nobles catalanes exigiendo a don Jaime que la conquista fuera una empresa catalana es muy parecido a lo que piden ciertos nacionalismos en España, buscan privilegios económicos y lo disfrazan de cuestiones políticas.

-Hay entonces también un trasfondo político...

-Son épocas convulsas. No obstante, yo también quería hacer otra reflexión: conocemos bastante sobre los pleitos entre las clases gobernantes, entre la monarquía y la aristocracia y sus nobles, y sobre los hechos más notables en conquistas y batallas, pero sabemos bastante poco de la vida cotidiana, de los hábitos, las costumbres, horarios... Introducir la acción en una abadía me permitía conocer todo ello a través de las reglas del monasterio, porque la Iglesia ha conservado los documentos y las normas por las que se regían. Todo eso me ha servido para ver la abadía como una especie de Estado. Dentro de ese microuniverso se establecen todo tipo de relaciones humanas, desde las puramente laborales hasta las amorosas e incluso las violentas. Todo lo que nos sucede también en la sociedad actual.

-Hemos cambiado poco...

-La naturaleza humana ha cambiado poco, podría decirse que nada, no desde el siglo XIII para acá, sino desde la época griega. Somos idénticos, lo que sucede es que ha cambiado el envoltorio, tenemos otras normas de convivencia, otras maneras de vivir, pero, en definitiva, el ser humano cuando tiene que relacionarse cara a cara o consigo mismo, ha cambiado muy poco.

-Para relacionarnos hoy están las redes sociales...

-Sí, han adquirido un gran protagonismo. Aunque yo creo que las redes sociales son un elemento más de la insatisfacción general del hombre en su relación con los demás. Es creerse que uno está acompañado y que tiene miles de amigos cuando en realidad está en la soledad de su cuarto ante una pantalla de ordenador. No está mal para la intercomunicación, pero son relaciones puramente virtuales. La realidad es cuando sales a la calle y puedes comunicarte cara a cara con tu vecino o tu amigo. Me parecen utilísimas como herramientas profesionales, pero la relación interpersonal todavía no ha quedado sustituida por otra cosa que no sea el tú a tú.

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