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Todo ha sido un soplo. Éramos muy jóvenes. Catorce años. En San Agustín conocí a Jesús Bonilla e hicimos un tándem en aquel patio del colegio, uno de los orígenes de un deporte llamado baloncesto que nos arrebató el cerebro y la mayor parte de nuestro corazón. De ahí jugamos con el Sindicato de Frutos de Antonio García Melero, y de la mano del hermano Lucidio, tras mi etapa universitaria en Madrid, supimos que un hermano Marista nos podía empujar a intentar ser alguien en Andalucía allá por 1960. ADEMAR, bonito nombre, con Pedro Ramírez padre ayudando siempre, y aquel grupo de Viano, Julio Vida, Portillo, Luis Merino, Fernando Corrales, Luis Meliveo, Quintana, Rabaneda, Bonilla, y yo mismo en mi doble función de jugador y entrenador.
Se incorporó Manolo Jato, gran entrenador lucense, al final de la temporada. Con Juan Rodríguez Soto, presidente de la Federación Malagueña y Crescencio Miranda, motor incansable, obtuvimos de Juan Moreno de Luna y Francisco Miranda Bueno, que nos patrocinara el Club Deportivo Málaga, y así nos incorporamos a su disciplina una selección que habíamos hecho previamente de alumnos Maristas y los mejores jugadores de cada club malagueño.
Yo acepté ser el propio tiempo jugador y directivo del club, y así intervine en el baloncesto y en el fútbol. Menudo lío a mi edad. No pensaba en aquellos momentos que todavía me quedaría por vivir unas efemérides más duras, la del virus corona. Ya nada me extraña a mis 82 noviembres. Brillante etapa la del Club Deportivo Málaga en una Liga integrada por ocho equipos catalanes, dos de Valencia y el nuestro.
La directiva lo bordó con nosotros. Agradecimiento permanente. El apoyo de su tesorero Paco Miranda todavía me deja sin palabras. Con Manolo Jato, Corrales, Meliveo, Castillo, Rabaneda, Del Nido (ya fallecido), Paco Llorca, Espejo, Guachi, Oliver, Baena, Bermúdez, Cabrera, Bonilla, Evaristo, Ramón Guardiola, Palomo, Bravo, Eduardo R. Meliveo, Carlos Ferreira, Julio y Muñoz Ortega. La asistencia de público a La Rosaleda en la cancha que había tras la grada de Fondo fue en aumento porque el nivel del equipo ascendió a límites no esperados. Frente al Hospitalet, Pedagogium, Mataró, Pineda del Mar, Marcol, Liria, Estudiantes en la Copa del Rey, Real Madrid en las Fiestas de Invierno, viajando por primera vez en avión el equipo sintió por primera vez en su interior que podía aspirar a metas más altas, como así fue, al jugar el ascenso a Primera División. No fue posible conseguirlo pese a practicar un baloncesto de mucha calidad. Se incrementó la afición en Málaga y tuvimos acceso a la prensa con más regularidad.
La salida de Manolo Jato hacia metas más altas en su ciudad natal y problemas económicos para financiar al equipo, aunque mantuvo su posición como segundo club de Andalucía (el Sevilla CF militaba en Primera ), el Málaga fue perdiendo el esplendor mostrado con Jato. En mi caso atendía a la llamada de Pepe Paterna, que era presidente de la Federación Malagueña, para establecernos en la barriada de El Palo y comenzar allí una nueva etapa con el Centro de Deportes El Palo, club de reciente creación entonces al que emigré con la colaboración de mi amigo Jaime Porras a emprender nuevas rutas con jugadores del Colegio Maristas que él entrenaba. Partíamos desde cero.
Jaime Porras, como segundo entrenador, y los jóvenes Salvador Torres, Juan Leiva, Juan Paz, Mario Aro, Diego Gómez, Gregorio, Jorge Aro, Vallina, Damián Caneda, Paco Alonso, Daniel Pintor, y, en temporadas siguientes, de los que habían sido compañeros en el Málaga como Pablo Antón, Jiménez del Nido y Jacinto Castillo. Sucesivamente llegaron Eduardo y Arturo Ruiz Meliveo, Evaristo Chacón, Fernando Corrales, el mejor jugador de la ciudad, Guti, Antonio Gómez, Ángel Menéndez, Manolo Rubia, Jesús Quero y Bernardo Rodríguez. Con ellos, el jugador americano Bob Love, procedente de Virginia, y Juan Costa, del Círculo Católico de Badalona. No podía ser de otra manera, y el equipo fue a más dirigido por una entusiasta directiva presidida por Antonio Pérez Gascón, en la que Pepe Paterna era el vicepresidente y el desaparecido Antonio Guadamuro, hacia las veces de secretario y director de cantera. Junto al cementerio se construyó un polideportivo que hoy es municipal y que lleva el nombre de José Paterna Gallego. Durante nuestra estancia en El Palo el equipo se denominó en dos ocasiones diferentes El Palo Renault e Ymca Palo, como consecuencia de las 'promesas' de publicidad. Allí jugó el equipo con magnífica asistencia de público a los partidos. También se unieron algunas mujeres de aquella zona de El Palo para formar un equipo femenino que jugó la competición provincial.
Poderoso caballero es don dinero. Llegó el momento en el que por falta de recursos de un lado, y porque Claudio Gallardo en el colegio Guadaljaire había construido un pabellón deportivo de gran calidad, con canastas basculantes y capacidad para 2.500 aficionados, con todo el dolor de nuestro corazón nos despedimos de El Palo, barriada que nos acogió de manera excepcional.
A Guadaljaire no fuimos no sólo también por la oferta de Gallardo, sino también por la ilusión de José María Martín Urbano, ya entrenador nuestro en El Palo y miembro importante del club. José María llegó del Club Deportivo Málaga, al que entrenaba, y como profesor de Guadaljaire, también incluyó al director del colegio, Antonio Hurtado, en el proyecto. Allí recibimos toda clase de atenciones, tanto por ellos como por los vecinos de la barriada, que asistían a los partidos junto a muchos aficionados de la ciudad que llenaban el pabellón.
Desde la temporada 1972-1973, hasta la 1976-77, permanecimos en la barriada de Nuevo San Andrés en la competición de Primera B, en un pabellón ofrecido por Claudio Gallardo y el colegio Guadaljaire. Con un equipo cada vez más armado, acompañado de José María Martín Urbano como entrenador y director de cantera, José Manuel Romero como entrenador ayudante y Juan Rodríguez Delgado, preparador físico del INEF, que se ofreció voluntariamente, de gran calidad técnica. Los jugadores más importantes del último equipo de El Palo fueron Damián Caneda, Jacinto Castillo, Nogales, Pozo, Houston Bredlove, Daniel Pintor, Paco Alonso, Paco Llorca y Diego Gómez.
Durante nuestra estancia en Guadaljaire en la temporada 76-77, el equipo se denominó Miraflores. Los miembros más destacados del club fueron David Stower, gran jugador americano de Florida, Damián Caneda, Gallar, Pozo, Nogales, Gómez, Entreambasaguas, Paco Alonso, Guti, Bernardo Rodríguez, Manolo Rubia, Nacho Polo, Armando Nogués, Pedro Lanzat y Paco Bermúdez.
Desde nuestra estancia en El Palo hasta esta última temporada en Guadaljaire tuvimos la valiosa colaboración como delegados del equipo de Juan Paniagua y Fernando Poullet, aficionados como todos los que integraban la plantilla.
A lo largo de estos años el baloncesto en Málaga dio un salto de gigante, pues en Guadaljaire se citaban cada domingo por la mañana la mayoría de los aficionados de la capital y, por supuesto, los vecinos del Nuevo San Andrés, que nos dieron el aliento necesario para permanecer varios años luchando por ocupar cotas más altas. Prácticamente no teníamos apoyo económico y sólo con lo que podíamos aportar algunos a duras penas. Pero allí estábamos todos con la ilusión puesta en un posible patrocinador de futuro. Fue un gran trabajo de todos los que participaron en esta magnífica obra de la construcción del baloncesto malagueño. Partidos frente a La Salle de Barcenola, Graonollers, Mataró, Canoe de Madrid, Náutico de Tenerife, Zaragoza, Pineda, Hospitalet, Mollet, etc.
Señalar como una labor excepcional la que desde los años de El Palo hasta la temporada 1976-1977 hicieron José María Martín Urbano, José Manuel Romero y Juan Rodríguez. El primero de ellos, en sus funciones de segundo entrenador y de director de una cantera que no dejó de crecer durante su mandato. Labor inagotable dando sus frutos a posteriori fabricando los mejores jugadores de cantera de nuestro deporte en Málaga ya en aquellos tiempos.
Como toda actividad puede ofrecer un final, en la temporada 1977 tuve que comunicar a todos nuestros esforzados colaboradores y protagonistas que a la llama no le quedaba más mecha, pero la satisfacción de tantos años vividos derrochando generosidad por parte de todos los actuantes permitía seguir soñando con el objetivo que siempre nos habíamos propuesto. Y mirá por dónde, aparece en el escenario la figura del fallecido Paco Moreno, muy aficionado al deporte, miembro de la entidad Caja de Ronda y fundador de la Sociedad Deportiva de este nombre; organizador de una Olimpiada en la entidad y que se topa de frente con Martín Urbano de quien requiere su ayuda para la organización de esta competición. José María no pierde el tiempo y le cuenta nuestra situación. De las entrevistas entre ambos deciden proponer a Don Juan de la Rosa, presidente de la Caja Ahorros de Ronda, iniciar el patrocinio de la caja al club de baloncesto puntero de Málaga. Al fin me lo comentan a mi y decidimos con la inestimable ayuda de Paco Moreno, solicitar una reunión con don Juan para proponerle el proyecto, aportándole información de tantos años de baloncesto. En consecuencia, acompañados de varios empresarios, asistimos a la cita con el señor De la Rosa. Le explicamos el objetivo y, tras una distendida reunión, el Centro de Deportes El Palo se fusiona con la Sociedad Deportiva Caja de Ronda, que arranca con toda nuestra infraestructura deportiva y humana tras el documento que firmamos Paco Moreno, secretario general de la Sociedad Deportiva, y el que esto escribe, por el Centro de Deportes el Palo, por el cual todos pertenecíamos desde esa fecha a la mencionada sociedad distribuyéndose los cargos de los nuevos y responsables técnicos.
Este ha sido el momento histórico más importante del baloncesto malagueño en cuanto a creación de un club. La Sociedad Deportiva Caja de Ronda, ahora Unicaja Baloncesto que felizmente navega por España y Europa con indudable éxito durante más de cuarenta años.
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