Alfonso Sánchez: «No me retiré como quise; con el homenaje podré por fin cerrar esa etapa como jugador»

–¿Qué significa este homenaje?

–Es un gesto que quería tener el club y que no quisimos posponer más. Va a ser especial por las circunstancias de mi retirada. No lo hice como quise, en un último partido en casa con su gente en la grada, y este sábado me podré despedir por fin de esa etapa como jugador junto a las personas que me han acompañado. Tengo esa puerta todavía abierta y la podré cerrar.

–¿Quiénes le acompañarán?

–Sin ninguna duda, un referente en la cancha que luego se convirtió en referente de vida, Berni (Rodríguez). Carlos Cabezas, igual. También, que además están en el C.B. Marbella ahora, Adrián Fuentes y Rai López. Ha sido una fecha un poco complicada por el puente por los compromisos.

–¿Cómo ve la actualidad del Unicaja y del Marbella?

–Son completamente opuestas. El Unicaja ha cogido una velocidad de crucero, transmite y ha creado un sentimiento de pertenencia. Es mérito de Ibon, del club y de los jugadores. Es una pasada lo que está haciendo el equipo y hay que valorarlo, aunque no lleguen los títulos. El Marbella (en la Liga EBA), en cambio, ha empezado algo dubitativo, pero confío en que en la segunda vuelta remonten.

–¿Qué paralelismos ve entre el Unicaja en el que usted jugaba y el de Ibon Navarro?

–Aquel equipo tenía muy bien definidos los roles, las rotaciones, el minutaje y las personalidades. Sergio (Scariolo) es muy detallista y perfeccionista y contagiaba que fuésemos ejemplares en todo. Y también la relación con la afición.

–¿Le hubiese gustado un homenaje por parte del Unicaja?

–Sí, claro. El sentimiento de pertenencia, igual que con el CB Marbella, es muy grande. Mi salto de equipo fue una especie de cesión pactada entre ambos clubes. Siempre me he sentido de Marbella y también del Unicaja, que es mi club.

–Le apodan 'guerrero'.

–Más que un apodo es un adjetivo calificativo que me puso la prensa, de cuando se hablaba de mí por superar las lesiones y mi historia de resiliencia. Es lo primero que sale cuando se habla de mí: dos lesiones de rodilla graves y una de mano. He vivido la 'cara B' del deporte. Seguí disfrutando del baloncesto y encontré la forma de que me siguiese gustando. Continué jugando en la élite hasta no poder más con 32 años.

–¿Qué papel tuvieron los médicos en sus lesión de la mano?

–Es un tema un poco tabú. Acepté que la medicina no es una ciencia exacta y que hay muchos factores que en algún momento pueden fallar. Nadie quiso que las cosas salieran mal. Sí que es verdad que tuve un primer diagnóstico tardío y que la primera cirugía en mi mano derecha no salió todo lo bien que todos los implicados hubiésemos querido. Tuve que buscar una segunda opinión fuera de las opciones que me daba el club. Tengo una lesión en una mano con la que tengo que vivir el resto de mi vida. Fue con 20 años y mi decisión fue seguir jugando, no quise tener una relación amor-odio. Cuando me planteaba dejar el baloncesto, siempre acababa eligiéndolo.

–Estudió Fisioterapia a la vez que jugaba en la élite.

–Contextualizando, estaba en San Sebastián con Pablo Laso, era un jugador de rotación y estaba muy contento conmigo. Estábamos hablando de mi renovación cuando a final de temporada me rompí el ligamento cruzado anterior de la otra rodilla. Me fui a Orense, fue un año malo para mí porque no jugué y entrené mucho. Me fui al Clínicas Rincón con Francis Tomé y ahí tomé esa decisión. Aproveché mi último año para poder matricularme en la carrera a hice primero. Me fui a Manresa a ACB para acabar la temporada y durante meses compaginé ambas cosas. Clubes y universidades deberían de dar facilidades a jugadores que estén en esta situación.

–Actualmente trabaja como entrenador de técnica individual en El Higuerón.

–Formo parte de la Academia 675, creada por Berni. Está la cantera, y después hay un servicio de técnica individual. Yo soy el director de desarrollo. Durante la semana trabajamos con jugadores de cualquier equipo. También trabajo para The Embassy, en El Higuerón, donde trabajo con jugadores profesionales durante el verano.

–¿Le gustaría regresar al Unicaja como miembro del cuerpo técnico o del equipo médico?

–Me encantaría. Una de las cosas de las que más contento estoy es de haberme vuelto a ilusionar con el baloncesto. La decisión que tomé en 2018 de dejar de jugar fue muy dura. Corté mi relación con el baloncesto. Tenía cambios de humor y no sabía qué hacer con mi vida. Berni me renganchó al baloncesto. Me encuentro muy cómodo con mi función porque me da la posibilidad de devolver lo que el deporte me ha dado. A las lesiones las pongo ya en la lista de cosas buenas que me han pasado, porque me han hecho ser quién soy.

–También es educador canino.

–Me apasionan los perros y me ayudó a digerir el futuro cuando me retiré. Tengo la máxima titulación en educación canina. Hago actividades asistidas con perros y también terapia. Enseñando el perro como apoyo motivacional. Es una pasada lo que pueden aportar los perros a la sociedad.