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Imagen de la Plaza de la Victoria, Archivo Municipal

Cuando los monos dominaban la Plaza de la Victoria

Los propios historiadores no se ponen de acuerdo en la procedencia de los simios, pero sí en cuál fue su destino final y, en concreto, del famoso 'Perico'

Sábado, 4 de mayo 2019, 00:34

Palmeras canarias, rosas de china, naranjos amargos jacarandas dan hoy un ambiente exótico a la popular Plaza de la Victoria, eje central del barrio malagueño que le da nombre. Hoy, sus únicos habitantes son esculturas del artista Mario Anaya, pero hubo otro tiempo en que esta plaza, conocida por toda Málaga como el Jardín de los Monos, tuvo unos moradores más ruidosos e inquietos, que sí le aportaron exotismo y que le dieron su sobrenombre actual.

La plaza, que cambiaría por completo su fisonomía en los años 60 del pasado siglo, albergaba en el centro de la misma una gran jaula con monos hasta mediados de los 50. Los propios historiadores no se ponen de acuerdo en la procedencia concreta de los simios, pero sí en su presencia y cuál fue su destino final.

El propio periodista y poeta Manuel Alcántara explicaba en 'Si mal no recuerdo: La Málaga de mi infancia': «El día de la entrada de las tropas, tan célebre como 'el día de los nueve aparatos', me llevaron a las cercanías del jardín de los monos, donde habían transcurrido, al parecer, mis dos primeros años de vida. (No llegué a conocer más que a un mono, que tenía una mala leche enorme, pero justificada. Los niños sustituían los caramelos por piedras, cosa que le decepcionaba mucho. Su venganza consistía en quitarles las gafas a las personas que se acercaban demasiado y machacárselas coléricamente)».

Durante muchos años fueron atracción de niños y mayores en el barrio de la Victoria. Cuando acabó sólo quedando uno, el recordado popularmente como mono 'Perico', se comenzaría a labrar su particular camino al exilio que lo llevaría hasta el interior de la provincia. «En su jaula gigante el mono 'Perico' hacía burlas a los niños e indecencias a las niñeras. Un buen día la jaula desapareció, y decían que fue llevada a Humilladero con su mono juguetón. Hubo malagueños que fueron hasta dicha localidad expresamente a ver y saludar al monito vecino del barrio», recordaba Rafael Soto Salido en las páginas de SUR.

En 1963 se renovó el ajardinamiento de la plaza y se instaló el conjunto escultórico actual, compuesto por un homenaje a la madre y una serie de estatuillas de bronce que representaban figuras infantiles desarrollando juegos y entretenimientos por encargo del entonces alcalde Francisco García Grana. Con el paso del tiempo casi todas las esculturas fueron robadas o dañadas por actos vandálicos y en el año 2009 Amaya volvió a modelar seis de ellas que fueron reinstaladas en la plaza, cuenta el historiador Víctor Heredia. Hasta hoy, un jardín de los monos sin monos.

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