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Víctor Heredia
Domingo, 27 de agosto 2023, 00:11
U-na-co-pi-ta…deo-jén. ¿Quién no ha llamado a una puerta con los nudillos o ha dado los correspondientes golpecitos siguiendo las ... siete notas de este soniquete? Puede que a las nuevas generaciones no le sea tan familiar, pero durante mucho tiempo el nombre de esta localidad situada entre la Sierra de las Nieves y la Costa del Sol ha ido ligado a esta musiquita. O más bien al aguardiente al que hace referencia esa copita.
La historia de esta famosa bebida espirituosa fue escrita hace años por José Bernal en un libro titulado 'El aguardiente de Ojén. Historia y leyenda'. Ambas comienzan en 1830, cuando el rondeño Andrés Morales establece una destilería en Ojén para producir un aguardiente anisado en cuya elaboración emplea vino de la zona, matalahúva, azúcar y agua, pero utilizando algún procedimiento o ingrediente especial que le daba un sabor diferente. Y ahí está la leyenda, la de la fórmula secreta del aguardiente de Ojén. El hijo del fundador de la destilería, Pedro Morales, consiguió que su producto fuera conocido y que ganara fama en toda España, acumulando medallas en exposiciones nacionales e internacionales y obteniendo el título de proveedor de la Casa Real.
El crecimiento del negocio le hizo abrir sede en Málaga hacia 1870, primero en la calle Mártires y definitivamente en el Llano del Mariscal, donde la destilería funcionaba en 1903 con una máquina de vapor, ya bajo la denominación de Hijo de Pedro Morales. El éxito del aguardiente hizo que surgieran numerosas imitaciones, aunque Pedro Morales siempre se reivindicó como el único legítimo. Solo en Málaga existían a finales del siglo XIX seis fábricas de aguardiente de Ojén, además de la de Morales. Y también aparecieron aguardientes 'tipo Ojén' por todo el país. Había fabricantes de anisados finos que usaban el nombre genérico en lugares como Jerez, Coca, Cariñena, Badalona, Melilla, Valladolid, Madrid, Cazalla y Constantina, por citar algunos.
Un periodista madrileño mostraba su cansancio por la 'media copita de ojén': «Es el timo de moda este verano y se vaya por donde se vaya oiréis el sonsonete que acompaña a esta ingeniosa frase. Este sonsonete son los últimos compases de un baile inglés, y ya lo saben hasta los perros de agua». Y era cierto. Las siete notas sonaban en la canción 'At a DarktownCakewalk', compuesta en 1899 por el norteamericano Charles Hale (1899). Luego la melodía fue utilizada en muchas canciones populares anglosajonas, de donde pasó a España. En Estados Unidos, donde es una musiquilla muy popular, la letra que la acompaña es: «Shave and a haircut… Two bits». Es decir: un afeitado y un corte de pelo… 25 centavos. También circula la variante «Shave and a haircut… Shampoo», de una canción del año 1939 inspirada en la de Hale. Fue empleada en los primeros dibujos animados y como consigna de identificación entre los soldados norteamericanos en la Guerra de Vietnam. Cada país tiene su propia letra para esta sencilla melodía.
En la publicidad de principios del siglo XX se insistía en el carácter higiénico, tónico y digestivo del anisado de Morales y, sobre todo, en «un sistema de fabricación especial que es un secreto vinculado de padre a hijo, que solo conoce esta antiquísima casa». En 1920 la familia Morales vendió la bodega y destilería a tres socios malagueños: los hermanos Juan y Antonio Carrasco y Juan Benítez. Bajo la razón social Carrasco y Benítez la marca vivió una nueva expansión antes de entrar en una etapa de decadencia que culminó con el cierre en las décadas centrales del siglo XX. Hay quien dice que los nuevos propietarios no consiguieron la fórmula original y que ahí estuvo la causa de su desaparición, pero más importancia debió tener la caída de la demanda de este tipo de bebidas de alta graduación por los cambios de hábitos sociales. Después ha habido varios intentos de retomar su producción. La bodega del Llano del Mariscal permaneció en pie, con un atractivo mosaico de azulejos, hasta su demolición en los años noventa.
El ojén se hizo un hueco en la cultura popular. Aparece en numerosos textos literarios, como en las novelas 'Tener y no tener', de Ernest Hemingway (en la que varios de sus personajes toman el cóctel OjenSpecial), y 'La colmena', de Camilo José Cela. Picasso incluyó el nombre de Ojén y el perfil de su característica botella en su obra 'Bodegón español', de 1912.
Fue poco después de la compra de la destilería por Carrasco y Benítez cuando el nombre del ojén, ya como bebida, adquirió notoriedad musical. En 1921 se popularizó en España una canción humorística titulada 'Una copita de ojén', con música del maestro Ricardo Boronat y letra de Luis Esteso, que era cantada por la hija de este último, la entonces jovencísima Luisita Esteso. Eran los tiempos del Desastre de Annual y el país estaba para pocas alegrías, pero la composición dedicada al ojén se convirtió en el cuplé más popular de España en aquel triste verano. Los conductores de coches y tranvías repetían el sonsonete con las bocinas y las campanas. El gobernador civil de Madrid tuvo que prohibir semejante exceso y en los teatros y en las plazas de toros se escuchaba en forma de palmas. Se llegó a decir que Luis Esteso iba a ganar más dinero con la canción que todos los fabricantes del aguardiente juntos.
A final de ese mismo año fue registrada otra canción titulada '¡Media copita de… ojén!', con letra de Guillermo Hernández Mir y música de Genaro Monreal e Ildefonso Alier, como creación de Pastora Imperio. Poco después la discográfica Odeón tenía en su repertorio otro cuplé con el título 'Una copita de ojén', registrada en 1922 por el músico José Font de Anta, con letra de Asenjo y Torres, e interpretada por Dora la Cordobesita. Estas, por supuesto, también incluían el dichoso soniquete, que en realidad no apareció como recurso publicitario del aguardiente que había nacido en Ojén.
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