El centenario de Italcable
Víctor Heredia
Miércoles, 13 de agosto 2025, 00:24
Entre 1860 y 1920 se calcula que emigraron a América unos 16.000.000 de italianos. Muchos regresaron a su país, pero más de la ... mitad se instaló definitivamente en Estados Unidos, Brasil y Argentina. El 9 de agosto de 1921 se constituyó en Milán la empresa Compagnia Italiana dei Cavi Telegrafici Sottomarini, fundada por el ingeniero Giovanni Carosio. Su objetivo era la instalación de un cable telegráfico submarino que uniera Italia con Estados Unidos y América del Sur. Apenas un mes después, el 12 de septiembre, firmó un contrato con el gobierno italiano para llevar a cabo el proyecto.
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El cable partía de Anzio, ciudad costera situada a unos 50 kilómetros de Roma, y contaba con un punto de amarre en Málaga antes de cruzar el Estrecho de Gibraltar y bifurcarse en dos, una línea que a través de las Azores llegaba hasta Nueva York y otra que, tras pasar por Las Palmas, Cabo Verde y la isla de Fernando de Noroña, tocaba el continente americano en Río de Janeiro y terminaba en Buenos Aires. El gobierno español, por decreto de 18 de julio de 1922, le otorgó la concesión para el cable telegráfico submarino entre Italia, Málaga, Las Palmas y América del Sur. Esta primera concesión fue ampliada con otras dos, que autorizaban las líneas Italia-Barcelona-Málaga (1926) y Málaga-Lisboa (1927).
Más adelante, la compañía cambió su nombre por el de Italcable, ServiziCablografici, Radiotelegrafici e Radioelettrici. El ascenso de Mussolini al poder en Italia, en 1922, consolidó el proyecto, que aspiraba a mantener y mejorar el contacto de los emigrantes italianos con su país de origen. El mismo Mussolini afirmaba que era una «absoluta e improrrogable necesidad para Italia, un elemento indispensable para su expansión económica». La propaganda de la época también destacaba que el nuevo cable iba a permitir la comunicación entre España y América «sin que nuestros telegramas tengan que sufrir ninguna escala en países extranjeros». Una parte del capital de Italcable fue suscrito por ciudadanos españoles.
A lo largo de 1925 fueron entrando en servicio los diferentes tramos del cable, hasta que el 12 de octubre se puso en funcionamiento el enlace entre Anzio y Buenos Aires. Varios meses antes, el 16 de marzo, se inauguró el cable entre Italia y Norteamérica. En Málaga se celebró un acto oficial al que asistieron las autoridades locales y otras procedentes de Madrid. Acudieron el marqués de Magaz, presidente interino del Directorio, en ausencia de Primo de Rivera; el embajador de Italia, Raniero Paulucci di Calboli; y el representante de Italcable en nuestro país, Víctor Pandueri.
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La comitiva, después de un almuerzo de honor ofrecido por el Ayuntamiento en el Hotel Regina, se dirigió a la estación que la empresa había construido en el barrio del Perchel. Allí los invitados fueron recibidos por el director técnico de Italcable en Málaga, Mr. Harlhy, quien realizó una visita a las oficinas y a la sala de aparatos. A continuación comenzó la recepción y transmisión de mensajes.
Mensajes y discursos
El primero fue enviado por el presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, al rey de Italia, al que siguió otro del rey de Italia al monarca español. Luego le llegó el turno al intercambio de telegramas protocolarios entre Primo de Rivera y Mussolini y aún hubo tiempo para más mensajes y algunos discursos.
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Después, las autoridades se desplazaron a la playa de La Misericordia, donde estaba la caseta de amarre del cable junto a la fábrica de San Carlos. Llegando a la caseta el obispo sufrió una caída al pisar suelo embarrado. Fue la anécdota del día. Los asistentes se dirigieron a la playa a disfrutar de las vistas. Allí se trató de la cesión a la ciudad del castillo de Gibralfaro y Torcuato Luca de Tena, director del diario ABC, expresó que «no podía explicarse cómo Málaga no está declarada la estación invernal española». Al día siguiente el embajador de Italia fue agasajado con una excursión al Chorro y con una visita a las bodegas de López Hermanos.
Málaga ya era punto de amarre de otros cables telegráficos de interés estratégico. Desde 1891 existía uno entre la ciudad y Ceuta y en 1921 se estableció otro enlace con Melilla. El servicio de Italcable era atendido por funcionarios españoles del Cuerpo de Telégrafos, aunque parte del personal técnico sí era italiano. De hecho, algunos de aquellos italianos acabaron formando familia en Málaga.
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En febrero de 1926, coincidiendo con la estancia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia para inaugurar el Hotel Príncipe de Asturias, el rey habló desde la sede de Italcable con los aviadores del 'Plus Ultra', que habían completado la primera ruta aérea entre España y América del Sur.
La huella de Italcable
El interés estratégico del cable submarino que unía Italia y España con América era indudable. A los pocos días del inicio de la Segunda Guerra Mundial los británicos cortaron la conexión en aguas cercanas a Málaga. El servicio en el tramo entre Málaga y Las Palmas no se restableció hasta 1949. En esos años el cable tenía que hacer frente a la competencia de la radiotelegrafía. El gobierno español ordenó en 1959 que el servicio de Italcable pasara a ser desempeñado por la Compañía Internacional de Radio Española (RADIAR). En septiembre de 1970 la empresa italiana anunció el cese de la actividad de sus cables telegráficos submarinos, superados por el desarrollo tecnológico. En Málaga sus dos instalaciones quedaron abandonadas. La caseta de la playa de La Misericordia desapareció años después. La estación de El Perchel, construida en parte del antiguo convento de Santo Domingo, de estilo regionalista, fue adquirida en 1988 por la Congregación de Mena, que acometió en 1999 su rehabilitación, en la que se eliminó el letrero con el nombre de la empresa. Actualmente es sede de la UNIA.
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