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Encontrarse un alimento con moho en la nevera o en la despensa no es algo extraño si se ha dejado un tiempo sin ingerirlos. Pero, ¿qué hacer con esos alimentos con moho: se tiran o se pueden comer? Muchas veces la creencia popular nos decía que se podían tomar tras quitarle la parte mala, pero la OCU ha elaborado una guía para saber en qué alimentos se puede llevar a cabo esta medida. Aunque el consejo general pasa por tirarlos a la basura, ya que el moho puede producir micotoxinas, sustancias tóxicas capaces de inducir cáncer y alteraciones genéticas, además de que junto a los hongos pueden crecer bacterias patógenas indetectables por el ojo humano..
La Organización de Consumidores y Usuarios detalla que sólo hay tres grupos de alimentos en los que se puede quitar el moho y luego comerse el producto restante sin problemas:
«En el jamón, la cecina o el salchichón, es normal que aparezca algo de moho si tardan en consumirse. Raspa el moho y toma el resto», aconseja la OCU.
«Los quesos duros, es decir, aquellos que tienen poca humedad, como el manchego, el emmental o el gouda, se pueden comer después de quitar con un cuchillo toda la parte que rodea el moho, con una propina de dos centímetros alrededor y por debajo de la zona afectada», detalla la entidad.
«Los vegetales de carne firme, como la zanahoria, el pimiento o el repollo, se pueden comer tras quitar con un cuchillo toda la zona alrededor del moho, incluido el mismo margen de seguridad de dos centímetros alrededor y por debajo», explica la OCU.
También la Organización de Consumidores y Usuarios enumera los productos que bajo ninguna circunstacia se deben comer si se ve cualquier atisbo de moho en ellos: los fiambres, el beicon, la panceta, las salchichas y los embutidos tiernos como la butifarra o la mortadela; los quesos blandos, molidos, troceados o en lonchas, los yogures, la mantequilla...; los quesos hechos con hongos; las frutas y los vegetales de carne blanda o harinosa; los guisos, los platos preparados, las sobras y los alimentos cocinados a base de cereales (pasta, arroz...); el pan y productos de panadería y bollería; y jaleas y mermeladas.
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