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"Pegar siempre es un error. Sí o sí", dice el especialista Álvaro Bilbao.
¿Le has dado un azote o un tortazo a tu hijo? Aquí unas claves para arreglarlo

¿Le has dado un azote o un tortazo a tu hijo? Aquí unas claves para arreglarlo

Pese a que la violencia física está prohibida por ley hay padres que aún recurren al castigo físico ocasional para corregir a sus hijos. En muchos casos ocurre cuando pierden los nervios. Estas son las pautas a seguir para solucionar estos episodios

Rossel Aparicio

Sábado, 1 de abril 2017, 01:55

Ya no le resulta extraño. Al terminar sus conferencias es frecuente que a Álvaro Bilbao, -psicólogo, neuropsicólogo y autor de 'El cerebro de los niños explicado a los padres'- se lo pregunte algún que otro padre: "En ocasiones le doy una bofetada a mi hijo, ¿soy un mal padre o una mala madre?, ¿qué puedo hacer?". No es la consulta más habitual que recibe este especialista pero sí una de las más recurrentes. El progenitor en cuestión lo hace siempre en privado, con un gran sentimiento de culpa en la mayoría de los casos: "No es algo de lo que se sientan orgullosos pero ocurre. No hay que obviarlo sino buscar una solución", defiende el experto. "En muchos hogares es -afortunadamente- impensable el castigo físico pero, en muchas otros, se recurre al tortazo, al zarandeo o al cachete como forma ocasional de reprimenda. Ocurre más de lo que pudiéramos pensar", agrega el experto. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Cómo arreglar lo sucedido con tu hijo y evitar que no vuelva a ocurrir? Analizamos de la mano de Álvaro Bilbao las causas que provocan esta reacción en los padres así como las pautas básicas a seguir para saber cómo actuar en estos casos. "Pegar siempre es un error. Sí o sí", sentencia tajante el experto que también es padre de tres hijos de corta edad.

¿Soy un mal padre? ¿Es eficaz el azote?

Aunque la ley prohíbe la violencia o el maltrato físico hay padres que recurren ocasionalmente a pequeños castigos físicos para corregir o castigar a sus hijos, según constata el especialista. También destaca que en muchos hogares a los padres se les escapan las tortas o las collejas tras perder los papeles con sus retoños y después se arrepienten de ello. En ambos casos dichos progenitores demuestran, a juicio de Bilbao, carecer de herramientas o estrategias educativas eficaces para afrontar situaciones emocionalmente complejas. "Hay técnicas para no perder los nervios así como alternativas al castigo -ya sea físico o no físico-", indica el experto para quien una bofetada no es solo reprobable desde una perspectiva ética sino también desde un punto de vista pedagógico ya que es un método "ineficaz" para educar al niño. Asegura además que puede salir el tiro por la culata: "Pegándole no le enseñas nada, únicamente a resolver de una manera agresiva los conflictos con los que se encuentre en la vida". El niño asimila pues a que la violencia es un método válido y solucionará conflictos en el futuro de manera impulsiva. Según fudamenta el especialista con numerosos estudios, los niños objeto de reprimendas físicas son más propensos al abandono escolar en su adolescencia, a las conductas delectivas e incluso se inician antes en el terreno sexual.

Pese a todo, y respondiendo a la pregunta que le hacen en 'petit comité' los padres sobre este asunto, no los tacha de malos educadores: "Todos los padres, incluso los más calmados y comprensivos, tienen una paciencia finita. Que ocurran estos episodios no significa que seas mal padre o mala madre pero sí que deberías buscar una solución y un compromiso de no volver a emplear la fuerza. Buscar técnicas de autocontrol y otras opciones alternativas a la violencia. Existen cursos para que los padres aborden estas y otras cuestiones", asegura.

Consejos para no perder los nervios y evitar la bofetada

Respira hondo, cuenta hasta diez e intenta calmarte. Si eso no funciona, antes de dar el cachete, puedes poner en práctica estos consejos para mejorar tuautocontrol. Toma nota.

-Asume que los niños "no son autómatas". Es fundamental aceptar que son niños (aunque parezca algo obvio a veces se les olvida a los padres) y que no debemos esperar que obecezcan como si fueran robots, al momento y sin rechistar. Hay que tener cierta permisivilidad y asumir que a veces no van a responder a la primera de cambio o a hacer sus tareas tal y como a nosotros nos gustaría. Para lograr que obedezcan o asuman sus tareas habrá que trabajar con paciencia y esfuerzo, día tras día, en casa.

-Establecer unas normas claras que el niño sepa identificar. Bilbao apela a trabajar a diario esos límites con nuestros hijos para que, en situaciones delicadas, el niño sepa hasta dónde puede llegar.

-Reducir estímulos diarios. En ocasiones el uso en exceso de la televisión, el móvil o la tablet influirá en el estado de los niños.

-'Pasa la pelota' a tu pareja. ¿Estás a punto de explotar? Díselo a tu hijo, sal de la habitación y, si tienes opción, deja a tu pareja que asuma el conflicto con el niño mientras tu te calmas. "De esta forma descargas estrés y evitas perder los nervios", aconseja Bilbao.

-Vete una hora antes a la cama. El cansancio acumulado de los padres también afecta a su autocontrol. Si en lugar de acostarse de madrugada lo hacen antes estarán más descansados.

- Establece un protocolo de emergencia. Esta última es una técnica que usa el especialista con sus hijos y que, asegura, evita los gritos y disgustos en casa. Según cuenta, un día les gritó a sus tres hijos a la hora de la cena porque no le obedecían. Entonces sus hijos le regañaron y le comunicaron lo mal que se sentían cuando se enfadaba tanto con ellos. Él reconoció su fallo y acordaron entonces una especie de 'protocolo de emergencia' como alternativa al grito paterno. Es decir, que antes de explotar, se lo haría saber. La señal que acordaron para avisarles de que estaba a punto de estallar sería contar hasta tres. También les diría previamente que estaba a punto de gritar. Estoy a punto de enfadarme de verdad, voy a contar hasta tres y os quiero a todos sentados a a mesa, explica a modo de ejemplo. "A nosotros nos funciona. "De esta forma el cerebro de los niños sabe que están sobrepasando el límite de mi paciencia".

Le he dado una torta, ¿ahora qué?

Al contrario de los que pueda parecer debemos concebir este capítulo como una oportunidad para buscar nuevas estrategias educativas con nuestro hijo. A continuación, algunas pautas a seguir por los padres en estos casos enunciadas por el experto y psicoterapeuta.

1. Debes ser consciente de lo que acabas de hacer. Es decir, los niños son seres de pleno derecho y, por ello, no debe ser agredidos NUNCA. "¿Te imaginas zarandeando a tu mujer o pellizcándole el brazo porque tienes prisa en salir de casa? Pues no lo hagas con tu niño. Ellos también tienen sus derechos", dice Bilbao.

2. Reflexiona sobre lo que hizo que perdieras los nervios. El comportamiento del niño en sí no debe ser la respuesta o la excusa. Plantéate cómo actúas y las herramientras que utilizas en esos momentos de tensión. ¿Sabes cómo deberías actuar exactamente en esos casos?¿dispones de las herramientas necesarias para controlar la situación? Quizás debas leer estrategias, buscar métodos o apuntarte a un curso de autocontrol (lee de nuevo el apartado anterior).

3. Bajo ningún concepto justifiques al niño porqué lo golpeaste. "La violencia no tiene justificación nunca. No puedes decirle a un niño que le pegaste porque no obedecía. Recuerda que la violencia no es un método para conseguir cosas. Si le dices que lo hiciste porque no obedecía una orden, esta respuesta se convierte en una trampa muy peligrosa porque de alguna manera estamos justificando nuestra actuación".

4. Pide perdón con sinceridad y arrepentimiento. Si le pegaste, dile que lo sientes, reconoce que lo hiciste mal, pero no añadas razones a la disculpa. "Asume que te equivocaste, pide perdón y explícale a tu hijo que no volverá a ocurrir. De esta forma el niño no se sentirá culpable por haber recibido el tortazo".

5. Debes ser consciente de que el azote realmente no tiene arreglo. Debes tener en cuenta que hay bofetadas que pueden quedarse grabados en la memoria y en el corazón del niño para siempre. (Quizás ese pensamiento te ayude a planteártelo dos veces cuando tengas tentación de hacerlo otra vez en el futuro).

6. Aprende de tu error y comprométete a no volver a repetirlo. De nada sirve sentirse culpable y pedir perdón al niño si no tomas medidas para evitar que vuelva a ocurrir.

7. Si todo lo anterior no es suficiente y sigues aplicando estas técnicas plantéate pedir ayuda. "Hay profesionales que te pueden ayudar a manejar situaciones con calma, mejorar el autocontrol y desarrollar herramientas educativas eficaces", concluye el especialista.

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