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CHAPU APAOLAZA
Lunes, 31 de octubre 2016, 01:33
Madrid. Una mujer yazidí capturada por el ISIS en Irak camina por una habitación llena de hombres sentados. Es día de subasta. Desfila desnuda a la espera de que algún hombre se decida por ella y la compre. Da la orden con un pisotón en el suelo. Esa es la señal. La mujer hace el trayecto de la vergüenza en cueros con sus dos hijos de seis y ocho años de la mano. Encontrará un nuevo dueño que la viole, la drogue, la humille y quizás la mate. Cientos de mujeres europeas, formadas y con recursos, han visto en Daesh el sueño de su vida y han terminado en Raqqa violadas, drogadas o degolladas, o quizás saltando por los aires, despedazadas en las cuatro esquinas del mundo en nombre de Alá. Los mecanismos del horror que las llevan hasta son el tema central de 'Las novias de la Yihad', con el que Ángela Rodicio ha ganado por unanimidad el Premio Espasa 2016, un trabajo coral que trata de comprender lo incomprensible, «un malentendido de dimensiones cósmicas».
¿Dónde encontró los testimonios de las jóvenes radicales?
Por ejemplo, en Londres visité dos universidades privadas. Una de ellas era la Queen Mary y me confirmaron el alcance del fenómeno. Quedé sorprendida y preocupada. Era gente que no manejan ni bolígrafo ni papel en un mundo de ordenadores. Todo funcionaba a través de internet. Estas chicas tenían a su disposición a tutores online que les respondían a cualquier pregunta a cualquier hora. Cualquier cosa, hasta qué debían hacer si su padre le ordenaba apagar la luz a las diez, por ejemplo.
Que procedan de las mejores universidades del mundo desmonta el esquema de que todo el problema reside en la falta de recursos de los que se enrolan en el Daesh.
Claro que lo desmonta. En el Daesh hay gente que ha estudiado en el MIT, la mejor universidad del mundo. El Estado Islámico es un proyecto medieval con tecnología del siglo XXI. Eso lo convierte en la tormenta perfecta. Hay tal vacío en algunas personas, tal falta de proyectos que si les das un horizonte moral mal entendido, encuentran lo que quieren.
El director de la mezquita de Courcouronnes, una 'banlieue' al sur de París de donde salió uno de los terroristas de los ataques de Bataclan, me dijo que los musulmanes «no son amigos del vacío».
Claro. En la decoración islámica se llena cualquier espacio con pequeños detalles y cenefas salvo el lado que está orientado a la Meca. Eso es el miedo al vacío, el 'horror vacui'. Ellos creen que participan en el califato y eso llena su vida.
«No hay aquí o allá»
Hacen propio un proyecto ajeno.
Ya no hay aquí y allá, ellos o nosotros.
¿Cómo se enmarca la yihad en una adolescente de una gran ciudad?
Quizás las hijas de familias tradicionales que viven en ciudades modernas sean más vulnerables aún. Por ejemplo, la hija de una familia musulmana de Bangladés llega a Londres, que es una babilonia moderna. Vive en las afueras, en una barriada. De muros para adentro, solo sale de casa para casarse, pero fuera vive en el siglo XXI. Antes de casarse con el que manda su padre, se casa con uno de por ahí, uno que le manda fotos desde una mansión de Mosul con veinte habitaciones y que es un héroe que pega tiros por ahí, pero que tiene en la cocina los mejores electrodomésticos y les enseña vídeos dándole una galleta a un gatito. Cree que ese tipo la va a convertir en la reina de los mares. Todo esto es un malentendido colosal. Salen de un entorno represor, a vivir una vida sin culpa. Les lavan el cerebro, les facilitan el viaje (antes había vuelos a Turquía por 200 euros y las fronteras estaban abiertas) y está hecho.
¿Y cuando llegan?
Cuando llegan, es tarde. Ya no pueden escapar. Les recluta una brigada yihadista en la que les explican cómo es la vida. Llegan al horror. Les casan con cualquiera y si se quedan viudas, es lo máximo. Entonces les casan con otros. Muchas veces, el que les han enseñado no es el marido que les ordenan, pero no pueden escapar. Algunas se convierten en esclavas sexuales de tipos drogados y depravados. Las violan, las venden, las hacen posar en fotos provocativas... A las esclavas sexuales las esterilizan para que no tengan hijos y a una adolescente, esterilizarla es matarla.
¿Cómo se comportan las occidentales?
En muchos casos, las occidentales son muy crueles con las esclavas. Las usan para hacer la manicura, después les pegan y dejan que las violen. He escuchado muchos testimonios de esto. Se vuelven diabólicas, o es que ya lo eran o quizás hayan entrado en el juego. En realidad, llegan a ese mundo y todo es atroz. O matas o te matas a ti misma. Muchos se unen al horror.
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