La perrera
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EL EXTRANJERO ·
Aquellos que quieran tener una mascota tendrán que hacer un curso de formaciónEl grado de civilización de las personas puede medirse por el trato que dispensan a los animales. Recuerda uno aquellos tiempos vergonzosos de perros famélicos ... que deambulaban por las calles alimentándose de desperdicios hasta que aparecía la perrera y veíamos llevarse el perro para ser gaseado. O los paseos por el campo interrumpidos por un galgo ahorcado que ya no corría a la velocidad que su amo deseaba.
Brutalidades varias que alcanzaban su esplendor con la llegada de las fiestas. La cabra arrojada del campanario, los saltos para agarrar el pescuezo de la gallina y arrancarle la cabeza. Toros embolados o lanceados. Las celebraciones más alegres debían acompañarse por un maltrato animal para que aquello se pareciese a una fiesta auténtica, que culminaba en la plaza de toros con un ceremonial presuntamente artístico en el que se celebra la liturgia de la muerte, o la simple ferocidad humana vestida de lentejuelas. A saber.
Y a saber adónde nos lleva el movimiento de péndulo contrario. Después de que algunas salvajadas cotidianas hayan quedado atrás, ahora el ala izquierda del Gobierno ha pergeñado una ley de protección y derechos de los animales que quiere erradicar la crueldad del mundo, o por lo menos del mundo español, según nos ha anunciado la ministra Belarra. Además de la crueldad la ministra pretende erradicar una porción de sensatez, convirtiendo eso que pensábamos que era la civilización en una relamida filigrana. Aquellos que quieran tener una mascota tendrán que hacer un curso de formación. Más o menos como los cursillos matrimoniales, supone uno. Se prohíbe vender animales de compañía en tiendas, y nunca podrán servir de reclamo publicitario ni participar en belenes, cabalgatas ni procesiones si son obligados a mantener una actitud antinatural. Los pobres peces no pueden acogerse a ese derecho (de los pulpos no se ha dicho nada, todavía). Claro, que de todas formas, en las procesiones suele haber pocos peces y pulpos. Es de suponer que se prohibirán los sanfermines, y que la gubernamental RTVE dejará de cronometrar las antinaturales y brutales carreras de los toros por la calle Estafeta y no nos transmitirá a cámara lenta y con comentarios propios de Fórmula 1 los revolcones y cogidas de los simpáticos mozos. Tampoco habrá caballos en los desfiles de Semana Santa. Porque no es natural que un guardia civil o un bombero monten sobre un equino, ni que le pongan herraduras al bicho. Ni siquiera es natural que una persona que ha venido al mundo desnuda se vista de guardia civil o de bombero, o de ministra, que debería estar pastoreando a otro ganado y no a nosotros.
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