Cancelación, depende de para quién

En una entrevista reciente, Rozalén decía que a veces le «duele sentir miedo» ante la realidad que cada día arrojan las noticias: «Si sentimos miedo es que nos están ganando». Y lo peor es que está sucediendo, lo están consiguiendo. Da pavor comprobar cómo el poder de la primera economía del mundo está en manos de alguien que siente un desprecio total por quien no piense-sienta-sea como él. Es terrible asistir en directo al desmantelamiento de derechos ya conquistados a golpe de órdenes ejecutivas, sin debate alguno. Y asusta ver la inacción de los organismos internacionales y de todos los Estados democráticos ante tanto despropósito. Parece que ellos también tienen miedo.

Y, mientras tanto, hay vía libre. Él hace y deshace a su antojo, reestructura la geopolítica mundial acabando con guerras en falso (como Ucrania e Israel) y creando otras (arancelarias) al gusto. Propio, por supuesto, y de los suyos.

Al igual que el mundo de la cultura cancela a Karla Sofía Gascón y le hace el vacío por sus comentarios ofensivos, espero que en algún momento suceda lo mismo con Trump. En la cultura, por lo menos. Qué menos. Porque las quejas de momento son excesivamente tibias, no se escuchan lo suficiente y apenas hacen ruido. Y después, desde ese ámbito, donde históricamente se agitan muchos movimientos sociales, que se extienda a otros lugares de decisión y de poder. Porque en este caso, con tantos asuntos vitales en juego, el no hacer aprecio no es el mejor desprecio.