Cánovas
«La política es el arte de aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible»
JOAQUÍN L. RAMÍREZ
Domingo, 5 de marzo 2017, 10:15
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JOAQUÍN L. RAMÍREZ
Domingo, 5 de marzo 2017, 10:15
En el siglo XIX, en la España de tantos desencuentros, en los principios de la nostalgia liberal e ilustrada y de aquella gran transformación que supuso ver como se iban perdiendo las colonias y enfrentarse a la modernidad, el 8 de febrero de 1828, nació en Málaga Antonio Cánovas del Castillo. Intelectual, historiador y brillante político, fue un gran patriota español y un auténtico visionario de lo público, inteligente, leal y pragmático.
No sólo se ha escrito mucho sobre Cánovas, aunque quizá nunca suficientemente ponderado, él mismo fue un importante comunicador de sus análisis políticos, literarios, históricos y sociales; hasta de la poesía se ocupó como ortodoxo autor. De hecho, las 'Obras Completas' hace años publicadas -muy posteriormente a su muerte- son de grandísimo interés y de singular brillantez.
Monárquico, liberal-conservador, ocupado siempre de España, de sus crisis y su peligro constante de convivencia en tiempos convulsos, Cánovas del Castillo fue el gran impulsor de la solidez y continuidad del Estado y sus instituciones. «La política es el arte de aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible».
Don Antonio Cánovas, a la vista y el estudio profundo y crítico de la historia de España, concluyó que, deshechas todas nuestras constituciones escritas, sólo quedaban dos principios institucionales e históricos en la general mayoría de los españoles, la Monarquía y su principio hereditario y, de otro lado, la institución secular de las Cortes. Con estos instrumentos, con sus importantísimas aportaciones anteriores, el 'Manifiesto de Manzanares', el 'Manifiesto de Sandhurst' y aún sufriendo el 'Decreto de Orovio', bajo su gobierno, la Constitución de 1876, redactada por Manuel Alonso Martínez, fue una realidad.
El nuevo sistema que la Constitución implantó era el auténtico bosquejo, esqueleto e inicio vital de una democracia parlamentaria, la víspera de una primavera española. El Sufragio Restringido (1878) y el restablecimiento del Sufragio Universal a partir de 1890, son los primeros pasos de un régimen político que requiere la participación del pueblo para ordenar y regular el color y la composición de los gobiernos. Eso sí, el sufragio era sólo masculino, algo que sólo cabe interpretar a la luz temblorosa y dubitativa de aquellos tiempos, como de tantas otras cosas primigenias y demasiado elementales. También, tras renunciar a algunas posiciones propias, fue Cánovas quien firmó la definitiva abolición de la esclavitud en España en el año 1880.
El turnismo político pacífico, el 'canovismo', la corriente política firme defensora del bipartidismo y la alternancia en el poder, a imagen y semejanza de la democracia británica, sostenía que la monarquía tenía un papel especialmente moderador. Mediante el 'Pacto del Pardo' de 1885 se afianzó la estrategia de estabilidad con el especial propósito de afrontar la inminente muerte del Rey Alfonso XII, que ya temía. Sagasta y Cánovas efectivamente se turnaron como jefes del Gobierno y trabajaron para la consolidación de una España estable, el progreso económico y social en unas condiciones generales de vida realmente dignas de mejora y poner coto a los desmanes del anarquismo violento.
El 7 de junio de 1896, en Barcelona, un atentado presuntamente anarquista, ante la procesión del Corpus de la Iglesia de Santa María, causó 12 muertos y un no desdeñable número de heridos superior a 70. Ninguna autoridad sufrió ningún daño. Los posteriores 'procesos de Montjuic' dieron paso al encarcelamiento de unas 300 personas, la mayor parte fue liberada pasados unos días. Finalmente, tras rumores acerca de prácticas de tortura, se dictaron cinco penas de muerte, 20 cadenas perpetuas y algunas otras de extrañamiento. El posterior endurecimiento de las leyes antiterroristas no favoreció el olvido y meses más tarde en el Balneario de Santa Águeda en Mondragón (Guipúzcoa) Antonio Cánovas fue asesinado. Un anarquista italiano, periodista de profesión, Michele Angiolillo, descerrajó tres disparos a bocajarro al político español, según confesó, en venganza por las penas de muerte de Montjuic.
Antonio Cánovas del Castillo murió a la edad de 69 años. Fue Diputado por Málaga, Gobernador Civil de Cádiz, Ministro de Gobernación, Ministro de Ultramar y siete veces Presidente del Consejo de Gobierno. Fue un muy aventajado hombre de su tiempo y uno de los políticos más extraordinarios de la historia de España y de mayor aportación para las experiencias democráticas futuras. Hoy día, así debiéramos celebrarlo.
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