Adiós, Alexia, adiós
Alfredo Taján
Jueves, 5 de enero 2017, 09:33
Sabía que este momento, tarde o temprano, tenía que llegar; intuía los gestos contrariados, las llantinas, lamentos y frases hechas que se pronunciarían, la palabra revelada en la misa, la esperanza prometida que ya no está sino truncada, cercenada de cuajo; y sólo faltó la lluvia, porque ayer hizo una tarde espléndida y en el Olivar los cipreses y pinares, los jardines en su conjunto, se mostraron esplendorosos para despedir a una auténtica dama y verdadera amiga. Ayer hicimos una piña en torno a Alexia, que partió al más allá desde una capilla austera donde el silencio se oía y la luz era tamizada por velones antiguos. Lo que no adiviné fue la sensación aguda que me ha producido el inexorable tic-tac del tiempo ido, un tiempo que me ha estrujado el corazón hasta secarlo: no duden de que a partir de ahora mi corazón estará un poco roto. Alexia se ha marchado con la astucia de los discretos pero sin perder su porte elegante, su gran belleza, y nos ha dicho adiós con la sonrisa puesta mientras todavía escucho su voz sosegada en aquellas largas tardes donde, tras un velo pintado, todos nos confesábamos. Y es que en el fondo, y en la superficie, los vencedores y vencidos no éramos sino amigos, más que amigos, cómplices, y así lo defendíamos frente al enemigo común que pasaba por la calle, miraba hacia dentro, y no se atrevía a detenerse.
Con la prematura desaparición de mi querida Alexandra Hornbostel también se borra un punto de encuentro para un segmento destacado de la cultura de nuestra ciudad. A la 'Aduana Vieja' concurrió una variada fauna de escritores, gestores, hombres de empresa, galeristas y artistas plásticos de variada naturaleza y distinto pelaje. Y todo a pedir de boca: si deseabas ponerte al día ibas a la 'Aduana' donde circulaban noticias del mundillo cultural, programaciones, novedades editoriales y expositivas, nombramientos, dimisiones, y se analizaba el acontecer político-social diario: que si el presidente ha dicho tal cual y luego ha hecho lo contrario, que si el Alcalde te va a mantener ¿o no?, que si la Junta se equivoca, que si esto y aquello, algunas noches 'Aduana Vieja' se convertía en una gaceta viviente, en una redacción regada con espirituosos, donde a veces las discusiones subían de tono, hasta que Alexia intervenía y ponía orden: «señores, repórtense»; y no fue sólo un lugar de discusión y análisis, sino que se transformó en un espacio donde se organizaron inolvidables recitales poéticos, presentaciones de libros, conciertos, cócteles, cenas y sobre todo la fidelidad de los fijos, entre los que afirmo con orgullo me encontraba. Hubo un momento en que si alguien quería localizarme a la caída de la tarde no tenía más que acudir a la 'Aduana Vieja' y seguro que yo estaba allí junto a mi J&B con soda en vaso ancho.
Ahora la función ha terminado, el telón ha caído. La muerte de Alexia ha sancionado una época de mi vida, en definitiva, de la vida de una ciudad que necesita muchas vidas y siento que a mí me hubiera gustado vivirlas con ella. Hasta siempre.
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