Sostenella y no enmendalla
En Andalucía hay escándalos y cráteres sociológicos como para no enredarse en titulares facilones
Teodoro León Gross
Martes, 7 de octubre 2014, 12:55
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Teodoro León Gross
Martes, 7 de octubre 2014, 12:55
En el Siglo de Oro, era común entre los hidalgos la fórmula de 'sostenella y no enmendalla'. Básicamente un caballero nunca rectificaba para disculparse; antes desenvainaba. Por más que fuera invitado a deshacer una ofensa o un error, se aferraba a ese código absurdo del honor, donde en definitiva lo gallardo, aun a sabiendas de haberse equivocado, era mantenerse en sus trece. Y eso parece haberle ocurrido a Moreno Bonilla. Días atrás, en un programa de la televisión andaluza, se calentó: «Hay una cúpula del Partido Socialista que se ha enriquecido ilegalmente». Los conductores del programa le apuntaron que no había ningún dirigente imputado por enriquecerse, pero la respuesta fue 'sostenella y no enmendalla'. Desde el PSOE le invitaron a retractarse, pero 'sostenella y no enmendalla'. Aferrado a un exconsejero y un exdirector general ajenos a la cúpula del partido, 'sostenella y no enmendalla'. Hasta la querella, claro.
Pero casi más asombroso ha sido, después de todo esto, su reacción: «la señora Díaz responde con querellas a mi propuesta de diálogo». En fin, hay numerosas teorías sobre la tendencia de la política a situarse en planos irreales, a crear bucles retóricos ajenos a los hechos, pero alguien debería parar a Susano y decirle: «A ver, hombre, tranquilo, respira, así, hondo, y ahora piensa, nadie responde con querellas a tu oferta de diálogo, sino a tus injurias y calumnias, sí, son graves, pero tranquilo, respira.». Si se lo repiten despacio, varias veces, no hay que descartar que llegue a entenderlo. Eso sí, lo de Moreno Bonilla, más que asesores de marketing, parece requerir un buen terapeuta capaz de tratarle la esquizofrenia de su doble personalidad, a ver si se decide ya entre ser él mismo o ser Arenas. Decir barbaridades no era ni es su estilo. Salir así del anonimato puede ser inútil; de hecho a Arenas no le sirvió, en dos décadas, para ganar la presidencia.
Es difícil entender la apuesta de Moreno Bonilla. En Andalucía hay escándalos y cráteres sociológicos como para no enredarse en titulares facilones de esa catadura. No necesita tensar las costuras hermenéuticas de la cleptocracia; le sobra con la realidad: datos de los Ere, fondo de reptiles, Mercasevilla, Matsa, cifras cada vez más oceánicas del saqueo de la Formación... y un descrédito que alcanza ya al corazón de Europa, como ha retratado estos días Der Spiegel, hartos del despilfarro andaluz con los cheques de Bruselas, sólo en estos años de la crisis casi tres mil millones del Fondo Social. Y el descrédito no necesita retórica: malversación y la mayor tasa de paro en la UE. O lo del furgón de cola en Sanidad o Educación. Le sobra metralla para una guerra, ¿para qué enfangarse en injurias y calumnias? Definitivamente es de diván de psicoanalista.
Entretanto, la debilidad de Susano es una de las fortalezas de Susana.
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