Ibn Gabirol, mil años para un renacimiento

«Nos faltan estudios sobre su obra y es una pena que no se investigue más porque fue de los pocos filósofos de su época que se ocupó de ese mundo paralelo que solo tiene el ser humano que es el del pensamiento, el mundo de los conceptos», explica Juan Fernando Ortega, catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Málaga e impulsor de la Fundación María Zambrano en Vélez, que acaba de publicar 'Ibn Gabirol. Filósofo y poeta malagueño' (UMA Editorial), el primer libro que se edita con motivo de su milenario que se celebra el próximo año. Como (casi) todo lo que rodea al escritor de 'Fons vitae' y 'Keter Malkhut' (Corona real), la fecha de su nacimiento en Málaga tampoco está clara, aunque hay consenso en situarla en el año 1021, por lo que el aniversario del intelectual más influyente de su tiempo es una oportunidad para ese renacimiento de su figura al que también se unirá la organización el próximo febrero de un congreso sobre su legado organizado por la nueva Asociación Ibn Gabirol, además de la conmemoración a partir del próximo enero del año del poeta y filósofo tras la aprobación de una moción institucional de todos los grupos del Ayuntamiento de Málaga para reivindicar su herencia internacional.

Y es que antes de Picasso, el primer malagueño universal fue aquel joven Salomón que, tras salir de Málaga y encontrar un mecenas en Zaragoza (Yekuti'el ben Isaac, visir judío del rey árabe Mundir II), firmaba sus poemas con el seudónimo de 'Al Malaqí' (El malagueño). Dominaba el hebreo bíblico y el árabe, y ya desde joven mostró una asombrosa madurez en su poesía como la que se retrata como anciano pese a sus 16 años. Asimiló la filosofía neoplatónica y parte de su legado fue rescatar para Occidente la obra de Platón que más tarde marcaría el espíritu del Renacimiento, mientras que en el siglo XVII otro filósofo judío, el holandés Baruch Spinoza, también acuso la influencia de la ética hispano-sefardí del malagueño. «El gran símbolo de las tres culturas lo representó Ibn Gabirol que era judío, escribía en árabe que era el idioma que se utilizaba en Al-Andalus y fue traducido por el cristianismo, de ahí su gran influencia en su época, tanto en autores italianos como españoles», explica Juan Fernando Ortega, que añade que el malagueño también recogió las enseñanzas de otro pensador andaluz, Séneca, para incorporarlas a su obra, aunque desagraciadamente parte de su legado filosófico se perdió mientras que su poesía religiosa se conservó e incluso se incorporó a la liturgia judía.

Esa obra en verso ha sido traducida por la catedrática de Estudios Hebreos de la Universidad de Granada, María José Cano, directora de las Jornadas Ibn Gabirol, que se celebrarán en el Museo Picasso los próximos 10 y 11 de febrero por iniciativa de la Federación de Comunidades Judías de España y la asociación que lleva el nombre del poeta. Un seminario internacional –el primero desde hace décadas– que será el punto de partida del año dedicado al autor medieval y que contará con la filósofa Amelia Valcárcel y el catedrático del Jewish Theological Seminary de Nueva York Raymond P. Scheindlin. Aunque se pensó como un encuentro presencial, la pandemia ha variado el programa hacia un programa mixto con lo virtual, aunque el objetivo es sacar a Ibn Gabirol de los libros por lo que también se realizará una lectura poética en voz de los actores Aitana Sánchez-Gijón y Alberto Ammann, que invocarán los versos del maestro junto a su escultura de la calle Alcazabilla que esculpió el escultor norteamericano Hamilton Reed Armstrong.

Con sus diferencias, Cano pone a Ibn Gabirol a la altura de otro filósofo sefardí, el cordobés Maimónides, aunque popularmente el malagueño sea menos conocido. «No tuvieron el mismo reconocimiento porque la conciencia de la comunidad judía borró a Ibn Gabirol como filósofo, aunque lo conservó como poeta que se recitaba de aquí a Yemen», explica la investigadora y experta, que añade que frente al neoplatonismo del poeta, su colega andaluz abanderó un siglo después el neorracionalismo, que se adoptó como visión oficial de su religión. «Por eso, cuando el presidente de la Federación de Comunidades Judías en España, Isaac Benzaquén, me habló de la organización de estas jornadas en Málaga me dio mucha alegría porque supone darle la importancia que tiene a Ibn Gabirol que, desde el punto de vista de la filosofía, es mejor autor que Maimónides cuya influencia fue nacional, mientras que la obra 'Fons vitae' transcendió del mundo judío y influyó en la escolástica que transformó Europa», argumenta María José Cano, que dibuja al malagueño como un personaje de carácter difícil, aunque con una capacidad comunicativa en su poesía inigualable en su tiempo. «Diez siglos después de ser escrita, la lectura de su poesía elegiaca sigue emocionando», reconoce.

Otra de las claves del olvido de la figura del sabio malagueño fue precisamente la ruptura de la convivencia de las tres culturas. «Tras su muerte, el Papa declaró las cruzadas y la guerra entre las religiones, lo que supuso una ruptura definitiva durante mucho tiempo del mundo occidental con la cultura judía», explica el catedrático emérito Juan Fernando Ortega, que añade que el escritor y pensador fue víctima de ese fanatismo. Y del antisemitismo. La paradoja es que su obra, en parte perdida, en parte arrinconada, se conservaría precisamente gracias al cristianismo. Así, nos ha llegado su principal obra, 'Fons vitae', por la traducción al latín del original perdido y bajo la firma de Avicebrón, que fue tomado por un autor mozárabe. Así permaneció por los siglos de los siglos hasta que en el XIX el filósofo francés Salomon Munk encontró en la Biblioteca Nacional de París un manuscrito hebreo que hablaba de 'La fuente de la vida' y otros de sus libros e identifica a Ibn Gabirol como el verdadero autor oculto tras la obra del presuntamente cristiano Avicebrón.

Desde aquel descubrimiento, la rehabilitación y reivindicación del autor malagueño ha sido constante, aunque insuficiente. Incluso en su ciudad natal. Más allá del ámbito académico y universitario, si nos lanzamos tras la huella de Ibn Gabirol, los únicos estudiantes que podrían dar razón de su existencia son los alumnos el IES Ben Gabirol de la zona de Cruz de Humilladero. Y es que el nombre del poeta y filósofo hebreo es todavía transparente a los planes de estudio. Como es su huella en las calles. Apenas se puede rastrear en la torre mudéjar de la plaza de la Judería que exhibe su nombre entre los visitantes que acuden a esta oficina de Turismo. Mientras en la paralela, Alcazabilla, el estilizado bronce del sabio continúa oculto y sitiado en una esquina a la espera de una poda que se apiade de su olvido. O un cambio de ubicación que sería la mejor metáfora de la vuelta de Salomón Ibn Gabirol al pedestal de la Historia. Comenzando por su propia ciudad natal. Y la de su renacimiento.