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MELCHOR SÁIZ-PARDO
Miércoles, 11 de marzo 2020, 00:06
madrid. El Ministerio de Sanidad saca la artillería, aunque desde luego no con armas inventadas en el siglo XXI. Catorce días después de que se declarara la crisis sanitaria y tras 1.639 infectados, el Gobierno aprobó el primer gran paquete de medidas nacionales para frenar el coronavirus inspirándose en los libros de Historia. El ministerio que dirige Salvador Illa fía la contención del COVID-19 a las recetas más tradicionales para combatir cualquier epidemia: prohibir las grandes concentraciones y limitar la movilidad de la población para evitar contagios. «Tan simple como complejo», admiten en Sanidad.
El supuesto plan de choque llega un día después de que el Ejecutivo tuviera que cambiar el paso de manera apresurada para olvidarse del optimismo de los días anteriores y reconocer que no logra controlar la propagación del virus en las denominadas zonas de transmisión significativa (la Comunidad de Madrid, la ciudad de Vitoria, la población alavesa de Labastida y desde ayer La Rioja y la localidad burgalesa de Miranda de Ebro).
En este nuevo escenario, para el que el Gobierno ha improvisado el término «contención reforzada» para no hablar de la temida fase de «mitigación», Sanidad decidió ayer mojarse con algunos de los temas más impopulares como son las suspensiones de espectáculo deportivos y de ocio. Las medidas aprobadas pasan por prohibir la asistencia de público a todos los acontecimientos deportivos que «supongan una gran afluencia de aficionados». En realidad, el Gobierno veta todos «aquellos eventos que comporten un movimiento importante de aficionados», como pudieran ser las carreras populares.
El Ejecutivo, por el momento, deja abierta la puerta a mantener otro tipo de manifestaciones «no deportivas» multitudinarias, como pueden ser las celebraciones de la Semana Santa, las ferias de primavera en Andalucía o las elecciones vascas y gallegas. Estas concentraciones serán «valoradas caso a caso», anticipó Illa.
En las zonas de transmisión significativa las restricciones de las concentraciones serán mayores. Se suspenden en Madrid, La Rioja, Vitoria, Labastida y Miranda de Ebro «todas las actividades colectivas en espacios cerrados de más de mil personas». En los actos de menos de un millar de asistentes, se reduce a un tercio el aforo para mantener distancia de seguridad entre el público. Los museos quedan fuera de esta prohibición. No así cines y teatros.
Habrá limitaciones también para el sector más vulnerable en esta epidemia, los más mayores. Los viajes del Imserso van a ser suspendidos durante un mes. El Consejo de Ministros también decidió cancelar los vuelos comerciales directos entre Italia y los aeropuertos españoles hasta el próximo 25 de marzo.
En las cárceles de las zonas de transmisión alta Instituciones Penitenciarias restringe el acceso a los establecimientos de Madrid, Álava y Logroño, suspendiendo todos los contactos íntimos y permitiendo solo visitas en locutorios con mampara.
Dos decretos ley completaron la batería de ayer: uno para garantizar el suministro centralizado de todo tipo de productos, incluidos los no sanitarios pero que puedan ser de interés para combatir la epidemia, como pueden ser las gafas de protección; y otro en el que se fija que todas las personas en aislamiento preventivo serán declaradas en incapacidad temporal, una situación asimilada a la baja de accidente de trabajo, mucho más beneficiosa para el trabajador.
Estas medidas se suman al primer paquete de choque que el Gobierno aprobó el lunes, entre ellas el cierre de los centros educativos en la zonas de contagio comunitario, la promoción del teletrabajo en estas mismas áreas o evitar los «viajes innecesarios».
La decisión del Gobierno de comenzar a limitar las concentraciones humanas menos de 48 horas después de las marchas del 8-M ha creado suspicacias. Illa negó tajantemente cualquier intencionalidad. «El cambio de situación se produjo el domingo al anochecer cuando hubo un aumento de casos muy significativo en Madrid y Vitoria. No hay ningún otro condicionante que no sea la protección de la salud pública», garantizó el titular de Sanidad.
«Esto va a ser duro, esto no va a ser fácil... pero tiene un horizonte», explicó, al tiempo que recordó el que quizás es el único dato positivo de las últimas horas, 135 personas han recibido el alta hospitalaria tras dar negativo a los anticuerpos, aunque deberán seguir en observación domiciliaria.
Este segundo paquete de medidas de prevención llega en un momento crítico de la epidemia, cuando ya hay 36 personasfallecidas, 101 personas se encuentran graves en la UCI, las cifras de infectados casi se doblan día a día y los efectos de las medidas de contención puestas en marcha por el Gobierno tardarán días en dejarse notar.
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