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C. REINO
Sábado, 28 de enero 2017, 00:29
La carrera política de Santi Vidal (Sant Sadurní d'Anoia, 63 años) ha sido breve por su incontinencia verbal. Juez, padre de la hipotética constitución catalana, mártir del independentismo y ahora obligado a dejar deprisa y corriendo su escaño para no ser un obstáculo para el proceso soberanista.
Unas manifestaciones realizadas en unos 'bolos' secesionistas a los que acudía como animador para «generar ilusión» entre la tropa independentista han sido su tumba política. Le han caído críticas de todos los frentes, pero las más feroces llegaron desde su casa independentista. «Es megalómano» y tiene «afán de notoriedad», afirmó sin piedad Eulalia Reguant, diputada de la CUP.
Vidal, que decidió hacerse abogado por las series de televisión de los setenta Ironside y Perry Mason, siempre ha ido a contracorriente. Hijo de militar y alcalde franquista, empezó a coger notoriedad en los noventa por su negativa a condenar a los insumisos del servicio militar. Fue el primer magistrado que equiparó los malos tratos con un delito de torturas, fue pionero en el uso del catalán en la judicatura, condenó a una inmobiliaria por usar la vía penal para desalojar okupas, admitió una querella por crímenes de lesa humanidad contra l'Aviazione Legionaria de Italia por los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil y condenó a dos años a Pedro Varela, dueño de la librería Europa de Barcelona, por apología del genocidio.
Pero el asunto que le hizo célebre fue el de la Constitución catalana. Vidal fue la cara visible de un grupo de expertos independentistas que por su cuenta empezaron a redactar un borrador de Carta Magna catalana. «Me gusta complicarme la vida», dijo. «Cada uno hace lo que quiere en su tiempo libre. Algunos jueces tenemos aficiones raras», expresó. El Consejo del Poder Judicial no lo entendió así y en 2015 le expulsó tres años de la carrera judicial por vulnerar el deber básico de fidelidad a la Constitución y al ordenamiento jurídico.
El castigo le convirtió en uno de los mártires del proceso y fue su pista de aterrizaje en la política. Esquerra le acogió con los brazos abiertos y le situó como cabeza de lista para el Senado en las pasadas elecciones generales. Esquerra obtuvo diez senadores y arrasó en Cataluña. Le sustituye Masih Nahar, de origen indio.
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