Mercedes GLC híbrido enchufable diésel: el grand tourer del futuro
Juan Roig Valor
Miércoles, 24 de septiembre 2025
Cuando los coches comenzaron a poder recorrer distancias más largas –estamos hablando de principios del siglo XX–, los fabricantes desarrollaron lo que se conocería como ... los 'grand tourer', pensados para viajar por carretera de manera rápida y cómoda. Insonorización de cabina, asientos mullidos y suspensiones resistentes eran todos elementos que comenzaron a aparecer en los modelos de la época y que los convirtieron en símbolos de estatus.
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A día de hoy, un grand tourer no tiene mucho sentido: cualquier coche puede mantener los 150 km/h durante tiempo prolongado sin sufrir demasiado, pero es cierto que algunos lo hacen mejor que otro. Los alemanes, siempre preocupados por la precisión y la puntualidad, desarrollaron chasis capaces de soportar altas velocidades y motores capaces de entregarlas rápidamente.
Si hay un constructor que ha perfeccionado la fórmula, es Mercedes-Benz. Y aunque los SUV hayan reemplazado a las berlinas como las siluetas más populares y los fabricantes se estén volcando hacia la electrificación, la esencia sigue siendo la misma: llegar lejos rápido.
La respuesta a los problemas modernos de la marca de la estrella es el GLC 300 de, una de las pocas opciones híbridas enchufables diésel del mercado. Normalmente, los fabricantes optan por acoplar motores de gasolina en sus sistemas híbridos porque son más compactos y más sencillos mecánicamente, pero la combinación del gasóleo con la electricidad permite que los consumos sean verdaderamente frugales, y es sencillo alcanzar medias de 1,5 litros por cada 100 kilómetros.
Además, la potencia del conjunto no es desdeñable: el GLC 300de entrega 333 caballos y alcanza los 100 kilómetros por hora en 6,8 segundos, a pesar de sus 2,4 toneladas de peso, en gran parte como consecuencia de llevar la batería, que también quita espacio del maletero. Este sigue siendo amplio, pero tiene una curvatura poco habitual.
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El GLC es capaz de recorrer 120 kilómetros en modo completamente eléctrico, lo que le dota de la etiqueta Cero de la DGT y de unos modos de conducción a los que cuesta habituarse. Por defecto, el coche se va a mover de forma eléctrica hasta que necesita la potencia del motor o esta se descarga.
El modo Confort no existe y le sustituye el Híbrido, que cuenta con más presencia del térmico, igual que en Sport que, además de hacerlo más agresivo, también endurece las suspensiones y el volante. Finalmente, tiene uno nuevo, llamado Battery Hold, que permite mantener el estado de la carga de la batería por si acaso se quiere usar más adelante.
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Cargarlo al 100% tarda, en una toma de corriente continua de 20 kW, alrededor de una hora, aunque es posible aumentar la potencia que admite momentáneamente para reducir la espera.
La industria de automoción es tan competitiva que requiere actualizarse o morir, y el GLC es la apuesta –exitosa, pues es uno de los modelos que más vende– de la marca de la estrella para hacer frente a un mercado saturado de ofertas interesantes. Está bien equilibrado en casi todos los aspectos y, con los consumos que presenta, es fácil pensar en hacer viajes largos con él.
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