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Las familias han leído un manifiesto para exigir que sus hijos mantengan el servicio de fisioterapia. JOSELE
Padres del CEIP Juan Ramón Jiménez de Marbella claman por mantener la fisioterapia para sus hijos en el colegio

Padres del CEIP Juan Ramón Jiménez de Marbella claman por mantener la fisioterapia para sus hijos en el colegio

Los menores, algunos grandes dependientes, necesitan de tratamiento diario para sostener su calidad de vida

Joaquina Dueñas

Marbella

Martes, 7 de marzo 2023, 18:01

El próximo viernes 10 de marzo será el último día que diez alumnos con diferentes grados de diversidad funcional del CEIP Juan Ramón Jiménez reciban el servicio de fisioterapia escolar. Las familias de estos menores, arropadas por la comunidad educativa y por el Ampa Platero, se han concentrado par denunciar la desaparición de este «tratamiento fundamental» para sus hijos y exigir a la Junta de Andalucía «una solución urgente e inmediata», tal como ha subrayado la secretaria del Ampa, Antonia Cerván.

La razón del cambio tiene que ver con la jubilación del titular de la plaza, que estaba asignado al colegio por su condición de Residencia de Educación Especial desde su nacimiento en 1980. Su cambio a colegio ordinario ha hecho que desaparezca esta figura dependiente de Sanidad, no de Educación, del centro.

Desde la delegación territorial de Desarrollo Educativo de Málaga han trasladado a este periódico que están «estudiando las posibilidades para poder atender a este alumnado». Las familias, por su parte, han asegurado que la opción que les han dado ha sido el traslado a otros centros con estos servicios para lo que tendrían que ir a Málaga o a Estepona.

Además del lógico trastorno que esto provocaría en la vida de estas familias, «eso sería volver a empezar de cero», argumenta Lourdes Ruiz cuyo hijo tiene una lesión cerebral a causa de una meningitis a los dos meses. Con una discapacidad del 97 por ciento lo tiene claro: «Para mi hijo, la fisioterapia es la vida». «Es un niño de once años con la mente de dos meses y necesita que lo muevan y le hagan estiramientos musculares», ha afirmado.

Además, ha reconocido que «la atención de los profesores es buenísima, le tienen mucho cariño, saben detectar lo que le pasa y cómo actuar en cada caso».

Trasladarlo a un centro específico «les roba su normalización de vida», ha argumentado Virginia Velasco, otra madre que defiende el derecho de estos alumnos a relacionarse con otros niños. «Esto merma su salud y les roba su infancia», ha rematado. Y es que, según ha explicado Lourdes, los menores con discapacidad, muchos de ellos grandes dependientes como su hijo, «están contentos con la integración con el resto de los alumnos. Los llevan al recreo con los niños, en las fiestas están juntos, les dan cariño, les hablan y los miran como a un igual. Eso es importante para ellos», ha indicado.

«De sus cuidados depende su vida«

«Los niños especiales tienen que estar con los niños ordinarios, tienen que verlos y saber que existen, que son personas. Eso hace al ser humano ser más humano», ha defendido Silvana Macías, madre de un niño de diez años que cada día conduce desde Istán para llevar a su hijo al Juan Ramón Jiménez, porque «de sus cuidados depende su vida».

Visiblemente emocionada y cargada de indignación ha explicado que «cada cuatro meses tengo que meter en quirófano a mi hijo para que pueda seguir viviendo. Todo lo que estamos haciendo es para nada si luego pasa ocho horas en el colegio y no lo mueven».

Estos alumnos con necesidades especiales cuentan con tratamientos fuera del horario escolar, en Aspandem o en centros privados, «pero en el colegio, donde pasan tantas horas, es importante que tengan un cuidado específico porque les va la vida en ello», ha exigido Silvana. «Si los demás niños necesitan mesas, sillas y libros, los nuestros necesitan fisioterapia y se la tienen que dar porque es un derecho.», ha clamado.

La atrofia muscular espinal de su hijo está siendo tratada con Spinraza. «Llevará en torno a un millón de euros gastados en sanidad pública, para que ahora no tenga bien sus cuidados en el colegio. Si le dais a un niño el tratamiento más caro del mundo y luego no se le dan sus cuidados, ¿para qué sirve?», se ha preguntado.

Su situación no es una excepción en estas diez familias. El hijo de Jenny Moetefindt con síndrome de Down «tiene un problema de respiración, con bronquitis y neumonías recurrentes, además, de anomalías gastrointestinales. Necesita fisioterapia para no terminar en el hospital donde ha pasado dos de sus cinco años de vida», ha concluido.

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