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David Lerma
Marbella
Martes, 10 de septiembre 2024, 00:24
Carter Hu tiene 15 años y hace una semana llegó a Marbella procedente de Taipei, capital de Taiwán. No habla apenas español, pero la semana que viene comenzará a cursar 4 ºde la ESO en un instituto público del municipio. En el aeropuerto de Málaga lo esperaban su familia de acogida y dos miembros del club Rotary de Marbella, Federico Vallés y Alberto García, que ofician de embajadores de esta centenaria organización internacional, fundada en Estados Unidos, que, entre otras cosas, organizan programas de intercambio de estudiantes.
Carter aparece sonriente, con una americana roja que lo distingue como alumno de intercambio del club, al que sus padres no pertenecen; tampoco su familia de acogida. La membresía no es necesaria para que estos jóvenes pueden disfrutar «de una de las grandes experiencias de su vida», explica Eva Alberca, presidenta del comité de intercambio de uno de los tres distritos en los que se divide esta asociación en España. «Fui familia de acogida antes de conocer Rotary», explica. «Gracias a una amiga mía del club que tenía cáncer y cuyo hijo había ido a estudiar en Estados Unidos». Como no podía tener a nadie en su casa, Alberca se ofreció para acoger a la chica. «Iba a estar tres meses, pero al final se quedó seis», relata.
Tanto los alumnos que salen fuera de España como los que vienen tienen asignado un tutor, que vela por su integración en las ciudades donde residen. Carter es un chico abierto y curioso. Le gusta el cine, los videojuegos y el baloncesto. Pese a la barrera del idioma, al tercer día ya estaba jugando con un grupo de chicos de su edad en una cancha cercana a su casa en el centro de Marbella. Le gusta mucho la comida española y, aunque no lo expresa, le sorprenden mucho las costumbres españolas, como no descalzarnos al llegar a casa o el tono alto de la voz en las conversaciones.
Cristina Lima , su madre de acogida, envió a su hija Martina a California en agosto. No pertenece al club. «Estoy muy contenta por la experiencia, por Carter y por mi hija», asegura. Carter permanecerá hasta enero con ella y luego se instalará con otra familia española de intercambio de Marbella. En enero, llegará una estudiante de Australia.
«No todos los niños son aptos. Hay algunos padres que dicen que creeen que van a solucionar la vida a su hijo problemático. No es un programa para eso. Muchas veces el chico no tiene interés». Por eso hacemos reuniones de orientación», cuenta. La idea es que sean buenos representastes de su país.
Rotary supervisa las casas y las familias en las que se van a alojar y si existe un verdadero interés por la familia de acogida. «Se da el caso de que algunas familias solo quieren la experiencia para sus hijos y no están abiertos a la experiencia de tratar como a un hijo a la persona que va a venir. Todo eso lo filtramos». El expediente escolar no es determinante, pero es importante. «Hay distritos donde sí se la dan, como en Suiza. En general, pedimos un expediente por encima de la media», matiza.
«Lo importante es que tengan la mente abierta y quieran participar». Federico Vallés, de Rotary Marbella, afirma que «vuelven cambiados, con más madurez», una cuestión que inquieta a muchos padres. «Cuando se van, se va un adolescente; cuando vuelven, sus prioridades han cambiado», reconoce Eva, cuya hija Laura vivió la experiencia en Taiwán.
«No te digo que lo vayan a pasar mal, pero allí van a tener problemas», explica Eva Alberca. «Echan de menos a sus padres, los amigos, la comida. Lo primero que valoran es lo que dejan aquí y el nivel de madurez que alcanzan. Aprenden a solucionar sus propios problemas». A cambio, reciben cariño de sus familias de acogida. «Yo tengo hijas brasileñas, finlandesas y norteamericanas que siguen viniendo a mi casa. Si algún día mi hija se casa, su boda va a parecer la ONU. Las amistades que se forjan son para toda la vida»
«Cuando vuelven a España, vienen hablando de lo bien que se lo han pasado y los amigos no lo entienden. Al final se sienten más arropados con sus compañeros de intercambio», con los que viaja durante un mes por el país de acogido al terminar el instituto. Al final, estás amistades perduran. «Nunca estarás lejos de casa si haces del mundo tu hogar», concluye Eva.
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