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Este 'spot' de calle cuenta con bordillos y barandillas para practicar

'Decrepit Park', el último reducto del 'skate'

El cauce seco del Guadalmedina se ha convertido en único punto de encuentro para muchos patinadores en el Centro de Málaga desde hace años

ISABEL M. VARGAS

Domingo, 15 de junio 2014, 10:09

"El patín es vandalismo". Contundente, pero para los amantes del invento esta frase es una afirmación generalizada que resta puntos a la imagen de los 'skaters'. Málaga fue junto con Madrid, Barcelona o Sevilla, ciudad pionera del skate en España. La capital inauguró en la década de los 80 una feria navideña, conocida entre los vecinos como Juvensur, dirigida a un público joven y que causó furor. Desde entonces, el fenómeno, que ya había calado en la sociedad americana, sacudió a unos pocos adolescentes en la provincia. Todavía lo sigue haciendo. Nos desplazamos a las proximidades del cauce urbano del río Guadalmedina, donde amantes del patín habilitaron una zona para practicar skate en el centro hace dos años. El 'spot' de calle cuenta con numerosos bordillos y barandillas para practicar el deporte. Este refugio, coronado por un grafiti que da nombre al lugar, 'Decrepit Park', mantiene entretenidos a más de una veintena de malagueños diariamente.

"Antes no contábamos con tanta información y las tablas eran mucho más rudimentarias", cuenta Álvaro Rodríguez, veterano patinador malagueño, que llegó tarde a la cita porque acababa de cerrar su tienda, como hace cada medio día para acudir al improvisado 'skate park'. Rodríguez explica cómo Internet y las nuevas tecnologías han sido una gran ventaja para los 'skaters primerizos'. "Para hacer un ollie [una truco básico que se basa en la coordinación entre salto y movimiento de piernas] yo estuve un año, esta gente aprende ahora en dos meses con un tutorial de Youtube", revela el dueño de una de las tiendas con más variedad de patines en Málaga. Otro de los menoscabos de patinar en los 80'/90' es que no había tanta gente practicando este deporte, además de los "numerosos prejuicios" que se tenían en contra de los patinadores. "Antes nos tachaban directamente de majarones o niñatos en cuanto nos veían aparecer con un patín", narra entre risas 'El Gordo', como es conocido Álvaro entre los skaters.

Mientras tanto, algunos curiosos aminoran la marcha para observar desde el Puente de la Esperanza y sus aledaños a los patinadores hacer 'trucos'. "Desde que estamos aquí la imagen del río ha cambiado mucho. La gente siente curiosidad más que repulsión", explica Félix Ledesma, estudiante de tercer año de Filología inglesa que a la vez trabaja en una empresa dedicada a hacer sondeos. "Hay gente que viene a hacer turismo de 'skate'. Recuerdo que hace unos años conoció a un grupo de suecos se desplazaba a Málaga para patinar, subraya este joven con un parecido físico similar a Stacy Peralta, una de los figuras más emblemáticas del patinaje profesional a nivel mundial y protagonista de Los amos de Dogtown. Pero el patín está prohibido en el Centro, y en los barrios también se ha comenzado a vetar, según relata Nacho, un joven de 15 años que patina desde hace un año.

Nos saluda Isaac Fernández, otro aficionado que volvió de Estocolmo tras siete años de estancia allí. "De momento estoy parado, pero necesitaba volver a mi tierra", comenta este patinador con 15 años de experiencia. El 'skate' implica salir a la calle: "Si vas a hacer un truco de grind tienes que utilizar una superficie para deslizarte en ella", afirma Fernández que habla de la necesidad de mobiliario urbano adaptado. "Aquí en España tampoco hay una cultura del patín muy arraigada, ese es el problema", argumenta Isaac, que relata cómo en Estocolmo la gente paga cinco euros por una entrada a un skate park que incluye seguro médico, además de una enfermería dentro del complejo deportivo.

"Los parques de skate siempre lo hemos tenido a las afueras de Málaga (Benalmádena, Fuengirola) y el de la Colonia de Santa Inés está dejado de la mano de dios", subraya Alejandro Martínez, que insiste en la "necesaria" apertura del skate park del Parque del Norte, 'Málaga Rock', como se le conoce entre los patinadores. Recientemente el consistorio malagueño ha anunciado que la empresa municipal Málaga Deporte y Eventos se encargará de gestionarlo y es posible que abra sus puertas este verano. Mientras tanto, patinadores de toda Málaga acuden al río como "último recurso".

"Ahora los patinadores nos enfrentamos a multas de 60 a 251 euros", recalca Álvaro Rodríguez, que narra cómo dos policías municipales bajaron hace un mes al Guadalmedina para alertar a los patinadores de que les había llegado una queja de un vecino. "Es el único sitio que nos queda en el Centro", repite una y otra vez Ana Rodríguez, una estudiante de Traducción de inglés que empezó en el mundillo cuando su novio le regaló una tabla hace cuatro años. "En Madrid hay más chicas porque hay más zonas habilitadas para ello, por ejemplo", reprocha Rodríguez, que se ha lucido menos hoy, al estar lesionada. "Siempre ha sido un deporte de riesgo, pero en cuanto a materiales y diseño el patín ha mejorado", manifiesta esta malagueña de 23 años.

"La única manera de que se le dé una mejor imagen al skate es hacerlo por la vía legal. No digo que sea fácil ni tampoco sé cómo hacerlo", afirma Fernández. Como él, muchos 'skaters' intentan convencer a la sociedad de que el patín puede ser un "reclamo para la ciudad". "Han venido muchos skaters, patrocinados por marcas como Redbull a patinar aquí". Alejandro también argumenta: "La Costa del Sol es un 'meeting point' de skate a nivel mundial". Muchos de los patinadores malagueños comentan la situación que se vive al lado del MACBA, el museo de arte contemporáneo de Barcelona. Justo enfrente se encuentra la Plaça dels Àngels, un punto de reunión frecuente para los 'skaters' de la ciudad que atrae la mirada de los turistas y fomenta el deporte.

El reloj marca las diez de la noche. Unas cinco personas permanecen aún sentadas o practicando skate en 'Decrepit Park'. "¿Ves a ese chaval? Se tirará así tres horas y cuando consiga efectuar el truco se sentirá el niño más afortunado del mundo", explica el más veterano de todos, Álvaro, señalando a un chaval de apenas unos 16 años. Esta figura con aspecto de superhéroe underground (zapas, calva y tabla de skate colgada a modo de mochila en su espalda gracias a unos cuantos cordones) se marcha para volver mañana a patinar. Así lleva más de veinte años. "Y los que me quedan".

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