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Álvaro y Tomás González.
Crítica gastronómica: La Ménsula, un feliz aniversario
CRÍTICA GASTRONÓMICA

Crítica gastronómica: La Ménsula, un feliz aniversario

La incorporación a los fogones de Álvaro, el hijo de Tomás González, cocinero y propietario del restaurante, coincide con que este establecimiento malagueño cumple más de 20 años en la zona de La Malagueta

Enrique Bellver

Lunes, 20 de marzo 2017, 23:26

La incorporación a los fogones de Álvaro, el hijo de Tomás González, cocinero y propietario de La Ménsula, coincide con un feliz aniversario, pues este tradicional restaurante malagueño cumple más de 20 años en la zona de La Malagueta dando una cocina muy honesta a la vez que tradicional, aunque ahora, con esta incorporación, nuevos conceptos más jóvenes vienen a compartir un mismo espacio culinario.

Me gustaron esos conceptos más actuales que llegan a la carta y al plato después de haber sido muy pensados, y que para nada, al contrario de lo que suele ocurrir en otros establecimientos, transforman la cocina, sencillamente la complementan.

El cliente asiduo de La Ménsula, que por cierto son muchos, siempre se reencuentra con una cocina muy malagueña y popular, pero tiene la oportunidad, si así lo desea, de probar otros platos cuyo concepto es más actual, como por ejemplo el cuchifrito macerado y hecho a baja temperatura.

Personalmente fue uno de los platos que más me entusiasmaron en mi última visita a esta casa. Reconozco que el cuchifrito, tal y como lo preparan en el Valle de los Pedroches, en Córdoba, estaba entre mis preferidos, pero después de haber probado el que sirven en La Ménsula me declaro un ferviente seguidor del mismo. Son ya más de veinte años los que esta casa, lo mismo que su homónima de Trinidad Grund, llevan siendo un referente del buen comer por la calidad de su producto y el trato afable que dispensan a la clientela.

Aquí, en su carta, no nos vamos a encontrar con propuestas alternativas a las que desde siempre han funcionado y que han conseguido fidelizar al cliente. Lo alternativo, por así llamarlo, solamente queda reflejado en puntos de cocción y en presentaciones de ciertos platos, pero lo fundamental de la cocina de La Ménsula sigue inalterable. Por eso pienso que están viviendo un momento dulce en su feliz aniversario.

Hacía años, quizá demasiados, que no había vuelto por esta casa, creo que en la nueva ubicación no había estado siquiera. Me han gustado todas sus propuestas, incluidas la de los guisos de cuchara que cada día cambian. Los martes no hay que perderse la fabada, cada cucharada nos traslada al corazón de Asturias. Otros platos que han captado mi atención sápida son los pulpitos fritos por su finura en boca y lo bien trabadas que resultan las cocochas de bacalao. Me quedé con ganas de probar el guiso de chivito y el atún al modo de La Ménsula, platos que guardo para obligarme a repetir en visita a esta casa.

La carta de vinos guarda consonancia con la cocina que aquí se practica. Precios sensatos y referencias clásicas de Rioja y Ribera del Duero.

Así fue la comida

La mano del hijo de Tomás, Álvaro, en la cocina está aportando unos conceptos menos rigoristas y clásicos en la mayoría de las preparaciones. Me gustó el punto de crujiente dado a las ortiguillas del Cantábrico, un auténtico bocado salino de mar en el paladar. Muy suave el ajillo de las cigalas malagueñas saltedas, pero además tenían el tamaño justo para no perder jugosidad. No obstante, el revuelto de caviar de erizos y berberechos adolecía de un cierto atrevimiento al llegar un poco pasado de punto, pero a su favor estaba precisamente el sabor intenso que tenía. No me convenció el salmorejo de aguacate, pues no pasó de ser un guacamole y en cambio, el cuchifrito se llevó los grandes aplausos de la mesa.

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