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Las camareras de piso malagueñas preparan en Tabacalera su próxima movilización, el 25 de agosto en la plaza de la Merced. A. G.
Las 'Kellys' mantienen su lucha

Las 'Kellys' mantienen su lucha

Las camareras de piso, encargadas de limpiar los hoteles, reclaman una reducción de su carga de trabajo

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Sábado, 18 de agosto 2018, 00:41

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Comenzaron a alzar la voz para reivindicar sus derechos hace un par de años, hartas de ser tratadas como el eslabón más débil de la hostelería, y la lucha de las camareras de piso, encargadas de limpiar las habitaciones de los hoteles, ya está dando sus primeros resultados. En junio llevaron al límite la negociación del convenio sectorial para acabar con las malas prácticas de aquellas empresas que externalizan el servicio para ahorrar costes de personal, una treta que generaba situaciones de precariedad y desigualdad al permitir que los hoteles subcontrataran las labores de limpieza sin hacerse cargo de los sueldos y las condiciones de las 'Kellys', abreviatura de «las que limpian» y nombre de guerra bajo el que las camareras de piso reclaman mayor justicia laboral.

Muchas de ellas se encargan de acondicionar entre 20 y 30 habitaciones diarias por menos de 800 euros mensuales, pero el nuevo convenio cambia ese escenario. Tras semanas de conversaciones y varias amenazas de huelga, el documento, a punto de entrar en vigor, garantiza que las trabajadoras subcontratadas tengan los mismos derechos que el resto de sus compañeras, recayendo esta responsabilidad en los hoteles para los que prestan sus servicios.

Pero las 'Kellys', que en la provincia de Málaga representan a más de 4.000 limpiadoras de hoteles, consideran que «aún queda mucho camino por recorrer» y no piensan tirar la toalla. Han organizado una concentración en la plaza de la Merced el 25 de agosto, justo un año después de su primera movilización, por entonces en la plaza de la Marina. La reducción de la carga de trabajo centra ahora sus peticiones, conscientes de que la mayor parte de sus problemas, más allá de la precariedad económica, reside en las lesiones y dolores crónicos provocados por años de esfuerzo físico. Proponen que los hoteles realicen estudios ergonómicos para determinar el número de habitaciones del que pueden encargarse a diario, convencidas de que hasta ahora están asumiendo «el doble o el triple» de la carga de trabajo que les correspondería. «Cada vez hay más mobiliario, las camas son mucho más pesadas y nos estamos destrozando las articulaciones», explican durante una de las reuniones que organizan con frecuencia en una sala de Tabacalera cedida por el Ayuntamiento de Málaga.

Reivindican la jubilación anticipada y que sus dolores se consideren enfermedades laborales tras acabar con los abusos de las subcontratas

A la cita han acudido casi una treintena de mujeres. Muchas de ellas confiesan acompañar sus desayunos y cenas «de un Ibuprofeno» debido a los problemas derivados de la artrosis, el síndrome del túnel carpiano, la lumbalgia y otras dolencias que piden que sean consideradas enfermedades laborales. También reclaman representación en los consejos de Seguridad y Salud de sus empresas: «Queremos estar presentes en las reuniones donde se deciden por ejemplo, los cambios de colchones. No es ético que, sin consultarnos, se compre mobiliario más pesado del que luego tenemos que encargarnos nosotras y que muchas veces es imposible mover sin ayuda». La jubilación anticipada supone otro de los objetivos de sus movilizaciones: «Si hay colectivos que se jubilan con 58 y 60 años y nosotras hemos demostrado que padecemos enfermedades que son resultado de nuestra carga de trabajo, ¿por qué tenemos que esperar hasta los 65 años?».

«Pedimos que las empresas hagan estudios ergonómicos para determinar cuántas habitaciones podemos hacer en un día»

maría luisa expósito, camarera de piso

«Si hemos demostrado que padecemos enfermedades por nuestra carga de trabajo, ¿por qué tenemos que esperar hasta los 65 años para jubilarnos?»

mari trini jiménez, camarera de piso

En verano la situación se complica. «Hay muchos niños, camas supletorias, cunas y las habitaciones están llenas de arena y cacharros. En nuestro hotel nos piden que hagamos 18 habitaciones en cinco horas y da igual cómo estén. No damos abasto para atender a los clientes como queremos», explica Luz María Cabezas, que enumera las patologías acumuladas durante años de trabajo: «osteoporosis, síndrome del túnel carpiano, hongos en una uña y arritmia por esfuerzo físico». El desequilibrio entre el tiempo que requiere cada habitación y las exigencias de sus empresas provoca que la mayoría de 'Kellys' acabe regalando tiempo de trabajo saltándose su descanso o saliendo más tarde de lo estipulado sin cobrar horas extra.

Zonas comunes

Inma no quiere revelar su apellido. Trabaja en un hotel del centro de Málaga y, al estar externalizada, recibe menos de 800 euros al mes por hacer 25 habitaciones diarias, «y de ahí para arriba». Las 'Kellys' también se ocupan de las zonas comunes de los hoteles: «No damos para más. Estamos molidas. Me duelen los tobillos, las caderas, los hombros y la espalda. Vivimos medicadas». Silvia Marín trabaja en unos apartamentos de Benalmádena: «Algunos tienen varios baños, terrazas… Y nos piden que los limpiemos como si fueran una habitación, en el mismo tiempo. Es imposible». Tampoco Mari Trini Jiménez, una de las precursoras de las movilizaciones del colectivo en Málaga, entiende las exigencias empresariales: «No se ponen en nuestra piel. Ni siquiera saben que no tiene nada que ver limpiar una habitación de salida, que tienes que dejar como nueva, que una normal, y a eso suma el tiempo que tardamos en hacer los pasillos, montar el carrito, desmontarlo, mover mobiliario… No podemos asumir tanta carga».

«En nuestro hotel nos piden que hagamos 18 habitaciones en cinco horas, da igual cómo estén. Ahora en verano están llenas de camas supletorias. No damos abasto»

luz maría cabezas, camarera de piso

«No damos para más. Estamos molidas. Me duelen los tobillos, las caderas, los hombros y la espalda. Vivimos medicadas»

inma, camarera de piso

María Luisa Expósito tiene 58 años y lleva 25 trabajando como camarera de piso. Relata que, entre las 'Kellys', «nadie quiere dejar habitaciones sin hacer porque hay mucho miedo a perder el trabajo». Desde que comenzaron a visibilizar su trabajo «algunos empresarios han tomado nota y están despidiendo a la mínima para que no sigamos quejándonos». La situación explica «que a veces echemos nueve y diez horas diarias, porque a veces es el único salario que entra en casa y nadie quiere arriesgarse». Pero saben que unidas son más fuertes. «Sin nosotras, los hoteles se pararían», vaticina una.

¿Y cómo deja la habitación una camarera de piso cuando se queda en un hotel? «Pues procuro dejarla recogida porque sé el trabajo que cuesta limpiar 30 en ocho horas y lo poco que cuesta mantener ordenada una. Y si puedo, hasta hago la cama para ahorrárselo a la compañera», cuenta María Luisa. Palabra de 'Kelly'.

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