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Hulk, Trece o el payaso Pennywise pertenecen a la cultura actual del cine y de la televisión. La cara de enfado, la nariz sangrando y la sonrisa de la maldad les hacen a todos ellos fácilmente reconocibles, aunque ello no impide que a la mayor parte de la gente le pueda seguir sorprendiendo verlos tatuados en la piel de su vecino. Estas son algunas de las peticiones que ha recibido en estos últimos tiempos el tatuador malagueño Raúl Cruz, del estudio One Love; aunque hay que tener mucho cuidado con solicitarle algún motivo que esté muy a la moda, porque es probable que cuando le dé cita al cliente el 'hype' del momento ya sea otro diferente.
El furor de los tatuajes en todo el mundo, y concretamente en la provincia de Málaga, ya es una realidad desde hace varios años. El 'estigma' de que llevar tinta en la piel te reconocía con un tipo de clase social ha pasado a mejor vida, lo que ha provocado el surgimiento de decenas de estudios que trabajan a destajo para poder servir a la enorme demanda que se ha creado en estos tiempos, y que afecta a grupos heterogéneos e intergeneracionales.
De entre todos estos profesionales, en Málaga existen algunos de ellos que están tan solicitados que sus listas de espera pueden incluso superar el año. Ese es el caso de Raúl Cruz, cuyo estudio, situado en la calle Carretería de la capital, es uno de los epicentros de este arte en Andalucía. Con 13 años a sus espaldas, Cruz define su estilo como «realismo», aunque reconoce que a pesar del éxito, él sigue siendo un «currante» que trabaja ocho horas al día. «Creo que el tatuaje lleva una línea ascendente desde hace varios años en cuanto al interés de la gente, por lo que también es normal que cada día surjan nuevos profesionales; algunos mejores que otros, como en todo», sostiene.
Acostumbrado a tener estas enormes listas de espera (ha llegado a los dos años), Cruz defiende que un cliente sea capaz de esperar tanto tiempo para que pueda trabajar en su piel. «Al final ven como trabajas y lo que quieren es tener un tatuaje tuyo, por lo que no tienen problema cuando le das fecha para un año. Para evitar estos tiempos tan largos, lo que suelo hacer últimamente es cerrar la agenda cada cinco meses», relata.
Por si este trabajo en sí no fuera poco, Raúl Cruz suele hacer las veces de 'guest' en otro país; lo que significa que se le invita a un estudio de fuera para que trabaje unos días. «En estos últimos tiempos he estado tatuando en Nueva York y Los Angeles, y en breve me voy a Bruselas», relata. Aunque no es el principal motivo, lo que cobra allí por horas de trabajo suele ser bastante superior a sus tarifas en Málaga. «Mis trabajos suelen ser complejos y en varios días, por lo que en mi caso cobro por sesión. En el estudio estamos hablando de unos 400 euros (por unas seis horas de trabajo), pero en Nueva York por el mismo rato puedo ganar 1.500», admite.
«Hay que tener en cuenta que ya no hay perfiles de gente que se tatúa; lo hace todo el mundo; y además tiene que ser gente que tenga algo de recursos porque una persona muy tatuada termina teniendo artículos de lujo en su piel», añade.
Este tatuador malagueño alerta también de que hay que tener cuidado con el tema de las redes sociales. «A veces te encuentras perfiles en redes como Instagram que por las fotos parece que son dioses, y luego ves el resultado real sin filtros y te das cuenta de que no tenía nada que ver. Aún así, se les pilla pronto», afirma.
Aunque no sea Madrid o Barcelona, la provincia de Málaga es uno de los puntos fuertes de la industria en España. No en vano, el Palacio de Congresos de la capital acogerá en dos semanas la quinta edición del Málaga Tattoo Convention, un encuentro que reunirá a tatuadores de más de 20 países al abrigo de concursos, espectáculos y mucho trabajo. Así lo explica su responsable, Íñigo Abril, que además realiza una radiografía del sector. «Hemos intentado muchas veces contabilizar el número de estudios que hay en Andalucía o en Málaga, pero resulta muy complejo porque cada día surgen nuevos profesionales en una industria que crece de forma exponencial», afirma.
En cuanto a las listas de espera, a Íñigo Abril le parecen «normales». «Si quieres un buen profesional tienes que esperar, igual que alguien espera para ir a cenar a un restaurante de tres estrellas Michelín, cueste lo que cueste», pone de ejemplo. Aún así, considera que en la mayor parte de estudios –y a no ser que sea un tatuaje muy pequeño que se pueda hacer en un rato corto– la espera suele ir de media entre las tres semanas y los dos meses y medio o tres. «El evento del 14 y 15 de septiembre es una muy buena oportunidad para conocer el mundo del tatuaje más de cerca, y también para pasarlo bien», señala el responsable del evento.
Quién sabe mucho de convenciones es otra de las tatuadoras más importantes de la provincia, Viviana Calvo. A diferencia de su compañero Raúl Cruz, ella prefiere este tipo de eventos internacionales al formato 'guest'. Aún así, para tatuarse con ella en su estudio del barrio del Soho también hay que esperar un mínimo de un año. Preguntada sobre el porqué de su éxito, Calvo sostiene que se debe a cómo realiza el color dentro de su estilo neotradicional. «Las convenciones internacionales vienen a ser unos congresos donde se reúnen los artistas. A algunas acudimos más por el beneficio económico que supone tatuar fuera, y a otras para darnos a conocer», relata. «En estos casos intentamos hacer las cosas que nos gusten, aunque a priori no sepas lo que te va a pedir un cliente», añade. Alemania, Irlanda, Suiza, Barcelona o Granada son algunos de los sitios a los que esta malagueña ha ido en estos últimos meses.
En cuanto al número de mujeres que se dedican a tatuar, Viviana Calvo reconoce que aún son minoría, pero que la tendencia está cambiando. «Antes solo se tatuaban hombres, y eso provocaba hubiera más tatuadores hombres. Afortunadamente eso es diferente, y en mi caso tengo muchísimas mujeres que quieren tatuarse conmigo; aunque eso no tenga nada que ver con el estilo en sí», cuenta. De momento, las sesiones de Viviana Calvo suelen costar entre 450 y 500 euros, pero hay que armarse paciencia y esperar que tenga cita.
Además, no solo en Málaga capital existe este furor por los tatuajes, sino que prácticamente todos los grandes municipios de la provincia tienen una oferta variada de estudios. José González abrió hace 14 años su primer estudio en la calle Alba de Marbella, Ink-in Tattoo. Hace seis, daba el salto a Puerto Banús con un segundo local, Ink-in-Tattoo Banús, un punto de atracción para el turismo internacional que aprovecha sus vacaciones para llevar un recuerdo de su paso por la Milla de Oro grabado en la piel.
No es extraño que sea el verano la época en la que acumula más trabajo. «Es cierto que si eres bueno y tienes reconocimiento acumulas lista de espera, pero en esto también hay tema por discutir. Si trabajas, por ejemplo, sólo tres veces por semana y sólo por las tardes, acumularás más trabajo pendiente que yo, que trabajo todos los días mañana y tarde», defiende este amante de las Bellas Artes que vive precisamente unos ajetreados meses en los que gracias al equipo que le acompaña (nada menos que seis personas) puede ir sacando adelante trabajo. «Si el trabajo se te acumula de meses, se convierte en algo agobiante. Prefiero trabajar más horas y todos los días y hacerlo con más tranquilidad», sentencia.
El mundo del tatuaje en sí mismo es muy abierto y se contemplan decenas de estilos:realismo, tradicional, neotradicional, old school, new school u oriental son algunos de ellos, aunque parece que siempre ha habido algún tipo de modas. Según el tatuador Raúl Cruz, esta tendencia ha ido cambiando, y cada vez se hacen cosas más complejas. «Mi estilo es el realismo, y ahí finalmente se suelen hacer cosas más complejas que una estrella», explica.
En ese mismo sentido se pronuncia Viviana Calvo. «Antes el tatuaje estaba más enfocado a las modas, pero en estos momentos lo cierto es que dentro del mismo estilo se abarca muchos campos. Yo hago muchos animales, chicas...», explica. «Hace un tiempo hice un bebé ambientado en la iconografía azteca. Desde el momento en el que subí la imagen a las redes sociales me han empezado a pedir ese tipo de cosas, como un niño ambientado en un pirata, o en un indio, por poner ejemplos», matiza.
Por su parte, el marbellí José González reconoce con humor que lo que más se sigue demandando «son los chorratatu», que es como se refiere a los diseños más comunes y con los que muchos se inician en el mundo de los tatuajes. A saber: «frases, flores, el símbolo del infinito...». Defiende que el de tatuador, por encima de las modas, «es un oficio, y como tal no vale cualquiera ni cualquier forma de trabajar. Esto requiere de mucho estudio y preparación previa. Hay que tener cuidado con este 'boom' -advierte- y ponerse en manos de profesionales». En esta misma línea, Cruz y Calvo defienden que los diseños de cada uno que hay verlos sobre el papel y tener cuidado de los «vendehumos» que editan mucho las fotos para que parezcan algo mejor del resultado real del tatuaje.
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