Los emparrados tradicionales logran bajar hasta diez grados la sensación térmica en Málaga
Un estudio premiado de la UMA reivindica las formas y los materiales ancestrales para mitigar el cambio climático
Ni los diseños novedosos ni la tecnología: lo que mejor funciona contra el calor es un emparrado tradicional, que llega a reducir entre cinco y ... diez grados la sensación térmica. Esta es la principal conclusión del estudio: Evidencias sobre la mejora del índice de confort térmico y la habitabilidad en espacios bioclimáticos de la región mediterránea, que ha sido premiado en la Conferencia Internacional de Arquitectura y Urbanismo Contemporáneo que se ha celebrado en Turquía.
El informe, a cargo de la Cátedra de Cambio Climático de la UMA, fue realizado por el investigador Pedro Guerrero y el director de la misma, Enrique Salvo; con el apoyo de las estudiantes Ana Torres y Paula Quesada, que han realizado sus Trabajos Fin de Máster (TFM) sobre esta materia. La Cátedra tiene una línea de investigación sobre espacios bioclimáticos, que analiza las mejores soluciones para mitigar el calentamiento. En especial, el grupo trabaja sobre la conexión entre arquitectura y vegetación.

En una primera fase se estudiaron las condiciones climáticas de una finca en Coín, durante los años duros de sequía y calor de 2022, 2023 y 2024. «Esa finca tiene una casa con una arquitectura tradicional, con un emparrado y una alberca y estudiamos los índices de confort técnico en ese tipo de espacio, que es donde la cultura mediterránea se ha desarrollado toda la vida».
En este contexto, se observaron diferentes lugares con más o menos insolación, tales como el emparrado, «donde el ser humano hace que la vegetación crezca de una manera inteligente, en horizontal». También los muros anchos y encalados, el barro como material y la arboleda, especialmente las higueras. La recopilación de datos duró cuatro meses.
Vuelta al barro
La conclusión final fue que lo mejor que se comporta a efectos de mitigación del calor es el emparrado tradicional. Ello se debe a cuestiones tales como la conjunción con la orientación de la casa junto a la que se ubica, que reduce las horas de sol; unido al aporte de humedad y paso de aire de la vegetación. Unido a lo anterior aparece el uso de materiales bioclimáticos en la estructura del porche, de los que el barro es el mejor, a juicio de este experto.
En una segunda fase, se corroboraron los resultados en varias ubicaciones del campus de Teatinos. Para ello, se compararon los resultados con un espacio con insolación total en tierra, como es el llano frente a la Facultad de Ciencias. Otro con insolación directa en asfalto. También se estudiaron el Pabellón E4, un espacio educativo novedoso, diseñado por los arquitectos Juan Gavilanes y Ferrán Ventura, que procura mantener el confort térmico durante todo el año. Así como el patio de la Facultad de Turismo; la trasera de la cafetería del mismo centro, que es una isla verde con un gran emparrado de glicinias. Y, por último, el umbráculo del Jardín Botánico de la UMA.
En esta ocasión, el estudio se reforzó con imágenes recogidas con una cámara termográfica. «De todo esto, la conclusión fue la misma: el mejor índice de confort térmico lo da el emparrado». Estas observaciones ya están teniendo repercusiones en el diseño urbanístico de la ciudad. Los responsables de la UMA han tomado nota, según indica el investigador, de cara a aplicar soluciones baratas para reducir el calor en el campus. Pero también en los nuevos barrios: en el Distrito Zeta se va a utilizar esta fórmula para el diseño de las paradas de los autobuses de la EMT, entre otras aplicaciones prácticas.
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