Bogdan Mykhailov recorrió el mundo como artista de circo. Ñito Salas

«Todos los días hay bombardeos y apagones con -15º en invierno: no es posible la vida allí»

Cuando Rusia invadió su país la familia de Bogdan Mykhailov decidió quedarse: pensaba que tarde o temprano la guerra acabaría, pero se está prolongando demasiado tiempo y sus hijos no pueden criarse en un ambiente así

Domingo, 30 de noviembre 2025, 00:57

Bogdan Mykhailov, de 34 años, llegó a España el pasado agosto con su mujer y sus tres hijos de 6 meses, 2 y 4 años. ... Pese a la invasión rusa, decidieron quedarse en Ucrania, en la ciudad de Vinnytsia, hasta ese momento. Pero la vida tras más de tres años de conflicto se ha hecho imposible. «Todos los días Rusia envía 600 o 700 drones y 50 o 60 misiles balísticos. No es posible vivir ahí con los niños porque Rusia también provoca apagones. Podemos estar desde las doce de la mañana hasta las siete de la tarde sin electricidad: no puedes cocinar, no puedes hacer nada. Y ahora en Ucrania hace mucho frío», describe. El sistema eléctrico está destruido y las familias cuentan con generadores que no proporcionan energía suficiente para paliar el frío, que llega a los 15 grados bajo cero en invierno. Su ciudad no está muy cerca del frente, pero sabe lo que es combatir y, sobre todo, lo que es que dos o tres veces al día suenen las sirenas y correr a los refugios: «Estas son las razones por las que pienso que Rusia es un Estado terrorista: intenta matar a civiles; bueno, no lo intenta, mata a civiles todos los días».

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También cuenta que él, a sus 34 años, está en edad de ir a la guerra, pero que hay excepciones, como tener tres hijos. «Siempre soñé con una familia numerosa. ¿Por qué no nos fuimos antes? Porque pensábamos que algún día terminaría. Cuando nos dimos cuenta de que duraría mucho tiempo, nos fuimos. Teníamos una casa con todas las comodidades. Vivíamos muy bien. Ahora no tenemos nada», explica. Antes de esta vida bajo el asedio de la Rusia de Putin, la de Bogdan y su mujer fue una vida apasionante y casi bohemia: entre 2010 y 2020 recorrieron el mundo como artistas de circo. Se instalaron durante cinco años en China. Y su último contrato, entre 2017 y 2020, fue en un crucero. Ahí fue donde les pilló la Covid-19. No había lugar en que pudiera atracar el barco, hasta que se lo permitieron en un pequeño puerto italiano previa cuarentena. Tuvo que intervenir el consulado ucraniano para que pudieran volver a su país. De vuelta en su ciudad, la pareja emprendió su proyecto más querido: una gran escuela de circo.

«¿Por qué no nos fuimos antes? Porque pensábamos que algún día terminaría. Pero nos dimos cuenta de que la guerra durará mucho»

Con todo, el circo en realidad es una afición para ellos. Su actividad principal en los últimos años ha sido la tecnología. Y ésa es una de las razones por las que se han ubicado en Málaga: sabían que había un ecosistema digital y cosmopolita donde poco a poco pueden abrirse camino. También les gusta que en España el sistema educativo tenga calidad para sus hijos. Tienen la sensación de que aquí pueden prosperar.

La familia lleva apenas unos meses en la ciudad. Vive en una habitación en un centro de acogida con otras familias dentro del esquema de protección a quienes huyen de Ucrania. Dice, feliz, que sus niños están muy contentos, siempre jugando. La más mayorcita va al cole y el mediano, a la guardería. La pareja, mientras, va haciendo equilibrios para aprender español y seguir formándose en tecnología. Y da gracias por la bienvenida que le ha dado España. Esta familia es la muestra que los ucranianos aún hoy siguen huyendo de una guerra que persiste en el corazón de Europa.

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