La búsqueda de habitación salta de los portales inmobiliarios a las redes sociales
Grupos de WhatsApp en los que no cabe ya un usuario más, stories de Instagram, vídeos en TikTok: por ahí circula ahora la oferta y la demanda de pisos
«En los portales inmobiliarios ya ni me meto. Ahora utilizo grupos de WhatsApp, X, veo las stories de Instagram... Hasta por tik tok están ... ofreciendo habitaciones. Incluso hay gente que, cuando está buscando compañeros de piso, muestra por las redes sociales cómo es, cuáles son sus aficiones… porque además de encontrar alguien para la habitación que se ha quedado libre también quiere hacer amigos», comenta María Fuentes, quien, de hecho, acaba de encontrar piso por WhatsApp: vivirá en La Paz con otras dos chicas y cada una pagará 290 euros por su cuarto. «El proceso de buscar habitación es muy tedioso, hay que hablar con mucha gente, pero, ahora, por las redes sociales, yo hablo más con inquilinos de pisos que con los propietarios», asegura.
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El de buscar piso es un ritual por el que se pasa generación tras generación y sobre todo en esta época del año, cuando el curso comienza. Aunque el perfil de quien alquila una habitación no responde ya únicamente al estudiante que se muda de ciudad siguiendo su vocación, porque cada vez hay más trabajadores, también expatriados, que no pueden hacer frente al alquiler de un piso completo.
Ahora a su disposición, para emprender la búsqueda de techo, ya no sólo están los carteles que se ponían en los tablones de las facultades, en las tiendas de barrio o los que se pegaban en los semáforos. A los anuncios por palabras de los periódicos y publicaciones especializadas les han tomado el relevo los portales inmobiliarios, pero incluso éstos pueden estar caminando hacia su obsolescencia, sustituidos por WhatsApp, Instagram y Tik Tok, que se han demostrado lugares útiles para buscar piso. A veces en esas redes sociales se cuelgan enlaces de esas plataformas, pero las más de las ocasiones se suben las fotos, las características del inmueble y qué tipo de inquilino se requiere. O lo que necesita quien está buscando habitación. El caso es que los grupos están nutridísimos de personas. Algunos han llegado ya al límite máximo de usuarios.
Secuencia de la subida de los precios
María Fuentes lleva viviendo de alquiler desde que llegó a Málaga capital procedente de Antequera para estudiar Diseño Gráfico allá por el año 2021: el primer curso pagaba 250 euros en Parque Sur; el segundo curso, en Cristo de la Epidemia, alrededor de 270 euros, cantidad que luego subió hasta los 300 euros; después volvió al mismo piso de Parque Sur y ya le cobraban esos mismos 300 euros; en la habitación en la que temporalmente ha vivido este verano, en Carranque, el precio ya se le ha incrementado hasta los 350 euros, por lo que ha asistido al proceso de encarecimiento del alojamiento en Málaga. Aunque la factura de su nuevo piso le baja hasta los 290 euros y está muy contenta, porque, además, está a diez minutos del mar.
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Un reciente informe del portal inmobiliario Idealista situaba a Málaga como la cuarta ciudad más cara de España para compartir piso empatada con Palma de Mallorca. De acuerdo con ese estudio, el precio medio de una habitación en la capital se sitúa en los 425 euros, lo que supone un ascenso del 6% respecto a un año antes. Por delante en el ránking se colocan Barcelona, con 570 euros, como promedio por habitación; Madrid (527 euros); y San Sebastián (475 euros). La capital más barata, mientras tanto, es Jaén (240 euros, de media). Ese mismo informe, mientras mostraba un incremento de la oferta de habitaciones en Málaga del 45%, reflejaba una caída de la demanda –de las visitas a sus anuncios– del 19%, cifra esta última que puede tener su explicación en que ahora quien busca casa se ha pasado a las redes sociales.
Otro portal inmobiliario, Fotocasa, eleva el precio medio de una habitación en Málaga por encima de los 500 euros y lleva el de Barcelona, la capital más cara de toda España, por encima de los 600.
Alfonso del Río Vázquez, responsable de la oficina del centro de Planetacasa, que trabaja sobre el terreno, afirma que los precios de las habitaciones en Málaga rondan los 400 euros, aunque pueden encontrarse cosas a 320 o 350 euros. Sumando los gastos, se pueden muy bien alcanzar los 500 euros mensuales.
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De septiembre a junio
En su larga experiencia como inquilina de habitaciones en la capital malagueña –pese a sus apenas 22 años–, María Fuentes ha observado algo que se confirma cuando se presta un poco de atención a los anuncios que más proliferan en los grupos de WhatsApp estos días: los alquileres son muchas veces para los meses que coinciden con el curso escolar, entre septiembre y junio, porque luego en el verano los propietarios dedican los inmuebles al alquiler vacacional, que es más rentable. En el mundillo inmobiliario se comenta que el alquiler turístico incluso puede empezar antes, coincidiendo con la Semana Santa. También a veces sucede que los propietarios renuncian a alojar a turistas y permiten que sus inquilinos se queden en verano si se avienen a pagar un precio más alto.
Samantha Bontempi, de 26 años, italiana residente en Málaga desde hace tres años, ha sido una de las damnificadas por esta circunstancia: necesitaba alojamiento para los meses de verano y está pagando 500 euros al mes en Teatinos. Ahora está buscando para mudarse en octubre: «Es difícil encontrar porque la mayor parte de los alquileres son de septiembre a junio y yo quiero seguir también en verano». Algunos inquilinos manifiestan que es tan difícil la continuidad en una misma habitación que en el caso de Samantha Bontempi son ya cinco los pisos por los que ha pasado en estos que no llegan a tres años.
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Ella sigue buscando habitación a través de los portales inmobiliarios más famosos, pero afirma que si están reduciendo su popularidad es porque se sospecha que la mayor parte de los anuncios son de agencias inmobiliarias, y todavía no está generalizado del todo el cumplimiento de la ley, que prohíbe cobrar honorarios a los inquilinos. Además, intuye que se prefiere el contacto con particulares, con los propietarios, sin intermediarios. O con los que van a ser los compañeros de piso. Pero José Antonio Jiménez, de 21 años, que lleva viviendo en una habitación en los tres últimos años, comenta: «Yo, que soy el encargado de encontrar compañero en el piso, uso Twitter y WhatsApp, pero en los grupos también hay caseros e inmobiliarias», comenta.
«Es difícil encontrar habitación porque la mayor parte de los alquileres son de septiembre a junio y yo quiero seguir también en verano»
En el caso de Bontempi, ella está pendiente de grupos de Telegram y se ha hecho además una cuenta de Facebook. Pero dice que los pisos vuelan, que a los pocos minutos de haberse puesto los anuncios, las habitaciones ya no están disponibles porque se han alquilado. De acuerdo con datos de Idealista, por cada anuncio en su plataforma de habitaciones disponibles en la capital malagueña, hay 38 interesados. La media española está en los 22 demandantes por habitación. Pero en Palma y en San Sebastián cada anuncio tiene más de sesenta contactos y en Tarragona, cerca de medio centenar. Las colas no se forman a la puerta de los pisos que se alquilan, ya no son físicas, ahora son virtuales.
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38 interesados por habitación
En Málaga, según Idealista. La media española está en los 22. En Palma y San Sebastián la cifra sube por encima de los sesenta demandantes por cuarto.
María Fuentes, por su parte, tiene la percepción de que hay mucha oferta, muchos pisos, muchas habitaciones, pero con problemas en tres cuestiones principales: el precio, el estado del piso y la ubicación. Porque el precio es caro, algunas viviendas, sobre todo en el centro, no están bien acondicionadas, mientras que la ubicación, sobre todo la que piden los estudiantes, tiene que estar bien comunicada por transporte público y no siempre es el caso.
José Antonio Jiménez, de 21 años, que lleva tres años viviendo en el mismo piso, periodo en el que el alquiler le ha subido cien euros, comenta que, siendo él el encargado de buscar compañeros cuando alguno se va, le es difícil encontrar. Y eso que considera que hay mucha demanda. Pero por su entorno sabe que también cada vez es más complicado encontrar habitación. Y no sólo por los elevados precios. También por los crecientes requisitos que establecen los caseros: a veces se piden hasta dos y tres meses de fianza. María Fuentes agrega que la dificultad de encontrar habitación también tiene que ver con el perfil favorito de los propietarios: una chica, estudiante y con avales. El resto lo tiene más complicado.
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Elección: ¿casero o inquilino?
Victoria Guerrero, de 25 años, proporciona otro testimonio: ella encontró el piso en el que vive buscando en Idealista. Está ubicado en Capuchinos y paga 367 euros más gastos: el precio total del piso es de 1.100 euros y lo dividen entre las tres compañeras, porque el contrato es único, se alquila el piso entero. Desde que recaló en ese inmueble, en abril de 2023, cuando se va alguna compañera, tienen el permiso de su casero para buscar por su cuenta a la nueva inquilina y lo que suelen hacer es colgar stories en Instagram o poner anuncios en grupos de WhatsApp y también emplean portales inmobiliarios. En el caso de que por sus propios medios no sean capaces de encontrar a nadie, el propietario entonces delega en una agencia inmobiliaria. Una vez que se halla a la candidata idónea, quien abandona el piso firma que se va, y a quien entra se le añade en el contrato, que lleva congelado en los 1.100 euros al menos los dos años en que Victoria es inquilina.
Un propietario: «Aportamos un beneficio social, damos vivienda cuando es escasa»
Miguel Báez lleva más de veinte años alquilando dos pisos por habitaciones. «Esto es casi un estudio sociológico, porque he visto cómo han ido evolucionando los perfiles: al principio eran todos estudiantes, luego, trabajadores y cada vez más internacionales. Y esto lo atribuyo sobre todo a que Málaga genera mucha actividad económica y vienen muchos trabajadores de fuera», explica Báez.
Es él mismo quien gestiona los dos pisos que tiene y que alquila por habitaciones en Parque Sur y en la Trinidad. Se ocupa de que el piso esté bien equipado y que como inquilinos tenga a perfiles que garanticen la tranquilidad, el orden, la limpieza, horarios… «El propietario tiene que marcar la dinámica del piso. Si dejas en manos de los inquilinos la selección, te arriesgas a que la convivencia deje de funcionar. Y lo mismo sucede si se delega en una agencia inmobiliaria», defiende.
También se muestra partidario de que se establezca un vínculo entre el propietario y el inquilino: «Quiero que la gente se quede mucho tiempo, que sea lo más estable posible, para que se genere confianza mutua. Además, eso ayuda a que la gente sienta que el piso es su hogar y tenga interés en mantenerlo en buenas condiciones».
«La demanda es alta y se encuentra inquilino con facilidad», afirma. Los busca, confiesa, a través de páginas como Idealista, pero recientemente ha comenzado a usar también los grupos de WhatsApp. Lejos quedan los tiempos en los que ponía carteles en las facultades. Sólo lo hacía muy al principio, dos décadas atrás. Ahora ya sabe que hay mucho movimiento inmobiliario a través de Tik Tok: de hecho, su hija está buscando piso para comprar a través de esa red social.
Las habitaciones que alquila están entre los 425 y los 450 euros, con gastos incluidos, y servicios tales como la limpieza o el seguro de reparaciones. «Un propietario tiene que estar preparado para responder a lo que surja. Hay gente que se lava las manos. Ésta es una actividad que da rentabilidad, pero hay que currar. No es cuestión de meter a cualquiera. Y además hay que ocuparse del mantenimiento, de la gestión, para que la gente esté tranquila», explica. Aunque aprovecha también para deslizar una petición: una fiscalidad más benévola. «Aportamos un beneficio social, damos vivienda estable cuando es escasa, porque a veces es más fácil encontrar trabajo que habitación», zanja.
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