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Nuria Triguero
Jueves, 20 de octubre 2016, 13:39
Si se mantienen las tendencias demográficas actuales, España perderá algo más de medio millón de habitantes en los próximos quince años. Sin embargo, Málaga es una de las pocas zonas del país que escaparán a esta pérdida de población, según las últimas proyecciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadística.
De hecho, es la provincia que más habitantes ganará, después de Madrid, entre 2016 y 2030: aproximadamente 109.000, más que Barcelona (que sumará algo menos de 70.000). En términos proporcionales este crecimiento es del 6,7% y contrasta de forma llamativa tanto con la caída que se espera a nivel nacional (del 1,2%) como a nivel andaluz (del 0,2%). Actualmente la población de la provincia es de 1.638.952 personas y para 2030 será de 1.748.554, de acuerdo con el estudio del INE.
¿Por qué Málaga seguirá una tendencia contraria a la del resto de la región y del país? Desde luego, el aumento de población no va a producirse por un repunte de la natalidad: según las previsiones del INE, para 2030 nacerán un 18% menos de niños en la provincia. Según explica Jesús Delgado, profesor titular del Departamento de Geografía de la UMA, la previsión de crecimiento demográfico se basa en que Málaga, y más concretamente la Costa del Sol, va a seguir funcionando como «un imán de población»: por un lado, su dinamismo económico atrae a personas en busca de trabajo que vienen de otras regiones o de otros países; y por otro su clima, sus atractivos naturales y sus buenas conexiones la hacen deseable para jubilados extranjeros.
La Málaga de dentro de quince años será bastante diferente, en términos demográficos, a la de hoy. El envejecimiento de la población será, probablemente, el principal cambio. Pero también cabe destacar es el aumento de hogares unipersonales es decir, de gente que vive sola. Actualmente en la provincia el INE contabiliza 642.493 hogares, de los que el 24% están formados por sólo un miembro. Para 2030 el número de casas con un solo habitante habrá aumentado un 40%, hasta los 219.000, y representarán ya cerca de un 30% del total. Una tendencia que sin duda está ligada al del envejecimiento, aunque también al fenómeno de los singles. No obstante, los hogares con dos miembros seguirán siendo los más habituales (243.000). En cambio, disminuirán las viviendas ocupadas por tres o más personas.
De lo que no se librará Málaga es de otra tendencia demográfica generalizada no ya en España, sino en toda Europa: el envejecimiento de la población. En los próximos quince años, el colectivo de mayores de 65 años habrá aumentado nada menos que un 55% en la provincia, alcanzando las 430.389 personas. Esto quiere decir que uno de cada cuatro malagueños en 2030 estará por encima de la edad tradicional de jubilación. En cambio, la población situada en la franja media de edad (entre los 30 y los 50 años) habrá caído para esa fecha de forma notable más de un 21% respecto al día de hoy, lo cual suscita razonables dudas sobre cómo va a sostenerse el sistema de pensiones. Como curiosidad, en 2030 habrá más del doble de nonagenarios que ahora en la provincia, y alrededor de un 20% menos de niños.
Jesús Delgado explica que detrás de este acentuado envejecimiento está la generación del baby boom. «Las personas que nacimos en la explosión demográfica de finales de los años 60 y 70 llegaremos a la edad de la jubilación a partir de 2030. Las generaciones que vienen después son menos numerosas; de ahí que en la franja de edad intermedia vaya a caer la población de forma acusada».
El experto llama la atención sobre la paradoja que encierra el hecho de que Europa mantenga una actitud restrictiva ante los inmigrantes y refugiados, cuando dentro de no tantos años va a encontrarse falta de población en edad de trabajar. «Actualmente la preocupación por los problemas que puede suscitar la inmigración es mayor que la que genera el envejecimiento, pero eso cambiará forzosamente», vaticina.
Para Delgado, para reducir la caída de población pronosticada por el INE en España hay dos caminos: «integrar a personas que vengan de otros países de la mejor forma posible y adoptar políticas natalistas». Además, reclama un «cambio de actitud» frente a la tercera edad. «Vemos a los mayores desde el punto de vista de la dependencia. Pero cada vez llegamos mejor a edades avanzadas y una pensión es también un dinero que esa persona puede reinvertir en la economía, por ejemplo haciendo turismo, yendo a restaurantes...», afirma.
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