
Paseo Miramar: unos naranjos huérfanos en el limonar
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En el tramo final del Paseo Miramar, casi en su confluencia con la calle Goethe, hay unos naranjos que si no fuera porque un vecino los cuida con mimo ya no existirían. Aun así, los árboles están más que delicados, uno apenas levanta un metro del suelo, otro está muy inclinado y también existe un alcorque vacío donde debía de haber un árbol que ya no está. «Es una lástima, porque no los mantienen», señala un matrimonio que reside en la zona. Según comenta, «desde que reorganizaron el tráfico en este punto, de esto hace ya unos ocho años, quedó una pastilla de terreno en la que crearon esos alcorques y plantaron esos naranjos, pero como no los cuidan así están y algunos ya incluso han desaparecido».
Pese a su 'abandono institucional', la falta de cuidados es suplida por un antiguo vecino del barrio que acude cada cierto tiempo desde la zona de Vialia, donde asegura vive ahora, a regar los árboles con agua que le facilita una comunidad de vecinos. Un ciudadano que sostiene que ese no es el mejor lugar para haber plantado los árboles, «pero una vez que se han puesto, y ante la falta de mantenimiento, procuro venir cada vez que puedo a regarlos con agua que me facilita el portero de un edificio próximo». Además de regarlos, esta persona los cuida, y así dice que ha colocado una guía a uno de los naranjos que aparece muy inclinado. Otro vecino del barrio asegura que hace años denunció que en el número 28 del Paseo Miramar, un árbol semi podrido se desplomó sobre un coche sin que se haya repuesto, mientras que en el número 30, otro fue quitado ante su estado de podredumbre sin que tampoco se haya colocado otro en su lugar.
Dice Armando Bañares que «ahora que están cerrando los alcorques para evitar caídas, sería muy de agradecer que plantaran tres nuevos frondosos árboles que no se plantaron en su momento porque estaba en construcción el bloque 51 54 de la calle Héroe de Sostoa». Según indica, «el problema es que esa falta de árboles coincide con el hueco del puente Juan Pablo II, con lo que en verano allí hay una enorme insolación al no haber edificios enfrente que den sombra». Por ello afirma que «los vecinos de esta zona les agradecerían mucho ese mínimo pero importante detalle» al Ayuntamiento.
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