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Los mercadillos ambulantes han vuelto a los barrios con el estreno de la fase 1. Aunque con muchas limitaciones y entre estrictas medidas de higiene, este martes se han montado los zocos de Churriana, Puerto de la Torre y La Palmilla para alegría de empresarios y vecinos. Durante este periodo sólo van a poder montar los puestos de alimentación y productos frescos siempre que no superen el 25% del total, lo que ha provocado que los recintos muestren una imagen desangelada.
Para la vuelta a la rutina, el Ayuntamiento ha delimitado los perímetros para que nadie se acerque en exceso a los puestos y ya no se escuchan los tradicionales gritos para vender los productos, sino que abundan las mascarillas y los guantes. Y pese a todo, los empresarios se muestran satisfechos porque estaban «locos» por volver al contacto con la calle.
En el mercadillo que habitualmente se monta los martes en Churriana suele haber una veintena de puestos, aunque en esta ocasión sólo han montado tres (el cuarto que estaba autorizado ha decidido no hacerlo). Y pese a ello la afluencia de público es constante. Ubicado en la plaza de la Inmaculada, junto a la junta de distrito, en el zoco se pueden adquirir frutas, verduras, frutos secos y encurtidos. Para la siguiente fase se espera que se incorporen parte de los otros puestos, aunque siempre manteniendo las distancias de seguridad entre ellos.
Antonio Salas, que lleva 20 años vendiendo fruta en este recinto, confiesa que le ha sorprendido la cantidad de clientes que le han visitado. «No hay mucha gente, pero me esperaba menos aún», explica. En su caso, y como ya es un habitual en la zona, ayer avisó a sus clientes habituales y casi todos le han respondido. «Estaba deseando empezar; aunque al principio no se haga mucho hay que recuperar poco a poco las costumbres», razona. Él cree que no se deberían haber cancelado nunca porque muchas personas no tienen otra forma de vida.
Junto a él, Paco y Carmen venden frutos secos y golosinas. Como Antonio, coinciden en que hay más público del esperado inicialmente, sobre todo teniendo en cuenta que no se ha realizado apenas publicidad de la apertura. Ellos anunciaron la vuelta en sus redes sociales y, de momento, no se pueden quejar. «Cuando hemos empezado a montar había mucha gente paseando y han venido al vernos», dice ella.
El tercero en discordia, o el primero desde la otra zona, es Ismael Martín, que también vende fruta. En su caso cree que será fundamental habituarse a la nueva forma de trabajar, tanto ellos como los clientes. «Esperemos que nos vaya bien porque no haber trabajado en dos meses se hace muy duro», razona. «Supongo que conforme pase la semana y los clientes sepan que hemos vuelto, el público regresará a los mercadillos».
Al otro lado del mostrador, los clientes también se mostraban entusiasmados. Rafael Fernández confiesa que todo el barrio estaba deseando la vuelta a la normalidad, y que la apertura del mercadillo es parte de ella. «Hay que reactivar la economía, y comprarles a ellos es la mejor forma de hacerlo».
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