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Especialista en medicina preventiva y salud pública, Salvador de Oña lleva muchos años ayudando a los fumadores a vencer una adicción que pone en riesgo ... la salud. Con motivo de la celebración hoy del Día Mundial Sin Tabaco, este experto alerta de que fumar un solo cigarrillo, pensado que es algo puntual y sin consecuencias, supone un riesgo y suele traer consigo una recaída cantada en el cien por cien de los casos. El doctor De Oña hace referencia a que distintos estudios señalan que otro factor negativo de la pandemia ha sido el aumento del consumo del tabaco debido al estrés, la ansiedad y el miedo en todos los grupos de edad, pero en especial en el de 25 a 44 años y, sobre todo, en las mujeres.
–¿Han subido o han bajado las cifras de fumadores en España en el último año?
–La mayoría de las publicaciones indican que ha habido un aumento del consumo de tabaco en todos los grupos de población, sobre todo en el de 25 a 44 años. En este grupo la prevalencia de fumadores es mayor en el género femenino. Por tanto, ha sido en las mujeres en las que más ha crecido el hábito tabáquico en esta situación sociológica tan rara en la que estamos inmersos.
–¿Se debe a la pandemia el aumento del consumo de tabaco?
–Así es. Hay un correlato entre la pandemia y la aparición de cuadros de ansiedad, depresión, incertidumbre y miedo. La consecuencia de esas circunstancias han sido las recaídas de personas que habían dejado de fumar y que han vuelto a hacerlo por culpa de la pandemia del Covid.
–¿Y por qué el incremento se ha dado más entre las mujeres que fuman que entre los hombres?
–Las mujeres gestionan de una manera distinta el estrés. En ello influyen cuestiones de neurotransmisores, hormonales y los múltiples frentes de los que se ocupan en su vida social, familiar y laboral. Por tanto, los cuadros de ansiedad y de inquietud son los responsables de este incremento del tabaco en las mujeres, que gestionan de forma más deficiente las emociones y las situaciones estresantes
–Pero en general, sigue habiendo más hombres fumadores que mujeres, ¿no?
–Sí. En números totales hay más hombres que fuman. Solo que en el grupo de 25 a 44 años, singularmente, predominan más las fumadoras, es algo que ya sucedía antes del Covid y que ahora se ha visto aumentado.
–¿Cuál es el porcentaje de población fumadora en España?
–En general, entre el 28 y el 30 por ciento de la población mayor de 16 años fuma.
–¿La gente joven se incorpora en estos momentos más o menos al hábito tabáquico?
–Hay un hecho que favorece que los jóvenes fumen. Y es el consumo de hachís y de marihuana, que es algo muy extendido. Nos encontramos con que la entrada de los adolescentes al mundo de tabaco, que estaba ligada a sentirse mayores y a aspectos imitativos de grupo, guarda también relación con el consumo de hachís, que se fuma junto al tabaco.
–¿Están ofreciendo resultados satisfactorios las campañas de prevención entre los alumnos de colegios e institutos para frenar que los jóvenes fumen?
–Esas campañas son voluntariosas y es loable el esfuerzo, pero no se traducen en una disminución de la tasa de fumadores entre los preadolescentes y adolescentes. Harían falta campañas muy masivas en medios de comunicación. Además, sería conveniente que en el currículo formativo hubiese una asignatura de educación para la salud, pero con un contenido muy preciso sobre cómo se inician las personas en el consumo de tabaco y cuáles son las consecuencias de carácter inmediato de fumar. Junto a esas medidas habría que incrementar el precio del tabaco para restringir el acceso de los adolescentes. Sobre todo, es especialmente barato el tabaco de liar.
–¿Y han supuesto un avance las medidas puestas en práctica para evitar contagios de Covid como limitar el consumo de tabaco en las terrazas de los bares y restaurantes?
–Eso ha sido intrascendente y, además, no ha sido una cuestión originada por el riesgo de exposición pasiva al tabaco, sino por un peligro biológico de transmisión del virus por aerosoles.
–Otro aspecto negativo de la pandemia es que no se han podido desarrollar con normalidad las terapias de grupo presenciales para dejar de fumar.
–Eso ha sido un inconveniente, pero, no obstante, sí ha habido iniciativas por parte de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) que han sido loables. De ese modo, las personas que querían dejar de fumar y llamaban a la AECC podían acceder por videoconferencia a un profesional de psicología, experto en temas de tabaco, que las ayudaba.
–Un fumador de un paquete diario, por ejemplo, ¿cuántos intentos tiene que hacer para lograr abandonar el tabaco?
–La media está entre dos y tres intentos serios, es decir, que tienen al menos una duración de 30 días en los que no se fuma. No vale con decir que se ha dejado el tabaco porque se está tres días sin consumir.
–El peligro cuando se ha dejado de fumar un tiempo es encender un cigarrillo creyendo que por uno no pasa nada en una boda un bautizo o cualquier tipo de celebración, ¿verdad?
–Yo trato de explicarle al fumador que el tabaco es un proceso adictivo que deja unas huellas cerebrales que se reactivan cuando se recontacta con él de nuevo. Da igual que hayan pasado tres años que veinte, lo cierto es que el contacto con la nicotina desencadena una respuesta cerebral y una reactivación de la misma. Un solo cigarrillo no tendría que provocar una recaída, pero si no se le da importancia a habérselo fumado y se cree que se puede volver a controlar el consumo de tabaco, se suele producir una reacción frecuente de descontrol. Por tanto, un consumo puntual, aunque sea intermitente, tiene como consecuencia una recaída cantada en el cien por cien de los casos.
–Vamos, que una golondrina no hace verano, pero un solo cigarrillo sí induce a caer otra vez en las redes del tabaco.
–Eso es así. El tabaco conduce a un proceso adictivo con bases neurobiológicas en el que también intervienen aspectos psicológicos. Esta adicción es una enfermedad crónica que ha afectado a determinadas áreas cerebrales y que no tiene cura. Cuando se deja de fumar hay que valorar lo que se ha conseguido y ser cauteloso para no recaer después de haber hecho el esfuerzo de superar el hábito.
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