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Si alguna vez se ha planteado si el Evangelio funciona en Twitter, eche un vistazo a la cuenta @Antonio1Moreno. Detrás de ese perfil está Antonio ... Moreno, periodista de la Diócesis de Málaga cuyos hilos se sostienen en las «buenas noticias» de la Biblia, la vida de los santos y la historia eclesiástica y que han dado el salto al papel en el libro 'La caja de los hilos' (ed. PPC). Entre los 40 seleccionados del cerca de centenar que lleva tejidos, el de la vida de Santa Teresa, con un millón y medio de lecturas. Y todo, con origen en un hilo sobre la Navidad del que empezó a 'tirar' hace tres años...
–Cuénteme cómo surge la idea...
–Fue en la Navidad de 2017, durante una clase de Nuevo Testamento en el Centro de Estudios Teológicos. Nos explicaban cómo los evangelistas Mateo y Lucas se dirigían a unas comunidades concretas. Mientras lo escuchaba, de fondo llegaba la música de la cercana calle Larios con las luces de Navidad, y me dije que estaban disfrutando pero que también se estaban perdiendo el verdadero sentido de que Jesús nacía. Me pregunté cómo se haría llegar ese mensaje a los hombres y mujeres de hoy y ahí surgió el hilo en Twitter contando en tiempo real cómo había sido el nacimiento de Jesús. Lo hice como una cosa graciosa para mis seguidores, pero aquello tuvo un éxito impresionante. ¡Hasta se me bloqueó el móvil!
–Twitter y el Evangelio. ¿Alguna vez pensó que ambas ideas pudieran comulgar?
–No, no, nunca pensé que eso pudiera enganchar tantísimo a la gente. Pero es así. Creo que los hilos de Twitter tienen un poder adictivo, una frase lleva a otra, y ésa a otra, y cada vez quieres más. Si las historias son entretenidas, que es mi principal objetivo, y además puedo compartir algo del Evangelio, que es lo que a mí me mueve, pues es una buena misión.
–¿Y qué me dice de la respuesta que recibe?
–La respuesta en general es muy buena pero siempre hay gente que entra con un poco de mala idea a ver cómo puede atacar al cristiano. Con otras religiones no te puedes meter porque hay que ser respetuoso, pero parece que con los cristianos hay barra libre. Yo intento defenderme, pero siempre abierto al diálogo.
–Necesitará tiempo para alimentar esas interacciones, ¿en qué medida le ha cambiado su día a día esa exposición permanente?
–Es que esto ha coincidido con que mis siete hijos han comenzado a crecer y ya no necesitan tanto tiempo; además tengo una capacidad natural de que con cuatro o cinco horas de sueño estoy perfectamente, así que aprovecho ese tiempo para ponerme a escribir.
–Dice en su perfil que «en el Evangelio está la verdad de todo». ¿Cuánta de esa verdad hay en Twitter?
–Hay mucha verdad, pero la mentira hace más ruido.
–Y el diablo en Twitter, ¿existe?
–Sí, pero es un ser muy inteligente y lo que mejor hace es pasar desapercibido.
–¿Evangelizar en redes sociales es como predicar en el desierto?
–No tengo esa sensación. Puede que yo sea un privilegiado, pero la verdad es que pasar de contar cosillas mías a tener un millón y medio de lecturas en mis tuits, tiene su recompensa. El desierto está quizás en otros lugares más normales, como la calle, pero la gente hoy vive en Twitter, y los evangelizadores digitales lo asumimos como una plaza para llevar ese mensaje. Puede que la llamada del Señor esté en eso: en echar las redes a este lado de la barca, que es donde se mueven los peces.
–Después de tejer tantas historias, ¿piensa que como sociedad tenemos demasiados agujeros que remendar?
–Sí, tenemos muchos, sobre todo acordarnos de los que más nos necesitan. Estamos demasiado centrados en nosotros mismos; y con esta pandemia estamos perdiendo a mucha gente por esos agujeros. Ahí tenemos que estar los cristianos siendo una mano tendida; avanzar como sociedad pero sin dejar a nadie atrás.
–Veo que en los últimos días ha estado muy activo en el debate sobre la ley de la eutanasia. ¿Hasta qué punto se siente responsable, como 'evangelizador digital', de entrar en esas discusiones?
–La responsabilidad es absoluta porque yo no puedo permitir que tú quieras suicidarte. Yo tengo que decirte que la vida vale la pena, y tengo que ofrecerte los medios y las soluciones para que tu deseo sea vivir. Una sociedad en la que le decimos al otro que su vida no vale la pena es una sociedad que devalúa la vida. Además, yo he vivido esa experiencia en carne propia, porque hace año y medio falleció mi padre de una enfermedad degenerativa que lo fue postrando; y para la familia no sólo no fue una maldición, sino todo lo contrario. Yo disfruté cuidando a mi padre, haciendo todas esas cosas que la gente ve como algo horrible. La vida siempre vale la pena: yo defiendo eso desde la fe, pero también se puede defender desde otros ámbitos.
–Sus hilos de los santos también tienen mucho éxito. ¿No nos quedan un poco lejos esos perfiles?
–Eso es lo que yo intento revertir con sus historias. Los santos eran exactamente igual que nosotros, el problema es que tradicionalmente se han presentado como personas tan alejadas que se veían como seres excepcionales. Y es todo lo contrario, en algunas de sus vidas todo era oscuridad y pecado, pero se dejaron hacer por Dios: eso es la santidad. Por ejemplo, San Jerónimo tenía una mala leche impresionante pero fue de los santos más grandes (risas). Todos estamos llamados a la santidad; el santo no es poner cara de estampita, como dice el Papa.
–Ya que hablamos de pecados, ¿cuál es el peor de Twitter?
–La mentira. Antes me hablabas del demonio, que es el padre de la mentira. Y eso desnaturaliza a los hombres. Una de las cosas que más me preocupan, además como periodista, es la de las 'fake news', que hacen un daño terrible. Estamos dejando a la gente sin armas ni argumentos porque ya nada es verdad ni mentira.
–Seguro que conserva alguna anécdota de algún seguidor a quien haya conseguido 'salvar' con sus hilos
–Bueno, salvar sólo salva Dios, pero sí recuerdo un matrimonio que me dijo que estaban en crisis y que iban a separarse y que por hilo que escribí sobre el matrimonio se dieron cuenta de las cosas que hacían mal y que merecía la pena luchar. Aquello me llenó de alegría.
–El otro día puso en uno de sus tuits que estamos «en la mejor Navidad de nuestra vida». La de 2020. Explíquemelo
–Es la mejor Navidad porque es cuando estamos más débiles. Jesús nace siempre; y en los momentos malos, más todavía. Tenemos la mala costumbre de pensar que en los momentos difíciles Dios nos abandona, cuando en realidad es todo lo contrario.
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