Damián Caneda: «Yo quería ser alcalde, pero con De la Torre delante no iba a ocurrir»

- ¿Cuáles son esos problemas?

–No puedes tener a los organismos autónomos descontrolados: Urbanismo, Policía Local, Limasa... Con tacto, pero cámbialo. Hay que tener habilidad para hacerlo y que lo admita la gente. ¡Es que si no para qué quieres el poder! Y Ciudadanos, con dos concejales, se podía haber quedado con el Ayuntamiento y no lo han aprovechado. No saben lo que quieren. No saben plasmarlo en acuerdos ni en controles sencillos.

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- Pero el alcalde también puede resultar muy persuasivo...

–¡Claro! Es que el alcalde es el mejor con diferencia sobre todos los demás. El alcalde es un tío maravilloso, y los demás no.

–¿Mantienen el contacto?

–Sí.

- Cuando se fue del Ayuntamiento su relación con él no era la mejor...

–Es que los desacuerdos son, en mi carácter, naturales. Cuando quieres algo discutes por eso; otra cosa es que pierdas la discusión. Y otra cosa es que yo quería ser alcalde, pero con De la Torre delante no iba a ocurrir.

- ¿Le hubiera gustado ser el alcalde de Málaga?

–¡Hombre! Claro, pero en su época. Todo tiene su momento. Hubiera sido lo ideal cuando empecé: una legislatura y luego ya me quedo; pero entre la opción de seguir ahí sin hacer lo que quiero o bien irme a Turquía diez días a escalar montañas... pues me voy.

- ¿El alcalde le cortó las alas?

–Sí (sonríe).

- Dicen que a De la Torre no le gustan los delfines

–El alcalde decidió un día que no iba a retirarse. Yo creo que cambió de opinión. Y entonces me dije que si no se iba retirar que qué hacía yo allí. Yo quería hacer lo que soñaba para Málaga, que no se parece en nada a la idea del Ayuntamiento.

- ¿Cómo es esa Málaga que sueña?

–Más verde, con un funicular de la plaza de La Merced a Gibralfaro aprovechando el castillo como un centro magnífico; en el Astoria pondría un auditorio pequeñito en semisótano con una escalinata que le diera personalidad a la plaza y una terraza arriba donde poder disfrutar de las vistas de la Alcazaba. Ensancharía Málaga con el Auditorio nuevo por un lado y el Balneario por el otro; sí o sí reharía el Paseo Marítimo de Pedregalejo y el Palo. Quiero mucho verde en Málaga, que destaque la ciudad por otras cosas. El alcalde lo ha hecho muy bien en Cultura y muy bien en tecnología; hay cosas básicas que no se pueden discutir. Es un gran alcalde, el mejor que ha habido en la historia de Málaga. Que yo haya querido serlo no significa nada contra él. Es más, lo puedo hasta querer.

- ¿Lo ha sentido cerca en los últimos tiempos?

–Sí, sí. Me mima, viene a verme. Y me escucha. Paco siempre me ha escuchado cada vez que le digo algo.

- ¿Y al resto de compañeros?

–Hay algunos que por timidez o prudencia quizás no se han acercado, y otros que me han sorprendido gratamente. En general todo el mundo es bueno. Hay gente que por ejemplo ha tardado cinco meses en llamarme y que le han pedido permiso a mi hijo antes porque no querían agobiarme; y lo entiendo. De todos tengo buena imagen, aunque también tengo que decirte que en política, con el ambiente que hay hoy, hay pocos amigos íntimos. Por ejemplo, tengo un político socialista que me llama de vez en cuando para saber como estoy: Javier Rojo, que fue presidente del Senado; es increíble, ¡mira que han pasado años! Pues sigue pendiente de mí. Esas cosas ni siquiera dependen de los partidos; es una cuestión de afinidad.

- ¿Sigue afiliado al PP?

–Digamos que es una afiliación dormida. Mi relación con Juanma (Moreno) y Elías (Bendodo) es excelente, pero desde que me fui del Ayuntamiento dejé todos mis cargos. O estoy en política o no estoy; pero a medias, no.

- ¿Cómo ve la sucesión de De la Torre? ¿Ve algún candidato?

–No. De todas maneras para eso aún queda. La alcaldía de Málaga está abierta y ahora mismo no hay nadie que le haga sombra a De la Torre, pero De la Torre no es eterno. Y no lo digo por la edad, porque para mí eso no es un factor; aunque le insisto en que no hay nadie que le haga sombra.

- ¿Cree que se ha encargado de que no haya nadie que le haga sombra?

–Puede ser. Puede que inconscientemente influya en eso. Él es diferente, cultural e ideológicamente.

- ¿Un verso suelto del partido?

–Un poquito. Es disciplinado, pero impone su criterio sobre el resto. Una persona que tiene derecho a pensar, en definitiva.