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R. C.
ESTOCOLMO.
Lunes, 10 de septiembre 2018, 00:15
«Hemos sido ingenuos. Nos faltó valentía y no teníamos ningún plan al acoger en 2015 a más de 160.000 solicitantes de asilo cuando Suecia vive problemas de integración desde hace 20 años». La excombatiente peshmerga y hasta ahora diputada de izquierdas en el país nórdico, Amineh Kakabaveh, admite que el «fundamentalismo» gana terreno en los barrios y eso es lo que alimenta precisamente a la extrema derecha. La política, de origen kurdo iraní, sabe bien de lo que habla. Su obstinada denuncia del «extremismo religioso» y de «la opresión de las mujeres vinculada a los códigos de honor» en las comunidades kurdas o árabes del país escandinavo le ha hecho ganarse algunas amenazas -lleva protección de la Säpo, los servicios de Inteligencia suecos- y también fuertes enemistades en su grupo político.
«Llegué aquí analfabeta, seis años más tarde estaba en la universidad y desde hace diez soy diputada», resume tras insistir en que «la sociedad multicultural se construyó mal durante más de dos décadas, lo que provocó una separación de comunidades» y el debate está tan deteriorado que se ha convertido en tabú.
De hecho, las escuelas todavía no se atreven a invitarla por la hostilidad que despierta Kakabaveh en algunos sectores de la sociedad al defender abiertamente la prohibición del velo para las chicas menores. La eliminación de las escuelas confesionales también forma parte de su programa político.
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