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Ñito Salas
La emoción de Silvia Munt en su homenaje a las pioneras de la lucha por el derecho al aborto
Festival de Málaga

La emoción de Silvia Munt en su homenaje a las pioneras de la lucha por el derecho al aborto

Sección oficial ·

La directora y guionista vuelca sus recuerdos de adolescente en los años 70 en 'Las buenas compañías': «Me vi con la necesidad de explicar lo que significó para nosotras esa explosión de libertad»

Lunes, 13 de marzo 2023, 15:59

«Me vi con la necesidad de explicar lo que significó para nosotras esa explosión de libertad», contó. Silvia Munt era una adolescente de 17 o 18 años en aquella segunda mitad de los 70 que cambió el país. Hija de padres separados y una chica de barrio que, como todas las de su generación, «quiere reventar aquello que te quieren imponer y enseñar». Esos recuerdos los vuelca en 'Las buenas compañías', una película que hace justicia con las pioneras en la lucha por el derecho al aborto. Un filme muy personal, que le ha costado mucho tiempo y esfuerzo levantar, y del que hablaba en el Festival de Málaga con la voz temblorosa de la emoción. «Sois los primeros que la veis, perdonadme mi emoción, pero es una emoción auténtica», dijo.

'Las buenas compañías' se ubica en el País Vasco en el verano del 76, el «verano definitivo» para Bea (Alicia Falcó), cuando vive de cerca la realidad de las mujeres, se rebela contra las ataduras del franquismo, «se enamora a pesar suyo y pasa de ver a su madre como una víctima a verla como una mujer». Bea se integra en un colectivo de mujeres que pelea por la legalización del aborto, a veces de manera «radical», como secuestrando un autobús para pedir a gritos por las calles de Errenteria la amnistía de 'las 11 de Basauri', once mujeres de clase obrera condenadas por haber interrumpido su embarazo de forma voluntaria, el germen de la ley del aborto.

Bea es en la vida real Arantxa, una de esas activistas que acompañaron a Silvia Munt y a Jorge Gil Munárriz durante el proceso de guion, e incluso durante el rodaje. «Vinieron a la escena del autocar y fue muy emocionante porque ellas me han suministrado la cantidad de hechos que pasan». Desde la reivindicación, hasta «la fiesta, el sentido del humor y las ganas de explotar sin pensar muy bien qué podía suceder». Pero, en una sociedad en plena transformación política y con el conflicto de ETA abierto en canal, ellas «eran invisibles».

«De dónde venimos»

«Es importante recordar de dónde venimos, por qué se estaba luchando en esos años y darnos cuenta de que igual no estamos tan lejos de ese punto. Es importante seguir al pie del cañón con esto», defendió la productora Alba Bosch. Silvia Munt huye del texto panfletario, incluyendo contradicciones y ambigüedades. «Porque las relaciones madre e hijas, las relaciones eróticas y las familiares son muy ambiguas», resaltó.

También ella tuvo una relación complicada con su madre tras la separación de sus padres. «Mi madre sufrió como una condenada, siempre estuvo enamoradísima de mi padre. Y a mí eso me reventaba. Le tenía manía. Pensaba déjale, suéltale… Pero después renació como el ave fénix, volvió a ser maestra, a escuchar a los hijos. Y nuestra relación pasó a retomarse de tú a tú, de mujer a mujer», explicó. Y eso es lo que le sucede también a Bea con su madre, interpretada por Itziar Ituño. La joven Elena Tarrats completa el reparto femenino de esta historia que a todas ha marcado por lo que significa en el camino hacia la igualdad. «Yo me hice muy adulta haciendo esta película, crecí mucho gracias a todas estas mujeres», resaltó Alicia Falcó. «En esta película hay algo de la necesidad de apoyarnos más allá de la sororidad y de lila todo. Es comprenderse, es verse», declaró Tarrats. El 5 de mayo, en salas.

Brasil entra a competición

Sobre un tiempo oscuro de la política de su país, aunque de forma metafórica, habla también ‘Saudade fez morada aqui dentro’, la película de Haroldo Borges con la que Brasil entra a competición. El país latinoamericano trae de nuevo una historia emotiva sobre un adolescente que se enfrenta a la pérdida total de visión. Una realidad traumática y dolorosa que el chico conseguirá revertir apoyándose en su madre y su hermano, y en su mejor amiga.

Pero el sentido originario de este guion era bien diferente. “Estamos saliendo de un momento en el que ha habido como una epidemia de ceguera. Amigos nuestros, personas de la familia, estaban apasionados defendiendo a un gobierno fascista. Era el momento de contar una historia sobre la ceguera, pero que no fuera apocalíptica, desde dentro de la oscuridad pero hacia una esperanza. Y ese chico de 15 años que se ha quedado ciego nos pareció una metáfora perfecta para ese Brasil que estábamos viviendo”, argumenta su director, en referencia al mandato de Bolsonaro y su reciente caída.

El equipo de la película brasileña, con su director Haroldo Borges (segundo por la izquierda). Salvador Salas

Para Borges y su equipo, esta es su cuarta vez en el Festival de Málaga, pero la primera en sección oficial. Profesionales del documental, trasladan a la película ese tono de realidad y verdad con un rodaje muy poco invasivo, en un pequeño pueblo de apenas 300 personas y con actores no profesionales del lugar. El guion se iba construyendo sobre la marcha, dando a los no-actores libertad para llevar el tema a su terreno, a su lenguaje y a su acento. El núcleo familiar de esta historia -el que interpreta al chico ciego, su madre y su hermano- convivieron durante el rodaje en la misma casa que aparece en la película, para que crearan lazos emocionales entre ellos. “Y depende del clima que se sentía, cambiábamos el plano de ese día. Ninguno leyó el guion, le íbamos contando de a poco lo que iba a pasar. Solo Bruno Jefferson sabía que se iba a quedar ciego, pero nada más”. cuenta el equipo.

Borges no quiere ni mencionar su nombre, pero relata que el “terror” que impuso Bolsonaro estaba presente durante el mismo rodaje. En una escena, dos chicas que se atraen evitan besarse “porque tenían un miedo real” a que ese gesto tuviera consecuencias. “Extendió un odio profundo a lo que no encajaba (...) Para nosotros, cineastas y artistas en general, ha sido muy duro, era una persecución, el tipo logró ponernos como enemigos del pueblo. Salimos ahora, pero fue muy difícil”, reconoce. Nunca perdieron la esperanza, y por eso ese sentimiento es clave en ‘Saudade fez morada aqui dentro’. El deseo de vivir, al final, gana.

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