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ANABEL NIÑO
Martes, 16 de agosto 2022, 00:25
Pilar, Juan, Lara, Davinia y Adriana no se conocen. Tampoco tienen amigos en común que de alguna manera puedan conectarles entre sí. Y cada uno ... de ellos tiene un acento tan característico que cualquier malagueño puede intuir en la primera frase que ninguno sabe pedir un pitufo mixto y una nube doble tras una noche de fiesta. En lo que sí coinciden es que este año darán el sí quiero a sus respectivas parejas y que todos han elegido la Feria de Málaga como lugar para celebrar sus despedidas de soltero. «Quería una despedida de soltera con muchas otras despedidas y qué mejor sitio que Málaga. ¡Sois muy 'salaos', muy buena gente y muy guais!» exclamaba Lara, una joven alicantina que, junto a su numeroso grupo de amigas y cerveza en mano, tenía muy claro cuál iba a ser el plan para los próximos días: bailar y beber.
El espectáculo de drones y fuegos artificiales el pasado viernes por la noche supuso el arranque de unas fiestas que en su primer fin de semana ha coincidido con un puente nacional. Esto ha ocasionado que muchos hayan decidido trasladar sus celebraciones hasta la capital de la Costa del Sol, por lo que las despedidas de soltero han cobrado un protagonismo mayor que de costumbre en el Centro Histórico. No importaban las altas temperaturas o que por el entorno de calle Larios y plaza de la Constitución fuese todo un reto poder moverse entre la multitud, algunos grupos se lanzaban incluso a hacer un conga a la que poco a poco se iban uniendo varias personas, como Juan y sus 12 amigos asturianos. «Venimos de Asturias. ¡Patria querida!», gritaba el novio que, vestido de marinero que va a hacer «la primera comunión», calificaba la feria del Centro como algo «brutal».
A pesar de que muchos de ellos llegaban de provincias donde las temperaturas llegan a ser sofocantes en verano, como Cáceres o Madrid, el calor que estos días ha azotado a Málaga les ha pillado por sorpresa: «¡El calor lo estamos llevando fatal, y mira que soy de Madrid! Allí hace un calor seco, pero esto es devorable, me está matando este calor. ¡Por mucho que bebo no me hidrato!», comentaba entre risas uno de los amigos del novio mientras otro colocaba frente al desaparecido Café Central un sombrero para recaudar dinero para «la vuelta a casa».
Las ganas de feria tras dos años sin poder celebrarse ha ocasionado que muchos no hayan querido «pillarse los dedos» y quedarse sin apartamento turístico o habitación de hotel en la que poder hospedarse en la capital durante los días de celebración. «Llevamos organizando la despedida de soltera de nuestra amiga más de seis meses, puede que incluso desde enero», explicaba una de las compañeras de Adriana, una barcelonesa que por primera vez pisaba la Feria de Málaga con una vestimenta más que peculiar: «Hay que venir de flamenca a la feria, mis amigas sabían que mi sueño era venir vestida así y lo han conseguido», comentaba la novia de manera tímida mientras contemplaba su disfraz de flamenco –el animal–.
Y es que una despedida de soltero sin disfraz no es oficialmente una despedida de soltero. Y si no que se lo digan a Kine, una joven madrileña que llamaba la atención de todo aquel que se cruzaba con ella ante su peculiar y llamativo atuendo de color rojo: «Me han hecho una putada enorme. Yo iba divina por la mañana pero me han cambiado y me han puesto este disfraz de gamba, aunque es verdad que ahora las gambas están muy solicitadas y muy caras, así que no todo va a ser malo», expresaba entre risas.
A su lado un grupo de amigas, también provenientes de la capital, observaban el panorama. Ellas, a diferencia de la amplia mayoría, no estaban aquí por una despedida de soltera sino porque conocen muy bien la feria de la ciudad: «Es la segunda vez que venimos a la Feria de Málaga, la primera fue en prepandemia. Nos pareció fantástico, tanto, que vinimos en agosto y en septiembre ya teníamos el apartamento reservado para el verano 2020», cuentan Azahara, Laura, Cristina e Irene. Continúan narrando que estos tres años de espera han sido «muy duros», y que las ganas por volver eran tan grandes que no quisieron esperar más y decidieron alquilar el apartamento en diciembre del año pasado. «¡Y el AVE en febrero! Desde entonces hemos estado contando los días, las horas y los minutos». Para la vuelta a Madrid tienen claro qué meterán de extra en la maleta: «¡Nos vamos a llevar unas cuantas botellas de Cartojal!»
Y es que la feria también es lugar para las primeras veces. Si no que se lo digan a Adriana, Gaya y Daro, una familia polaca que por primera vez visitaba Málaga sin conocer antes de programar su viaje que iban a encontrarse una feria de estas características y que ellos describen como «increíble». Tampoco esperaban probar un vino tan sumamente «dulce y delicioso», que saboreaban a largos sorbos y sin miedo a futuros mareos. «Somos polacos, ¡podemos aguantarlo!», gritaban sonrientes entre el ruido de la música y la multitud.
Una multitud fundamentalmente de fuera de la provincia y de nuestras fronteras, pero que comparten un propósito común con los malagueños: disfrutar de estos días de fiestas como si fuesen los últimos.
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