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Bastó con pulsar un botón. Así de sencillo. La energía recorrió los cables hasta llegar a la portada del real de la Feria de Málaga, que mantiene su recuerdo al Palacio de la Aduana de Málaga tras haber dejado atrás el por un tiempo olvidado Hotel Miramar. Cientos de personas se agolparon en torno al acceso principal del Cortijo de Torres para ver de cerca el encendido de la estructura, que brillará hasta el próximo sábado por la noche con luz propia.
El acto celebrado ayer, además de para iluminar la portada, sirvió como cada año para dar el pistoletazo de salida a la feria que se vive y celebra al lado oeste de la ciudad. Con el parpadeo de las bombillas (tanto del acceso como de las calles del real), los miles de malagueños y visitantes que llevaban toda la tarde disfrutando de las primeras atracciones recibieron la señal alta y clara: «La fiesta ha comenzado».
El encendido estuvo protagonizado, como cada año, por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, que volvió a ceder el protagonizo a varios niños, encargados como ya es costumbre de pulsar el gran botón que conecta la corriente del alumbrado. El regidor tuvo deseos de una «gran feria» para todos a la vez que hizo un llamamiento a la diversión moderada en la que quepan todos los malagueños y los visitantes.
De la Torre estuvo acompañado por representantes de la Diputación Provincial de Málaga y de su equipo de gobierno, así como de otros ediles del Ayuntamiento de Málaga. La concejala de Fiestas, Teresa Porras, responsable de la disposición del alumbrado, explicó que este año, el Cortijo de Torres volverá a brillar con un conjunto lumínico que roza los dos millones de bombillas, todas ellas de bajo consumo.
Antes de que comenzara el acto, hubo un espectáculo audiovisual en el que se proyectaron imágenes de la ciudad y a continuación la banda municipal de música amenizó la espera con diversos pasodobles. En cuanto las luces se encendieron, los asistentes rompieron en aplausos y el conjunto interpretó el Himno de Andalucía y el de España de forma consecutiva, poniendo banda sonora al momento –que no sería lo mismo sin la participación del conjunto–.
Una vez comenzaron a brillar las luces –el momento del encendido causó un efecto que duró varios segundos, no solo en los que contemplaban la escena directamente sino en muchos visitantes que permanecían ajenos al acto–, el real comenzó a funcionar como un engranaje bien engrasado. Es una de las grandes apuestas de Teresa Porras y su concepción de la feria, y desde ayer por la tarde se pudo ver un gran deje tradicional (la gente tenía ganas de vestirse de corto y gitana, incluso el primer día).
El Cortijo de Torres es el lugar que más se adapta a las necesidades del malagueño feriante:dispone de una superficie de unos 120.000 metros cuadrados y más de cien casetas públicas y privadas, que ofrecerán actividades y alternativas para todos los gustos. Restaurantes, discotecas, bares, cajeros automáticos, atracciones y los tradicionales 'cacharritos'. Un emplazamiento pensado, ideado y concebido para que esta semana sea un éxito, también en las facilidades de acceso y medidas de seguridad. El real acogerá conciertos, innumerables reencuentros y fiesta hasta que toque pensar en el año que viene.
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